SEÑOR X
Si supiera quién es, le pondría
nombre, pero el caso es, que sé bien poca cosa de este hombre salvo qué es
puntual como un reloj suizo. Tiene algunas peculiaridades, como por ejemplo ir
y venir, sea verano o invierno ataviado con una gabardina, ¡los años que debe
de tener! Es curioso en pleno verano, en agosto bajo un sol de justicia el
señor X viste de forma discreta pero sin prescindir de su gabardina. (Este pequeño relato, hay que leerlo con un
carácter simbólico). Nadie se extrañaría ver en pleno invierno, a cualquier
persona en camiseta y bermudas por la calle, comiéndose un helado y disfrutando
de la lluvia. Cualquiera diría que esto es una locura, de cualquier modo,
tendría razón salvo por un pequeño detalle, absolutamente todos somos señores
X, la razón es sencilla, no solo tenemos derecho a ser personas X sino que lo
somos, y eso es motivo suficiente como para ser como queramos ser, dominar
nuestras vidas del modo que nos place.
Bastante hacemos ya para vivir
dominados en algunos aspectos como los demás quieren, nos ordenan, nos dirigen
y nos desprecian, pero no hasta el punto de hacernos perder nuestra identidad y
nuestro propio carácter, eso nunca se debe permitir, ¡que sean como quieran
ellos…! Ya recogerán los frutos de sus frustraciones y malos deseos, pero no a
nuestra costa, nosotros somos personas sin determinada identidad, seremos
personas X pro levamos esa letra escrita en nuestro propio carácter, tenemos
identidad, una gran letra que nos define, la X, que nos dirige y nos
autentifica de tal manera que nadie puede borrarnos con un solo tachón que nos
anule y nos descalifique.
¡Ha ver quién de ellos, los que
nos descalifican y nos desprecian, se atreverían a salir a la calle de la
manera que antes comentábamos de los presuntos locos que visten como quieren,
sin pasar vergüenza…!
No lo hacen porque sencillamente,
no tienen vergüenza ni dignidad, la necesaria como para ir por la calle con la
cabeza alta sin importar quién los mire o quién pase de ellos.
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