sábado, 16 de junio de 2012

ERA UN DÍA DE CIELO CLARO, EN MEDIANOCHE.


                           ERA UN DÍA DE CIELO CLARO, ERA MEDIANOCHE.


Aunque pueda parecer extraño, los dos nos habíamos propuesto llegar a los confines del mundo. Faltaba por decidir si hacia el Ártico o la Antártida, así mismo, como quién va a dedo a Valencia, esperando que algún alma caritativa te recoja de la carretera, y te lleve por ese camino hasta llegar a tú destino.
“Pero oye Jorge, ¿dónde vamos, a Aranjuez?.”  -Puede, pero yo apuesto siempre, por el sitio donde nos lleve el viento.”
Teníamos entonces, veinte años y yo diecinueve. Jorge es un tío formado en la escuela del mundo, ha vivido en comunas hippies desde los dieciséis, sabe cómo funciona el tema de desplazarse, sin depender más que de la aventura. Desde que su madre murió en un accidente de tráfico, volviendo de una fiesta en el coche de otro hombre, y comprobaron que los dos estaban drogados, él continuó  con sus costumbres  -las de su madre-, y se alegraba al verla a la mañana siguiente, hecha polvo por la fiesta del día después.
Le alegraba ver que había vuelto a casa, a pesar del estado en el que casi siempre regresaba. Todo un mundo de fantasías, se abrían ante los ojos de Jorge. Un buen día cogió la mochila y se fue de casa sin advertirle a nadie, no les podía especificar gran cosa acerca de adónde iba ni con quién.
-Le escribí cuatro letras a mi padre desde Burdeos, eso fue a las tres semanas de escaparme de casa. Ya no pintaba nada en esta casa sin mi madre, por eso me fui.
El dejó a amigos en casa, pero en mi caso, dejé amigos, familia y trabajo, que fue peor, mi padre me tenía trabajando para él, en su taller mecánico de coches. Yo les llamé por teléfono, les dije que necesitaba estar un tiempo solo, que no se preocuparan, que volvería. Cogí el dinero que tenía y me fui, eso es todo.
Cuando vas conociendo a otra  gente por el camino, te animas a ti mismo, te impulsas porque has tomado una decisión y quieres intentar llevarla hasta las últimas consecuencias. Además también conoces a chicas, gays y lesbianas, somos toda una comunidad mundial donde el fin casi siempre es el mismo, conocer el mundo y tratar de ser un poco más feliz sin barreras.
Y ahí nos tienes, camino del norte, objetivo, llegar a alguna parte, como, en auto stop. Tiene guasa el asunto, porque se para un coche y te pregunta “¿Dónde vais chavales?.”  -¿Donde va usted?.  “Voy a La Junquera.”  -Ya nos va bien.
Cargamos las mochilas en el maletero y andando que es gerundio, luego te relajas, entablas un poco de conversación y como quién no quiere la cosa, te encuentras en otro mundo,  -quiero decir en otro lugar que no conocías-. Mientras esperas a que alguien pase al interior de Francia, buscas un lugar en la carretera para hacerte bien visible, a lo mejor se te hace de noche, pero ¿qué importa?, estamos de vacaciones y eso no todo el mundo lo puede decir, DE VACACIONES POR EL MUNDO, mola un montón oye. Que tienes que dormir al raso, dormimos, que viajar así también cansa lo suyo. Un buen saco de dormir o alguna casona vieja cerca de la carretera, sirve perfectamente para pasar la noche.
Te despiertas por la mañana y los pájaros te sirven de despertador, ¡qué gozada!, buscamos algún lugar para poder asearnos y vuelta al lio. Armados de esta casi infinita paciencia, nos movemos poco a poco, un furgón de repostería, de un auténtico currante, nos lleva hacia el interior de Francia. Jorge habla francés, ¿qué no sabrá este tipo?, después de unos kilómetros, resulta que el tipo es de familia española y vive en Perpiñán, pero ¿bueno…?, nos ha tomado el pelo, resulta que habla español mejor que nosotros.
Nos deja en el mismo centro, allí conocemos a otros carrileros que hacen ruta hacia otros sitios, uno es catalán, el otro vasco, claro, primos hermanos, me refiero a esto de las autonomías y este rollo, yo paso de estas cosas pero al parecer ellos no, al rato ya estoy cansado de oírles hablar de política. Creo que estas cosas no llevan a ninguna parte, que si el independentismo, que si la soberanía…
Le digo a Jorge  “Oye ¿y si nos abrimos?, este tostón no lo soporto.”  -Sí, será mejor, estos son capaces de llegar a Alemania con el mismo tema.  -¿Es que vamos Alemania tío?, eso no me lo habías dicho.   “A Alemania o donde nos lleve el viento, estamos o por lo menos yo, estoy en un viaje de introspección, necesito reflexionar, que mejor manera que haciéndolo viajando, como lo hacemos nosotros, ¿no te parece?.”   Tuvimos suerte de poder viajar tres horas en tren sin que nadie nos pidiera billete, eso nos llevó a Paris más o menos, atravesamos Clemont – Ferrant e hicimos noche en una granja sin que el dueño se apercibiera, era una propiedad inmensa. A veces era de día y otras  de noche, pero a menudo dormíamos durante el día.
Comencé a tener malos sueños, pesadillas, en las que veía a mi padre tras de mí con una llave inglesa, yo iba en la parte trasera de un tractor con otros y él, corriendo me daba alcance, cuando estaba a punto de hacerlo despertaba, feliz de que fuera un sueño, y preocupado por que lo fuera. Esto se repitió a menudo, en otras circunstancias, entonces decidí que para mí, aquella experiencia había tocado a su fin.  –Jorge, yo me vuelvo a casa, he pasado unos días muy buenos contigo pero… me sabe muy mal decírtelo, echo de menos a todos y todos los que dejé en España, este es el momento de decirnos hasta pronto.-
“¿Cómo que me dejas solo?, hemos pasado unos días de lujo Jaime, no lo estropees ahora hombre.”
Mientras hablábamos vi a lo lejos, una estación de tren. Eso acabó por decidirme, me quedaba algo de dinero y mi VISA, de forma que lo dejé y me encaminé a la estación. Yo me despedí, él no me dijo ni adiós, estaba cabreado lo entiendo,  -Nos veremos a tú vuelta amigo, que te vaya bien.  “Vete a la mierda, tú no eres mi amigo.”
Mis padres no podían creer que estuviera de vuelta, mi hermana que volvía del instituto por la tarde, se echó sobre mí mientras descansaba del arduo viaje, mi madre quiso persuadirla de que me dejara dormir pero entró en tromba en la habitación, y se echó encima de mí comiéndome a besos. Después de eso, por la noche, me preguntaron que hacía, como me transportaba, que comía, donde dormía, ¡tantas preguntas a la vez!, solo supe responderles que cuando viajas del modo que lo hicimos, la mayoría de los días eran de cielo claro, pero que sin embargo, nos alumbraba el sol de medianoche.


                                                         -.-.-.-.-.-.-.-.-.--.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-




No hay comentarios:

Publicar un comentario