¡ME GUSTARÍA TANTO SER… ¡
El ala de un pájaro, independiente y segura, frágil y a la vez apegada al sistema que hace que pueda moverme, que aun perdiendo alguna pluma, pudiera moverme libremente, conversando con mi consorte, el ala derecha, que sin decirnos nada y todo a la vez, sincronizamos nuestros movimientos para hacer del vuelo un disfrute, para dar mayor vigor a ese cuerpo central que nos da la sangre necesaria para poder hacer cabriolas en el aire y ayudarla a cazar en él, el sustento que necesitamos todo el conjunto para vivir.
O formar parte del viento, sea este de levante, poniente, tramontana, mistral, siroco, xaloc, o cualquier otro, que sopla sobre la tierra, como si fuera una gran boca que no duerme, y siempre está dispuesto a llevar a las naves hasta buen puerto, a veces, para descansar de tanto soplido extremo, ser una suave brisa para complacer a todo el mundo, y aliviar su descanso, suavizar el calor del verano, ¡debe de ser tan hermoso sentirse así!.
Otras veces, divagando dentro de mi mente, pienso en que me gustaría ser juglar, de estos que iban de castillo en castillo, de pueblo en pueblo, de plaza en plaza, tocar la lira, la rota o el salterio, junto con versos y romances cantados debe haber sido una delicia. Es cierto que la mayoría de ellos vivían al día, pero solo el ver como las gentes hacían un círculo alrededor de ellos, aplaudiendo después las gracias de los cantos, debería ser toda una experiencia. Y de allí, al camino de nuevo, luego de pasar solo, un par de días allí, pero eran felices, como se suele decir todavía… “Me voy con la música a otra parte.”
¿Y ser una ola del mar?, cabalgar a capricho de las aguas que hay bajo ti, remontarte en constante crecimiento, para terminar rompiendo en alguna parte de ese camino, y llegar hasta la orilla de la playa gozosa, saturada de espuma que se desvanece al instante, pero que ve cumplida su misión, solo para volver hacia el interior del mar, y si puede, hacer una cresta más grande, ¡cuánta satisfacción crean las olas para toda clase de vida marina!, a menudo se ven focas cabalgando como expertos surfistas sobre ellas, otras son los mismos delfines, fantásticas criaturas, que agradecen que se formen estos fenómenos en el líquido elemento, y que les ayudan a comer para alimentar a sus retoños.
Gustar por gustarme, me gustaría ser hasta adoquín de la calle, anclado firme en el suelo, donde todo el mundo pisa sobre ti, seguro de no tropezar, gentes de toda clase y condición, pasean por estos sólidos suelos, yo no sentiría su peso, soy más fuerte y duradero que ellos, de hecho, han pasado sobre esta piedra maciza, varias generaciones y sin embargo ya ves, estaría ahí para ver a sus hijos, a los hijos de sus hijos, y así hasta quién sabe donde en el tiempo…
¡Se me ocurren tantas cosas que me gustaría ser…!, pero esto es solo un sueño, mejor dicho, un sueño solo para mí, no para ellos que han vivido y viven esta clase de aventura. Como los castillos medievales, que en un tiempo cumplieron una misión específica, defender las tierras de nobles, y ahora son un mero espectáculo para turistas foráneos.
Ríos, árboles, montañas, ¡tantas cosas he soñado ser!, que solo se me ocurre después de analizarlo bien, que de alguna forma soy algo de todo esto, luz, oscuridad, realidad y ficción, como en una amalgama de deseos, que resultan mera frustración, entre comillas por supuesto.
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