jueves, 21 de junio de 2012

LA CONEJA Y LA GATA.


                                         LA CONEJA Y LA GATA.


Era muy temprano, el conejo salió de su madriguera, con él tres gazapos. Los pequeños conejos, seguían a su madre en el quehacer diario de comer  brotes de plantas que estaban frescas por el rocío de la noche, de forma paciente, les enseñaba cual era la mejor comida para que sus cuerpos crecieran, para que estuvieran sanos.
Cerca, entre unos abrojos espinados esperaba un gato. Sigiloso y atento a cualquier movimiento, bien camuflado con su piel rayada, agazapado en un rincón del camino donde sabía que diariamente cruzaban los conejos, iban del otro lado porque la coneja sabía qué lugar era más seguro para sus crías. Los conejos son animales de costumbres, sobre todo cuando el caso es  -como ese día-, que tenía que prestar atención a sus pequeños hasta que pudieran valerse por ellos mismos, hasta que estuvieran bien entrenados en la compleja vida salvaje del bosque.
Los conejos están muy bien dotados de herramientas, aparte de sus dientes, para escuchar y apercibirse de cualquier ruido del bosque. Sus largas orejas, esas que les sirven a los humanos para cogerlos y transportarlos, son como parabólicas que escuchan en todas direcciones, ¡y como escuchan…!. Comen casi de todo, cuando en el bosque no encuentran lo deseado, se adentran en los campos de cultivo y comienzan a roer todo cuanto se haya a su paso. Sí es un fastidio, pero ellos no ponen fronteras al hombre cuando queman territorio, de donde desde hace muchas generaciones, se han alimentado.
Para ellos no hay fronteras, entran bajo un cercado comen lo que les apetece y se van, más temprano que tarde. Pero ese gato se la tiene jurada, se ha propuesto cazar alguno de los pequeños, es un depredador, y como tal, manifiesta sus cualidades cazando desde pájaros a ratones, y de paso, si algún conejito cae en el saco pues mejor.
Se relame los bigotes, esos que se tensan y se arquean adelante, cuando está a punto de lanzarse sobre una presa. ¡Qué paciencia la de este animal…!, recogido de ese modo, en su escondite preferido, los ve pasar cada día, se mueven a solo un par de metros de él, dando pequeños saltos cambian de escenario, los conejos son imprevisibles y por lo tanto, estudia sus movimientos sin precipitarse, es una gato de campo y gracias a él sobrevive, es por eso que es paciente.
Si hace fala esperar tres días, espera, acecha y observa, luego se vuelve a su cubil y atiende las necesidades de las ocho crías que tuvo hace solo quince días. Cuando la oyen llegar, sus pequeños, se pisan los unos a otros con el fin de mamar de su madre y ella se echa, para que todos se satisfagan de la leche que lleva en su interior, luego, se quedan dormidos de nuevo.
“Mañana por la mañana será el día”, se refiere a que ya tiene las suficientes referencias para dar caza a unos de los gazapos. Todos se quedan dormidos, dejan que la luz del crepúsculo les vaya dando la paz y el descanso que todos necesitan, que reponga las fuerzas de ella, que mañana sale de caza para intentar cobrarse una pieza
Por la mañana, a eso de la siete, la gata sale de su cubil y justo cuando sale su cabeza a la luz de la mañana, se encuentra en la puerta de su casa con la coneja y cinco de sus gazapos, nadie sabe si tuvo más, lo cierto es que esos son los que le quedan. Todos pegados al cuerpo de la madre, temerosos, respiran de forma agitada, mientras que su madre saluda a la gata que se queda petrificada con una pata delantera levantada sin saber reaccionar.
Saluda a la gata  “¿Qué tal señora gata, como están sus muchachitos?. Espero que bien, porque el bosque es traidor ¡trae tantas desgracias entre los nuestros!.”  -Pues…mire usted, tiene razón en lo que dice  (sus palabras son entrecortadas), pero… que le vamos a hacer, la vida es así, difícil, cruel si me apura, todos tenemos que convivir entre auténticos desafíos.-   “Que me va usted a contar, nuestra raza, los conejos, parece que tengamos imán para los problemas, cuando no estamos huyendo de otros animales, estamos huyendo de los humanos que a golpe de escopeta nos cazan sin piedad. ¡Qué crueldad!, nosotros, que lo único que queremos es reproducirnos en paz, ver crecer a nuestros hijos que como estos míos, ya aprenden a seleccionar las plantas que deben comer. ¡Cuánto gozo el verlos así, hay días que se me sale el corazón del pecho, del orgullo de ser madre!.
-Pues ya ve…, es lo mismo que deseo yo para los míos, los auténticos gatos de campo, somos depredadores, va con nuestra raza y nuestros instintos. De otro modo ¿cómo podríamos sobrevivir?.   “Pues mire, ya que lo dice, yo siempre he tenido en mente que ya que los humanos son más fuertes que nosotros, y que no se les puede combatir fácilmente, porque hasta usan perros para seguir nuestro rastro hasta que nos abaten, pensé una vez, que lo mejor era vivir entre ellos, hacernos animales domésticos en sus fincas y sus granjas, pero creo que al final acabaríamos cogidos por las orejas y muertos para acabar en algún plato cocinado. Pero los gatos son considerados de diferente forma, en las granjas siempre hay ratones a montones, comida fácil que hay que eliminar para que no acaben con el grano y cosechas de todo tipo, los gatos sois animales muy apreciados, mimados diría yo. En el fondo me dan envidia ¡ojalá hubiera nacido gato de campo!.
-¿Ve usted?, en eso no había pensado, es verdad, y además deben dormir bajo techo siempre, eso es lo que siempre he deseado. ¿Sabe usted de alguna granja próxima?.  “Claro, hay una con muy buena gente que está solo a mediodía de aquí. ¿Porqué no se acerca usted a verla?, yo si fuera usted iría con una carta de presentación, una de mis crías en la boca, creo que es el modo que tienen ustedes de transportar a sus hijos.   –Ya, pero ¿y mientras hago esto debo de dejar a mis otros cachorros abandonados?, no creo que lo pueda hacer.  “No se preocupe, me comprometo a cuidarlos yo mientras usted vuelve,  (sentada sobre sus posaderas, con la pata derecha levantada, le dio su palabra de que encontraría a sus hijos en buena salud, a su vuelta).
-Voy a intentarlo. No pierdo nada con probar, si me echan trataré de encontrar algún otro sitio. Muchas gracias, me hace usted un favor inmenso, me fio de usted, al fin y al cabo si la hubiera atacado a usted o a alguna de sus crías hoy no hubiera podido hacer nada por defenderse, sin embargo aquí está.
Después de las indicaciones oportunas, la gata emprendió camino con una cría que ya empezaba a abrir los ojos. Mientras la coneja se mantuvo cerca del cubil de la gata con sus hijitos, comían y brincaban despreocupadamente, así pasaron más del tiempo conveniente, para no ser localizados por alguien que estuviera de paso.
Pasado un buen tiempo de todo esto, la coneja llevó a sus pequeños a la madriguera, pero ella se volvió con los gatitos, confiaba en que a una hora u otra la gata aparecería. Se metió dentro del cubil y esperó pacientemente, echada sobre un costado, los gatitos comenzaron a sentir su calor y se acercaron gateando hasta ella. Ahora ya estaban mamando, quizás quedara algún residuo de leche, el caso es que no se apartaban de allí, por fin apareció la gata sin su cría, estaba excitada y parecía querer contarle algo a la coneja que amablemente se despidió, sus gazapos llevaban demasiado tiempo solos. Dejó al gato como quién dice, con la palabra en la boca.
Cuando regresó a la madriguera la coneja se encontró el lugar vacío, salió y buscó desesperadamente a sus crías por todas partes pero no las encontró. Una vecina que tenía su madriguera en otro nivel del campo, se compadeció de ella y fue a su encuentro.  / Llegaron unas zorras, venían desde lejos oliendo el campo, la primera madriguera que encontraron fue la tuya, hurgaron con las patas de delante para abrir tú casa, de modo que les fuera más cómodo llegar hasta tus crías una se llevó a dos en la boca, ya muertas. La otra, se entretuvo más tiempo y aquí mismo se despacho a una de ellas, las otras heridas de muerte no tuvieron ninguna oportunidad, también se las levó del mismo modo que la primera, lo siento mucho.
Los animales no piensan, pero a buen seguro que este drama la dejó fuera de sí un buen rato. Se le notaba en la respiración acelerada, y un nerviosismo que a ella misma le sorprendió. Dando pequeños saltos en mitad de la noche, se acercó al cubil de la gata. Llegada a la puerta del cubil, en voz baja, le hizo saber a la gata lo que había acontecido, esta, sin decir palabra, le mostró su solidaridad, sabía que aquello sucedió por haber cumplido su palabra de proteger a sus gatitos.
La hizo pasar dentro; allí con ella, trató de razonarle que de haber estado ella allí, las zorras también se la habrían llevado a ella, la coneja asintió, pero aun así se encontraba tremendamente sola.  “Bueno ahora estoy sola, te podré ayudar de manera más efectiva en tú tarea de cambiar de lugar, cuenta que tal te fue…”  -Ha sido una bendición la sugerencia que me diste, nos han aceptado fantásticamente, mañana continuo el traslado del resto de la familia.  “Pues cuenta conmigo de nuevo, dedicaré todos mis esfuerzos a proteger a tus gatitos hasta que todos estéis a salvo y en paz.”  -Gracias amiga, jamás imaginé que alguien tan diferente a mí pudiera brindarme tanta ayuda.
Y eso fue lo que sucedió hasta que quedó en el cubil una sola cría de gato, era media tarde, y aunque la gata conocía el camino sobradamente después de tantos viajes, le costaba lo suyo, en algunos momentos, tenía que esconderse con su hijo en la boca, para dejar pasar a otros depredadores que habrían dado buena cuenta de ella y sus hijitos.
La lucha por la supervivencia, hace que a menudo se vean casos extraños. Se ha dado el caso en ocasiones, que un leopardo ha dado caza a una cría de impala y no la ha matado, la ha subido al árbol donde casi siempre reside cuando no está criando, y ha compartido con ella momentos de ternura inconcebibles para los seres humanos, ¿la subió allí para criarla ella…?, nadie lo sabe, pero el impala no está hecho para vivir en un árbol, sin embargo el leopardo no puede alimentarla, debe bajar al suelo a pastar con los suyos, esta es la clave de su supervivencia. La retiene allí dos días enteros, con las patas del cervatillo colgando a lado y lado, pero… ¿qué más puede hacer con ella?. Al final la abandona, y allí con la mejor intención muere, para pasar a ser pasto de los leones que han observado toda la escena.
Las zorras merodeaban de nuevo por aquel lugar lleno de comida fácil, se las oía, aunque no se las veía, entonces de un salto, la coneja salió del cubil de la gata, echó a correr como solo los conejos saben hacer, quería alejar a las zorras del cubil, pero  casi al instante le dieron caza. Se la llevaron en la boca todavía pataleando por el sufrimiento, pero salvó al gatito.
Al cabo de un tiempo la gata volvió, vio a su último hijo, dando vueltas sobre sí mismo nervioso, dando pequeños maullidos, propios de un futuro cachorro de gato.  –Vaya hombre, ¿esta es la ayuda que me iba a dar la coneja, dejar a mi último hijo abandonado?, la próxima vez que me tropiece con un conejo no voy a tener compasión, ¡vaya lianta esa coneja!.


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