COSTUMBRES OLVIDADAS
Se
me ha olvidado amar, no quisiera reconocerlo pero es así, la falta de costumbre
supongo, el tiempo encerrado en uno mismo ayuda a que te envilezcas, cada día,
hora tras hora, noche tras noche, te encuentras solo paseando en compañía de tu
propia sombra. Tus costumbres pasan de ser el todo, a nada, de vivir en armonía
forzada con tus propios pensamientos.
¡Claro
que pasear es bueno…!, es una opción que muchos tienen para dejarse llevar por
el tiempo, para desahogar sus pensamientos negativos, cansarse de andar, gastar
asfalto y calzado, eso está muy bien si tienes algún propósito en mente, sino
es así, el paseo resulta en un maldito suplicio, en un engaño, en sí mismo.
He
olvidado las cosas más elementales de la vida, por lo menos es mi parecer, la
soledad es buena solo a veces, luego necesitas respirar hondo, y eso solo lo
puedes hacer con alguien a tu lado, si este proceso llegas a tenerlo con
alguien que como tú ha padecido las inclemencias de tiempos amargos, pasados en
soledad, puede ser que encuentres la ayuda que necesitas. Pero no hay que tener
prisa, el tiempo pasa deprisa para los apresurados, para los que tenemos la
mente fría, después de tanto desconcierto, de tanta locura, de tanta soledad,
se necesita ser prudente y estar seguro de lo que emana de ese corazón medio
sangrante, que casi no puede latir por los pasados infartos que las
circunstancias le ha producido.
Ahora,
después de todo eso, no buscas sangre fresca, buscas vivir en paz contigo
mismo, dando prioridad a la persona que puede ser tu amiga, que te vigila y te
observa, que se siente a gusto a tú lado, eso es como vivir en un pequeño
paraíso artificial. La antesala de una vejez que se apresura, te deja ver
puertas abiertas donde otros no ven salida alguna. Me he visto en este dilema varias
veces en mi vida, y lo único que me ha ayudado es cambiar de escenario. Como
quién no se sabe algún entreacto de una vieja obra arrinconada por el tiempo, o
poco popular porque los que intentaron interpretarlo, no estaban demasiado
seguros del éxito de la misma.
La
vida se vive i basta, no es una cuestión de éxito o fracaso, no hay que
imaginar que es un capitán que manda como se deben hacer las cosas, la vida no
es la mili.
Es
la única oportunidad que tenemos para hacer las cosas a nuestra manera, el
botón de muestra para las generaciones que nos sucedan, el modelo que unos
rechazarán por considerar que nuestra vida es una mierda, y que otros
aprovecharán para ver en ella cosas buenas que entresacar de las costuras de
nuestro traje a medida. No hay duda alguna que esto es así, nadie quiere ser el
malo de la película. Nosotros tenemos el deber de vivir de la forma y manera
que queramos, que hayamos elegido, no les gustará a muchos, tendremos juicios y
evaluaciones, suspensos, notables y sobresalientes, y eso es lo realmente
importante, que no olvidemos nuestras costumbres, formas de amar y ver los
asuntos, encender más allá de lo que los demás deseen tantos candelabros como
necesitemos para iluminar nuestro camino.
Si
se nos olvida vivir así, si perdemos la costumbre de apreciar el sol o en su
defecto la luna, olvidaremos que estamos vivos, que todo cuanto nos rodea nos
pertenece, se ha puesto a nuestra disposición para nuestro disfrute.
Arthur
Schopenhauer hizo una reflexión al respecto de que es la vida “Los primeros cuarenta años de vida nos dan
el texto; los treinta siguientes, el comentario”. Buena reflexión ésta, nadie
nos apura a vivir deprisa, pero si a valorar cada minuto del resto de nuestras
vidas.
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