lunes, 1 de diciembre de 2014

COSTUMBRES OLVIDADAS





                                           COSTUMBRES OLVIDADAS


Se me ha olvidado amar, no quisiera reconocerlo pero es así, la falta de costumbre supongo, el tiempo encerrado en uno mismo ayuda a que te envilezcas, cada día, hora tras hora, noche tras noche, te encuentras solo paseando en compañía de tu propia sombra. Tus costumbres pasan de ser el todo, a nada, de vivir en armonía forzada con tus propios pensamientos.
¡Claro que pasear es bueno…!, es una opción que muchos tienen para dejarse llevar por el tiempo, para desahogar sus pensamientos negativos, cansarse de andar, gastar asfalto y calzado, eso está muy bien si tienes algún propósito en mente, sino es así, el paseo resulta en un maldito suplicio, en un engaño, en sí mismo.

He olvidado las cosas más elementales de la vida, por lo menos es mi parecer, la soledad es buena solo a veces, luego necesitas respirar hondo, y eso solo lo puedes hacer con alguien a tu lado, si este proceso llegas a tenerlo con alguien que como tú ha padecido las inclemencias de tiempos amargos, pasados en soledad, puede ser que encuentres la ayuda que necesitas. Pero no hay que tener prisa, el tiempo pasa deprisa para los apresurados, para los que tenemos la mente fría, después de tanto desconcierto, de tanta locura, de tanta soledad, se necesita ser prudente y estar seguro de lo que emana de ese corazón medio sangrante, que casi no puede latir por los pasados infartos que las circunstancias le ha producido.

Ahora, después de todo eso, no buscas sangre fresca, buscas vivir en paz contigo mismo, dando prioridad a la persona que puede ser tu amiga, que te vigila y te observa, que se siente a gusto a tú lado, eso es como vivir en un pequeño paraíso artificial. La antesala de una vejez que se apresura, te deja ver puertas abiertas donde otros no ven salida alguna. Me he visto en este dilema varias veces en mi vida, y lo único que me ha ayudado es cambiar de escenario. Como quién no se sabe algún entreacto de una vieja obra arrinconada por el tiempo, o poco popular porque los que intentaron interpretarlo, no estaban demasiado seguros del éxito de la misma.
La vida se vive i basta, no es una cuestión de éxito o fracaso, no hay que imaginar que es un capitán que manda como se deben hacer las cosas, la vida no es la mili.

Es la única oportunidad que tenemos para hacer las cosas a nuestra manera, el botón de muestra para las generaciones que nos sucedan, el modelo que unos rechazarán por considerar que nuestra vida es una mierda, y que otros aprovecharán para ver en ella cosas buenas que entresacar de las costuras de nuestro traje a medida. No hay duda alguna que esto es así, nadie quiere ser el malo de la película. Nosotros tenemos el deber de vivir de la forma y manera que queramos, que hayamos elegido, no les gustará a muchos, tendremos juicios y evaluaciones, suspensos, notables y sobresalientes, y eso es lo realmente importante, que no olvidemos nuestras costumbres, formas de amar y ver los asuntos, encender más allá de lo que los demás deseen tantos candelabros como necesitemos para iluminar nuestro camino.

Si se nos olvida vivir así, si perdemos la costumbre de apreciar el sol o en su defecto la luna, olvidaremos que estamos vivos, que todo cuanto nos rodea nos pertenece, se ha puesto a nuestra disposición para nuestro disfrute.
Arthur Schopenhauer hizo una reflexión al respecto de que es la vida  “Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario”. Buena reflexión ésta, nadie nos apura a vivir deprisa, pero si a valorar cada minuto del resto de nuestras vidas.



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