MATRIMONIOS FELICES
Después
de la primera experiencia sexual, a menudo contigo mismo, te invade el deseo de
experimentar el placer del sexo con otro ser humano. Esa es definitiva, la
pauta que marca el deseo de casarse, te masturbas y la cagas, ¿por qué?, pues porque
piensas que debe ser la leche el goce y disfrute de tu pareja, que también
seguramente, ha estado ensayando las mismas cosas que tú a solas. La ves o lo
ves, y ahí comienzan las miradas, los paseos a solas, las pequeñas preguntas
que deben resolver las incógnitas de cómo sería la vida juntos.
Poco
se habla del futuro, siempre es incierto y a veces cruel, pero si te lo
planteas bien, puedes vivir con esa persona escogida entre docenas, la ideal
para ti. A eso dedicas el resto del tiempo hasta que todo culmina en boda, más
o menos sencilla, pero en boda al fin y al cabo. ¡Sí, he acertado… esta vida es
la leche! Y llegan los niños y más trabajo, se cambian algunos planes que
estaban ya concretados, lógico, pero eres feliz al fin y al cabo. Todo se hace
en pro de la familia, para contagiarlos de esa experiencia hermosa que te ha
llevado a ser lo que eres, un padre feliz.
Sin
embargo, hay una segunda parte como en todas las cosas, puede comenzar por un
leve desacuerdo que no tenga la más mínima importancia, pero si no se habla con
la franqueza que caracterizó desde buen principio el matrimonio, puede ser un
problema acumulativo que termine en desastre. No tiene por qué llegar la sangre
al río, no, nada de eso; solamente es que no se soportan, ya no hay discusiones
felices, no se hablan determinadas cosas delante de los hijos que ya son
mayorcitos y se quedan con toda la película. En unos casos se acercan al padre,
en otros más concretos a la madre, es quién los ha parido y posiblemente, la
que salga más mal parada de la situación del divorcio. Pero… ¡Qué bonito fue,
mientras duró!
Segunda
parte, todo el mundo, de la familia recién deshecha, busca otros terrenos donde
poder cultivar o cautivar a otros para que la familia se reestructure. Bueno a
eso se le llama poner parches en la obra, porque por dentro está hecha polvo y
en algunos casos cenizas. Encuentros en la segunda fase, la de parejas
sustitutas surgidas de algún lugar del espacio. En estas circunstancias, ya no
se discuten tantas cosas como en la primera vez en la que los novios hablaban
de tantos detalles que marcarían su futuro, no somos tan exigentes, nos
conformamos con casi cualquiera que nos prometa cariño y amor, afecto y
respeto.
¡Huy,
demasiadas cosas…! no se puede pedir tanto, es cuestión de ir tirando y basta.
Es lo que piensan la mayoría, vecinos, familia, hasta que los niños sean
mayores, entonces, ya veremos lo que pasa. En definitiva, queda ante los ojos
de los divorciados, la aventura, una aventura que no tiene porqué terminar mal,
a veces es todo lo contrario, los hijos llegan a querer a esta segunda madre
más que a la primera. En el caso contrario, puede suceder lo mismo, no importa
la edad que los hijos tengan, con tal de que esta recién llegada respete a su padre.
El
matrimonio no concluye siempre con un divorcio, lo digo por experiencia, las
mujeres a quienes amé e indefectiblemente han dejado un rastro indeleble en mi
vida, me lleva a pensar que el matrimonio, lejos de ser un arreglo puramente
burocrático como institución, es en sí un camino que nunca dejas de andar por
las huellas que en él has ido dejando. Sacrificios de ambos conyugues, alegrías
y llantos que han hecho en ocasiones pensar, que el cielo iba a caerte encima.
Todo eso y más es un matrimonio feliz, aunque ahora no esté casado.
No
estoy de acuerdo con Simone de Beauvoir cuando expresó lo que para ella era el
matrimonio. “La familia es un nido de perversiones”, es muy gordo decir eso si
nunca has estado casado, es como concluir que todas las piedras que se echan al
agua se hunden, pues mira tú por donde, hay una piedra que no se hunde nunca,
la piedra pómez.
Diferencias,
intrusiones, ilusiones que se frustran antes de llevarse a cabo, infidelidades,
todo esto lleva a pensar que el matrimonio no es nada bueno. Creo que el que
piensa así está equivocado, los matrimonios a pesar de estar separados, pueden
seguir siendo felices con buen humor y tomando buena nota de lo que los ha
vencido.
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