miércoles, 3 de diciembre de 2014

MATRIMONIOS FELICES.


                                            MATRIMONIOS FELICES


Después de la primera experiencia sexual, a menudo contigo mismo, te invade el deseo de experimentar el placer del sexo con otro ser humano. Esa es definitiva, la pauta que marca el deseo de casarse, te masturbas y la cagas, ¿por qué?, pues porque piensas que debe ser la leche el goce y disfrute de tu pareja, que también seguramente, ha estado ensayando las mismas cosas que tú a solas. La ves o lo ves, y ahí comienzan las miradas, los paseos a solas, las pequeñas preguntas que deben resolver las incógnitas de cómo sería la vida juntos.

Poco se habla del futuro, siempre es incierto y a veces cruel, pero si te lo planteas bien, puedes vivir con esa persona escogida entre docenas, la ideal para ti. A eso dedicas el resto del tiempo hasta que todo culmina en boda, más o menos sencilla, pero en boda al fin y al cabo. ¡Sí, he acertado… esta vida es la leche! Y llegan los niños y más trabajo, se cambian algunos planes que estaban ya concretados, lógico, pero eres feliz al fin y al cabo. Todo se hace en pro de la familia, para contagiarlos de esa experiencia hermosa que te ha llevado a ser lo que eres, un padre feliz.

Sin embargo, hay una segunda parte como en todas las cosas, puede comenzar por un leve desacuerdo que no tenga la más mínima importancia, pero si no se habla con la franqueza que caracterizó desde buen principio el matrimonio, puede ser un problema acumulativo que termine en desastre. No tiene por qué llegar la sangre al río, no, nada de eso; solamente es que no se soportan, ya no hay discusiones felices, no se hablan determinadas cosas delante de los hijos que ya son mayorcitos y se quedan con toda la película. En unos casos se acercan al padre, en otros más concretos a la madre, es quién los ha parido y posiblemente, la que salga más mal parada de la situación del divorcio. Pero… ¡Qué bonito fue, mientras duró!

Segunda parte, todo el mundo, de la familia recién deshecha, busca otros terrenos donde poder cultivar o cautivar a otros para que la familia se reestructure. Bueno a eso se le llama poner parches en la obra, porque por dentro está hecha polvo y en algunos casos cenizas. Encuentros en la segunda fase, la de parejas sustitutas surgidas de algún lugar del espacio. En estas circunstancias, ya no se discuten tantas cosas como en la primera vez en la que los novios hablaban de tantos detalles que marcarían su futuro, no somos tan exigentes, nos conformamos con casi cualquiera que nos prometa cariño y amor, afecto y respeto.

¡Huy, demasiadas cosas…! no se puede pedir tanto, es cuestión de ir tirando y basta. Es lo que piensan la mayoría, vecinos, familia, hasta que los niños sean mayores, entonces, ya veremos lo que pasa. En definitiva, queda ante los ojos de los divorciados, la aventura, una aventura que no tiene porqué terminar mal, a veces es todo lo contrario, los hijos llegan a querer a esta segunda madre más que a la primera. En el caso contrario, puede suceder lo mismo, no importa la edad que los hijos tengan, con tal de que esta recién llegada respete a su padre.

El matrimonio no concluye siempre con un divorcio, lo digo por experiencia, las mujeres a quienes amé e indefectiblemente han dejado un rastro indeleble en mi vida, me lleva a pensar que el matrimonio, lejos de ser un arreglo puramente burocrático como institución, es en sí un camino que nunca dejas de andar por las huellas que en él has ido dejando. Sacrificios de ambos conyugues, alegrías y llantos que han hecho en ocasiones pensar, que el cielo iba a caerte encima. Todo eso y más es un matrimonio feliz, aunque ahora no esté casado.

No estoy de acuerdo con Simone de Beauvoir cuando expresó lo que para ella era el matrimonio. “La familia es un nido de perversiones”, es muy gordo decir eso si nunca has estado casado, es como concluir que todas las piedras que se echan al agua se hunden, pues mira tú por donde, hay una piedra que no se hunde nunca, la piedra pómez.
Diferencias, intrusiones, ilusiones que se frustran antes de llevarse a cabo, infidelidades, todo esto lleva a pensar que el matrimonio no es nada bueno. Creo que el que piensa así está equivocado, los matrimonios a pesar de estar separados, pueden seguir siendo felices con buen humor y tomando buena nota de lo que los ha vencido.




                                                    -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- 

No hay comentarios:

Publicar un comentario