RECIÉN LLEGADO
Nadie
sabe con certeza de donde viene, solo saben los que lo conocen que llega de
tierras mediterráneas, de ambientes playeros y calurosos, tampoco saben los que
lo conocen, el por qué se ha marchado tan lejos de todo y de todos, lo intuyen
pero no pueden asegurar que haya habido nada preconcebido en su actuación, ha
sido algo improvisado.
Lo
que para cualquier miembro de su familia establecida en determinado lugar, se
les hace poco menos que inimaginable que decida casi de la noche a la mañana
irse sin más. Tiene sus razones, pero para muchos son pobres, argumentan que
tiene la vida resuelta y que con el paso del tiempo hubiera podido meditar
mejor y con más cautela, el lugar exacto donde a los demás les hubiera parecido
lógico que fuera a parar.
¡Que
diferentes se ven las cosas cuando no se comprenden las intenciones de los que
tenemos al lado nuestro, aquellos con los que convivimos, se nos hace difícil
ver los motivos que llevan a que sin afán ninguno, este recién emigrado sea un
recién llegado al lugar donde ha decidido vivir de forma indefinida!.
De
cualquier modo, se comprende, que al no llevar lastre alguno en su ligero
equipaje, su viaje tiene poco de importante, diferente sería si el caso fuera
que tras de sí tuviera que arrastrar hijos o esposa, familia que se
interpusiera en su decisión. No es su caso, es un aventurero un tanto incomprendido
y hostil para unos cuantos, para otros es un loco de atar, que ni siquiera sabe
el por qué tomó la decisión esa noche, en la que el resto, la dedicaban al
sueño reparador del día de mañana. Para los vecinos del lugar adonde llegaba
fue uno de esos forasteros que poco o nada saben del clima de la región, como
si para poder vivir en determinado lugar, fuera determinante ser oriundo de un
territorio.
Él
ha llegado para quedarse, establece vínculos rápidamente con cualquier lugar,
el clima es lo de menos, la gente que lo recibe, lo que más. Ha encontrado
cariño y respeto dentro de los ámbitos que más le interesan, puede que para
muchos sea un egoísta, sin embargo… ¿no es lo que busca cualquiera que se
precie como persona? Poco le importan los inoportunos comentarios de algunos,
de eso no se vive, de esa palabrería no se consuela uno, no se llena el
estómago con alabanzas baratas o que se hagan por quedar bien. El recién
llegado, que es de otro lado el recién partido, no sabe de lenguas, no se
identifica con nadie y sin embargo, es feliz con todo el mundo.
De
todos modos, lo mejor según el ve las cosas, es ser prudente, comedido y hasta
cierto punto dependiente del resto de los vecinos, son los que en un futuro
inmediato, van a llevarle de la mano, para enseñarle a ver que donde acaba de
llegar es un lugar distinto de lo que pensaba. Es una tierra dura donde el arado
cuesta de enterrar para mover la tierra, y sus gentes son lo mismo que esa
tierra en la que han nacido, austeros, duros y dicho sea de paso y con razón
arrogantes.
¡Joder
que frío hace…! se dice a sí mismo una de esas mañanas de invierno en las que
el sol no se deja ver, en cambio se resiste a ver la parte sencilla de la
historia, la que antes vivía en la otra punta del mapa allá en el Mediterráneo,
donde los micro climas que el mismo mar traza, establece marcadas diferencias
con esta tierra fértil pero ruda. También tiene desventajas la tierra de la que
viene, allí el calor es intenso mientras brilla el sol, incluso cuando se
ausenta, se pega a tus huesos como si formara parte de tu propio esqueleto,
mueves los brazos para regar tus flores y ya estás sudando sin remedio, esto se
le hizo pesado a nuestro recién llegado, no poder mover la mente, quedarse
aletargada como si fuera de acero blindado, para dejar que la pesadez del
ambiente pasara de largo.
Por
otra parte, piensa que el frio conserva, curte y alimenta voluntades como la
esperanza que él tiene de mantenerse despierto siempre que pueda, mientras las
fuerzas le acompañen. Así pues, no es cuestión del lugar a donde pueda
dirigirse nuestro viajante, el recién llegado puede volver a ser en cualquier
momento un recién partido hacia otro lugar, camino de otras tierras, buscador
de otros tesoros que adornan este gran país nuestro, luchador incansable de
búsquedas baldías, de territorios aun vírgenes por explorar para la mayoría
conformista. Nadie menos precia el valor de aquellos que se quedan
establecidos, tienen mil cosas en las que pensar, mil cuestiones que deben
ponderar, antes de emigrar como nuestro recién llegado a estas tierras.
Él
en cambio, considera que al no tener a nadie de quién responsabilizarse, es una
responsabilidad que ha contraído consigo mismo, investigar aquello que
desconoce, la tierra, los diferentes soles que se reflejan sobre ella, el vino
de las regiones, el buen yantar de sus gentes, su talento. ¿Alguien le debería
juzgar por querer solo eso?
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