martes, 16 de diciembre de 2014

EL TREN


                                                     EL TREN



-Bueno ya lo llevas todo, te he puesto tres mudas nuevas por si acaso, nunca se sabe lo que puede pasar, ten mucho cuidado, no te levantes mucho con el tren en marcha, procura ir poco a los WC de los vagones, están llenos de infecciones, podrías coger lo que no tienes. Sobre todo no pierdas de vista el equipaje, que hay mucho listo por ahí suelto.
-¡Vale mamá…! coño que pesada eres, todo esto lo tengo gravado a fuego en la frente a fuego, de las veces que me lo vienes diciendo desde hace dos semanas, joder.
-Vale, ya llegará el día que me tengas que dar las gracias por los consejos que te doy.
-Mamá esto no son consejos, es una tortura, ¡si solo voy a hacer un viaje de setecientos kilómetros en tren! Mañana desde Valladolid te doy un toque, ni tú ni yo nos vamos a dar cuenta de este viaje.

Jaime se va a hacer una prueba de trabajo en una empresa de envases para perfumería, diseña los envases con un ordenador, es un genio, es por eso por lo que lo han contratado por un mes, para ver qué es lo que sabe hacer y si está de verdad familiarizado con el mundo del diseño.

-Me voy que tengo todavía un rato hasta embarcar en el tren. Mamá un beso, muuuak.
La madre se pone a llorar, parece que se vaya a descubrir las Américas, no lo suelta y Jaime agachado y con todo el equipaje en las manos no logra zafarse de aquel abrazo intenso y constante
-Bueno venga mamá que me voy a quedar jorobado… venga te llamaré cuando llegue.

En la estación el domingo por la tarde es un auténtico caos, mucha gente vuelve a sus casas después de visitas familiares, otros son meros turistas, que cambian de ruta y siguen diferentes recorridos, siguiendo las indicaciones de mapas previamente recogidos en las oficinas de información y turismo. Jaime accede al andén que marca la ruta a seguir, en medio de la confusión toma una escalera que no lo conduce al tren que tiene que tomar, eso y los nervios que se apoderan de él sabiendo a lo que se enfrenta cuando llegue a Valladolid le hacen despistarse. Sube al talgo y busca el asiento que le corresponde, lo encuentra, es una de esas extrañas coincidencias que a veces se dan en los trenes, diferente convoy con la misma numeración de asientos.

Extrañamente este tren no lleva mucho pasaje, en el vagón donde él está, se parecían a ocho o diez personas a lo sumo. Los tres que van delante de él, dos hombres y una mujer bastante joven hablan portugués, cuando el tren sale de la estación después de un largo pitido, se pone a pensar que parece fácil hablar portugués pero que no lo es tanto cuando se habla deprisa como aquellos que van delante de él.
Al cabo de quince minutos se queda dormido, es inevitable, la noche anterior casi no ha dormido, nada le duelen los párpados, los ojos se le apagan como diría su madre.
Un señor vestido de revisor viene pidiendo billetes.   Buenas tardes señor, su billete por favor, oiga, este no es su tren, siento decirle que se ha equivocado de convoy, este tren termina en Badajoz.

-¡Nos ha jodido…! ¿Y no puede usted hacer algo para solucionar este entuerto?   
-Si le parece puedo hacer desviar el tren a la línea que le conviene a su destino, que por lo que veo es Valladolid.
-Menos guasa señor que usted está aquí para servir a los pasajeros.
-Es verdad usted disculpe, pero como comprenderá, no me lo voy a cargar a cuestas por un error suyo.
-¡Pues ya me dirá que es lo que puedo hacer yo ahora…!
-Ahora, lo que es ahora nada. Cuando lleguemos a Albacete se baja del tren, acude a nuestra oficina de la estación, le cuenta su problema y ellos le buscarán la mejor solución.
-¡Vaya unos cojones…! ¿Y qué les digo a los de la estación de Albacete?
-Eso usted verá, yo comenzaría por el principio, que se ha confundido de tren y que necesita ir a Valladolid lo antes posible ¿no le parece?
-Claro, para eso no hacía falta que le hubiera preguntado nada, menudo informador es usted.

El resto del viaje hasta llegar a Albacete no ha podido hacer nada más que quedarse sentado y dejar pasar kilómetros de vías y con ello el tiempo, tiempo que ha ocupado en dormitar y leer, hasta una de las veces se ha acercado al vagón bar. Se le han quitado las ganas de tomar nada al ver todo aquel gentío allí, el puñetero bar está vacío. Un tío gordo tomándose una cerveza tras otra y una señora bien parecida que está sentada en uno de los taburetes del lado de las ventanas, bebiendo una Coca Cola.
-¿Me a un agua mineral con gas por favor?
Se la sirven con un platito de plástico marrón al lado y el tiquet del precio de la bebida, tres euros veinte.
-Camarero, creo que se ha equivocado, no he pedido un cubata, solo un agua con gas.
-Es su precio señor, está correcto.
-Por curiosidad, y sin ánimo de ser indiscreto… ¿quién pone los precios el ministro de transportes?
-Eso no se lo puedo decir, no lo sé, pero tiene usted razón, en el bar del tren todo es bastante caro.

Saca del monedero cuatro euros y los deja sobre la mesa, le hace indicación de que se quede con el cambio.
-Tiene usted toda la razón  -es la señora del taburete la que hace el comentario-, en mi caso es diferente, todos los gastos los tengo cubiertos por la empresa, presento los recibos de todo cuanto consumo, desde viajes hasta un pintalabios que me sea necesario y me lo abonan todo.
-Tiene usted suerte, yo no puedo hacer lo mismo, voy en busca de trabajo, tengo ya un arreglo con una empresa de Valladolid pero el caso es que me tienen que aceptar, estaré en un período de prueba y luego ya se verá.
-Si no tiene inconveniente ¿por qué no se sienta conmigo y charlamos de este proyecto suyo?
-Pues mire usted, diseño por ordenador de toda clase de cosas, objetos que alguien quiera fabricar luego, hago un programa a tal efecto y se produce el pequeño milagro, en este caso, el envase para esa seductora colonia que se va a lanzar en una campaña televisiva, ya está listo.
-No creo que sea tan fácil hacer eso…
-Cierto, no lo es, hay que observar, dibujar, saber interpretar lo que te pide el fabricante, adaptar el producto a la ergonomía, funcionalidad del envase en este caso, hacer bocetos… es un poco complicado de explicar pero es un oficio apasionante.
-Oiga… ¿tiene usted algún compromiso definitivo con esos fabricantes de envases?
-¿Por qué lo pregunta, no comprendo?

Es evidente que esta señora, está interesada en lo que Jaime sabe, es posible que piense en contratarlo, o por lo menos recomendarlo a su empresa. Al final lo que cuenta es tener trabajo, a ser posible bien pagado, y él se presta al mejor postor.

-¿Qué te parecería hacer una prueba para nosotros?
-¿Cómo?, no comprendo, una prueba para ustedes, ¿de qué va este asunto?
-En nuestra fábrica diseñamos bolsos, carteas y complementos para hombre y mujer, es una empresa dedicada a la marroquinería, exportamos la mitad de lo que producimos al extranjero. Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Francia, y hasta en los países de los Emiratos  Árabes, allí tenemos tiendas propias, franquicias que se expanden como la pólvora.
-Pues… es que ahora… no sé qué contestarle, lo cierto es que estoy un poco confundido.
-Primero de todo vamos a tutearnos, mi nombre es Adela ¿el tuyo?
-Jaime.
-Muy bien Jaime, cuando lleguemos a la estación de Albacete nos estará esperando un coche de la empresa, te acercas a nuestra oficina y hablamos a la hora de la cena ¿Qué te parece?
-Bueno la verdad que es tentador, pero es que yo ya había quedado…
-Llamas a esta gente desde la oficina, y les dices lo que te parezca, al fin y de cuentas lo que importa es el trabajo, y si lo haces como sospecho, te haremos un contrato indefinido.

Jaime, establecida esta confianza, trata de sonsacarle algunos otros detalles propios del posible trabajo que va a tener en esta empresa, pero Adela no le dice más que lo que ella quiere. El resto queda para cuando llegue a la fábrica, que es a la vez la oficina, dentro de un polígono industrial junto a la carretera nacional. Cuando vuelven a sus asientos, y habida cuenta de que no sube nadie al tren en determinadas estaciones, se sientan juntos. Adela se sienta frente a Jaime, entonces tiene la oportunidad de ver que la mujer es todavía bastante joven, no aparenta más de treinta y cinco años, aunque es sabido que mujeres como ella, con aspecto de directivas ocupan gran parte de su tiempo en cuidarse y vestirse.

Llegados a Albacete, un chofer se encarga de abordarla, saludarla y recoger el equipaje, para cargarlo en un Mercedes de gama alta, tardan poco más de quince minutos en llegar al complejo del polígono, la fábrica que con grandes letras se anuncia como Herederos de Sanchís. La secretaria de Adela todavía la está esperando en la oficina, quedan pocas luces encendidas, el personal ha ido desfilando hacia los vestuarios, el parking de la empresa se vacía poco a poco de vehículos de los empleados.  Mónica, mañana por la mañana Jaime  -señalando al recién llegado con la dueña del negocio-, se incorpora a nuestra plantilla, quiero que le prepares una mesa para que haga su trabajo, va a hacer unos proyectos que probablemente serán beneficiosos para nuestra empresa, deja sobre la mesa algunos de los proyectos que ya tenemos en marcha, para que se haga una idea de lo que hacemos.   De acuerdo tomo nota, encantada Jaime, lo que te haga falta aparte de lo que tengas en la mesa de trabajo me lo comunicas.   Muy bien, muy amable, será un placer calentar de nuevo los dedos con trabajo, los tengo un poco oxidados.

La realidad es que se sorprende al ver que solo diez o doce hombres trabajan en toda la fábrica, la mayoría son de mantenimiento, una brigada que acude a cambiar piezas y reparar máquinas de las que se usan para coser el calzado. Después de un buen descanso en casa de Adela, se ha incorporado a su nuevo despacho con ansias renovadas. Los patrones y modelos que ha dejado Mónica el día anterior sobre su mesa, le dan ideas que plasma inmediatamente sobre folios, es un gran dibujante y Mónica que es el contacto entre él y Adela la pone en antecedentes, ya tiene un par de diseños dentro del ordenador, están tomando forma y cuando son pasados al ordenador de Adela, esta sonríe complacida.
Es evidente que ha sido un buen fichaje, este hombre es un manantial de ideas prácticas, para complementos y zapatería femenina. En un instante, regresa al Talgo en el que conocieron la noche anterior, las circunstancias de la vida a menudo son inesperadas y sorprendentes, de no haberse puesto a conversar con Jaime en el vagón bar, ahora no tendría ante sí, a la persona que podría revolucionar su industria.

La planificación de un viaje en pro de un nuevo trabajo le ha traído consigo, trabajar y viajar a lugares jamás sospechados por él, ahora junto a Adela, de su mano, viajan a París, Milán, incluso Rusia, asistiendo a desfiles y siendo invitados a fiestas a las que jamás un trabajador de fábrica hubiera podido tener acceso.

Hijo, están enviando cartas a casa, de la empresa que te contrató, tendrás que decirles algo ¿no?   No te apures mamá todo a su tiempo, ya me hago cargo de esto, no te preocupes anda.
Su vida ahora está vinculada a Herederos de Sanchís, eso lo tiene muy claro. No es por simple avaricia, está disfrutando de su trabajo como jamás hubiera podido imaginar, además no hay nada, ningún vínculo que lo ate a Adela, ella tampoco lo quiere, es demasiado independiente para querer forzar una situación que podría echar a perder esta magnífica relación laboral que tienen.



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