EL TREN
-Bueno
ya lo llevas todo, te he puesto tres mudas nuevas por si acaso, nunca se sabe
lo que puede pasar, ten mucho cuidado, no te levantes mucho con el tren en
marcha, procura ir poco a los WC de los vagones, están llenos de infecciones,
podrías coger lo que no tienes. Sobre todo no pierdas de vista el equipaje, que
hay mucho listo por ahí suelto.
-¡Vale
mamá…! coño que pesada eres, todo esto lo tengo gravado a fuego en la frente a
fuego, de las veces que me lo vienes diciendo desde hace dos semanas, joder.
-Vale,
ya llegará el día que me tengas que dar las gracias por los consejos que te
doy.
-Mamá
esto no son consejos, es una tortura, ¡si solo voy a hacer un viaje de
setecientos kilómetros en tren! Mañana desde Valladolid te doy un toque, ni tú
ni yo nos vamos a dar cuenta de este viaje.
Jaime
se va a hacer una prueba de trabajo en una empresa de envases para perfumería,
diseña los envases con un ordenador, es un genio, es por eso por lo que lo han
contratado por un mes, para ver qué es lo que sabe hacer y si está de verdad
familiarizado con el mundo del diseño.
-Me
voy que tengo todavía un rato hasta embarcar en el tren. Mamá un beso, muuuak.
La
madre se pone a llorar, parece que se vaya a descubrir las Américas, no lo
suelta y Jaime agachado y con todo el equipaje en las manos no logra zafarse de
aquel abrazo intenso y constante
-Bueno
venga mamá que me voy a quedar jorobado… venga te llamaré cuando llegue.
En
la estación el domingo por la tarde es un auténtico caos, mucha gente vuelve a
sus casas después de visitas familiares, otros son meros turistas, que cambian
de ruta y siguen diferentes recorridos, siguiendo las indicaciones de mapas
previamente recogidos en las oficinas de información y turismo. Jaime accede al
andén que marca la ruta a seguir, en medio de la confusión toma una escalera
que no lo conduce al tren que tiene que tomar, eso y los nervios que se
apoderan de él sabiendo a lo que se enfrenta cuando llegue a Valladolid le hacen
despistarse. Sube al talgo y busca el asiento que le corresponde, lo encuentra,
es una de esas extrañas coincidencias que a veces se dan en los trenes,
diferente convoy con la misma numeración de asientos.
Extrañamente
este tren no lleva mucho pasaje, en el vagón donde él está, se parecían a ocho
o diez personas a lo sumo. Los tres que van delante de él, dos hombres y una
mujer bastante joven hablan portugués, cuando el tren sale de la estación
después de un largo pitido, se pone a pensar que parece fácil hablar portugués
pero que no lo es tanto cuando se habla deprisa como aquellos que van delante
de él.
Al
cabo de quince minutos se queda dormido, es inevitable, la noche anterior casi
no ha dormido, nada le duelen los párpados, los ojos se le apagan como diría su
madre.
Un
señor vestido de revisor viene pidiendo billetes. Buenas tardes señor, su billete por favor,
oiga, este no es su tren, siento decirle que se ha equivocado de convoy, este
tren termina en Badajoz.
-¡Nos
ha jodido…! ¿Y no puede usted hacer algo para solucionar este entuerto?
-Si
le parece puedo hacer desviar el tren a la línea que le conviene a su destino,
que por lo que veo es Valladolid.
-Menos
guasa señor que usted está aquí para servir a los pasajeros.
-Es
verdad usted disculpe, pero como comprenderá, no me lo voy a cargar a cuestas
por un error suyo.
-¡Pues
ya me dirá que es lo que puedo hacer yo ahora…!
-Ahora,
lo que es ahora nada. Cuando lleguemos a Albacete se baja del tren, acude a
nuestra oficina de la estación, le cuenta su problema y ellos le buscarán la
mejor solución.
-¡Vaya
unos cojones…! ¿Y qué les digo a los de la estación de Albacete?
-Eso
usted verá, yo comenzaría por el principio, que se ha confundido de tren y que
necesita ir a Valladolid lo antes posible ¿no le parece?
-Claro,
para eso no hacía falta que le hubiera preguntado nada, menudo informador es
usted.
El
resto del viaje hasta llegar a Albacete no ha podido hacer nada más que
quedarse sentado y dejar pasar kilómetros de vías y con ello el tiempo, tiempo que
ha ocupado en dormitar y leer, hasta una de las veces se ha acercado al vagón
bar. Se le han quitado las ganas de tomar nada al ver todo aquel gentío allí,
el puñetero bar está vacío. Un tío gordo tomándose una cerveza tras otra y una
señora bien parecida que está sentada en uno de los taburetes del lado de las
ventanas, bebiendo una Coca Cola.
-¿Me
a un agua mineral con gas por favor?
Se
la sirven con un platito de plástico marrón al lado y el tiquet del precio de
la bebida, tres euros veinte.
-Camarero,
creo que se ha equivocado, no he pedido un cubata, solo un agua con gas.
-Es
su precio señor, está correcto.
-Por
curiosidad, y sin ánimo de ser indiscreto… ¿quién pone los precios el ministro
de transportes?
-Eso
no se lo puedo decir, no lo sé, pero tiene usted razón, en el bar del tren todo
es bastante caro.
Saca
del monedero cuatro euros y los deja sobre la mesa, le hace indicación de que
se quede con el cambio.
-Tiene
usted toda la razón -es la señora del
taburete la que hace el comentario-, en mi caso es diferente, todos los gastos
los tengo cubiertos por la empresa, presento los recibos de todo cuanto
consumo, desde viajes hasta un pintalabios que me sea necesario y me lo abonan
todo.
-Tiene
usted suerte, yo no puedo hacer lo mismo, voy en busca de trabajo, tengo ya un
arreglo con una empresa de Valladolid pero el caso es que me tienen que
aceptar, estaré en un período de prueba y luego ya se verá.
-Si
no tiene inconveniente ¿por qué no se sienta conmigo y charlamos de este
proyecto suyo?
-Pues
mire usted, diseño por ordenador de toda clase de cosas, objetos que alguien
quiera fabricar luego, hago un programa a tal efecto y se produce el pequeño
milagro, en este caso, el envase para esa seductora colonia que se va a lanzar
en una campaña televisiva, ya está listo.
-No
creo que sea tan fácil hacer eso…
-Cierto,
no lo es, hay que observar, dibujar, saber interpretar lo que te pide el
fabricante, adaptar el producto a la ergonomía, funcionalidad del envase en
este caso, hacer bocetos… es un poco complicado de explicar pero es un oficio
apasionante.
-Oiga…
¿tiene usted algún compromiso definitivo con esos fabricantes de envases?
-¿Por
qué lo pregunta, no comprendo?
Es
evidente que esta señora, está interesada en lo que Jaime sabe, es posible que
piense en contratarlo, o por lo menos recomendarlo a su empresa. Al final lo
que cuenta es tener trabajo, a ser posible bien pagado, y él se presta al mejor
postor.
-¿Qué
te parecería hacer una prueba para nosotros?
-¿Cómo?,
no comprendo, una prueba para ustedes, ¿de qué va este asunto?
-En
nuestra fábrica diseñamos bolsos, carteas y complementos para hombre y mujer,
es una empresa dedicada a la marroquinería, exportamos la mitad de lo que
producimos al extranjero. Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Francia, y
hasta en los países de los Emiratos Árabes,
allí tenemos tiendas propias, franquicias que se expanden como la pólvora.
-Pues…
es que ahora… no sé qué contestarle, lo cierto es que estoy un poco confundido.
-Primero
de todo vamos a tutearnos, mi nombre es Adela ¿el tuyo?
-Jaime.
-Muy
bien Jaime, cuando lleguemos a la estación de Albacete nos estará esperando un
coche de la empresa, te acercas a nuestra oficina y hablamos a la hora de la
cena ¿Qué te parece?
-Bueno
la verdad que es tentador, pero es que yo ya había quedado…
-Llamas
a esta gente desde la oficina, y les dices lo que te parezca, al fin y de
cuentas lo que importa es el trabajo, y si lo haces como sospecho, te haremos
un contrato indefinido.
Jaime,
establecida esta confianza, trata de sonsacarle algunos otros detalles propios
del posible trabajo que va a tener en esta empresa, pero Adela no le dice más
que lo que ella quiere. El resto queda para cuando llegue a la fábrica, que es
a la vez la oficina, dentro de un polígono industrial junto a la carretera
nacional. Cuando vuelven a sus asientos, y habida cuenta de que no sube nadie
al tren en determinadas estaciones, se sientan juntos. Adela se sienta frente a
Jaime, entonces tiene la oportunidad de ver que la mujer es todavía bastante
joven, no aparenta más de treinta y cinco años, aunque es sabido que mujeres
como ella, con aspecto de directivas ocupan gran parte de su tiempo en cuidarse
y vestirse.
Llegados
a Albacete, un chofer se encarga de abordarla, saludarla y recoger el equipaje,
para cargarlo en un Mercedes de gama alta, tardan poco más de quince minutos en
llegar al complejo del polígono, la fábrica que con grandes letras se anuncia
como Herederos de Sanchís. La secretaria de Adela todavía la está esperando en
la oficina, quedan pocas luces encendidas, el personal ha ido desfilando hacia
los vestuarios, el parking de la empresa se vacía poco a poco de vehículos de
los empleados. Mónica, mañana por la
mañana Jaime -señalando al recién
llegado con la dueña del negocio-, se incorpora a nuestra plantilla, quiero que
le prepares una mesa para que haga su trabajo, va a hacer unos proyectos que probablemente
serán beneficiosos para nuestra empresa, deja sobre la mesa algunos de los
proyectos que ya tenemos en marcha, para que se haga una idea de lo que hacemos. De acuerdo tomo nota, encantada Jaime, lo
que te haga falta aparte de lo que tengas en la mesa de trabajo me lo
comunicas. Muy bien, muy amable, será
un placer calentar de nuevo los dedos con trabajo, los tengo un poco oxidados.
La
realidad es que se sorprende al ver que solo diez o doce hombres trabajan en
toda la fábrica, la mayoría son de mantenimiento, una brigada que acude a
cambiar piezas y reparar máquinas de las que se usan para coser el calzado.
Después de un buen descanso en casa de Adela, se ha incorporado a su nuevo
despacho con ansias renovadas. Los patrones y modelos que ha dejado Mónica el
día anterior sobre su mesa, le dan ideas que plasma inmediatamente sobre
folios, es un gran dibujante y Mónica que es el contacto entre él y Adela la pone
en antecedentes, ya tiene un par de diseños dentro del ordenador, están tomando
forma y cuando son pasados al ordenador de Adela, esta sonríe complacida.
Es
evidente que ha sido un buen fichaje, este hombre es un manantial de ideas
prácticas, para complementos y zapatería femenina. En un instante, regresa al
Talgo en el que conocieron la noche anterior, las circunstancias de la vida a
menudo son inesperadas y sorprendentes, de no haberse puesto a conversar con
Jaime en el vagón bar, ahora no tendría ante sí, a la persona que podría
revolucionar su industria.
La
planificación de un viaje en pro de un nuevo trabajo le ha traído consigo,
trabajar y viajar a lugares jamás sospechados por él, ahora junto a Adela, de
su mano, viajan a París, Milán, incluso Rusia, asistiendo a desfiles y siendo
invitados a fiestas a las que jamás un trabajador de fábrica hubiera podido
tener acceso.
Hijo,
están enviando cartas a casa, de la empresa que te contrató, tendrás que
decirles algo ¿no? No te apures mamá
todo a su tiempo, ya me hago cargo de esto, no te preocupes anda.
Su
vida ahora está vinculada a Herederos de Sanchís, eso lo tiene muy claro. No es
por simple avaricia, está disfrutando de su trabajo como jamás hubiera podido
imaginar, además no hay nada, ningún vínculo que lo ate a Adela, ella tampoco
lo quiere, es demasiado independiente para querer forzar una situación que
podría echar a perder esta magnífica relación laboral que tienen.
……………………
No hay comentarios:
Publicar un comentario