EL FIN DEL MUNDO
Profetas,
acontecimientos, fechas, científicos que contrastan sucesos en relación a todas
estas cosas, mucha literatura se ha escrito referente al fin del mundo.
Para mí, el
fin del mundo está sucediendo en cada momento de nuestra vida, cuando llegó el
tsunami a Japón en dos mil once, cuando otro llegó a las costas de Indonesia, cuando terribles
volcanes han sumido en la muerte a miles de inocentes bajo millones de metros
cúbicos de barro… para ellos llegó el fin del mundo.
¿Cómo evitar
que el fin del mundo nos alcance?, de ninguna manera, la Tierra es un planeta
que va a toda velocidad alrededor del sol, quién a su vez rueda alrededor de
otros muchos otros astros, la humanidad entera estamos a merced de los
elementos. La mayoría llama a esto tener fe, lo que se traduce en que si pasa
algo, no perdamos la esperanza, la esperanza ¿en qué? O mejor dicho ¿en quién?
Los ausentes
dioses que vagan como espíritus por el espacio, nos advierten sobre qué es lo
que pasará, sin embargo para los que han depositado fe en ellos, necesitan
respuestas, manifestaciones visibles de que velan por la humanidad, a pesar de
no poder evitar esos cataclismos desgraciados que truncan la vida de la gente,
y los sume en la más profunda de las dudas acerca de la existencia de los
dioses. ¿Qué es el fin del mundo?, está sucediendo de manera anónima, cómo si
lo viviéramos a cámara lenta, viendo sucesos que mitigan nuestras conciencias,
mientras… construimos, consumimos, nos aterrorizamos que algo de lo que vemos
por televisión llegue a pasarnos a nosotros.
Va, yo lo
tengo asumido… la vida es así, que le vamos a hacer, no podemos evitar lo que
pueda pasar en el futuro. Es verdad, nadie puede predecir u optar por alguna
solución propia, ni siquiera los dioses que parecen todos ellos sordos a las
demandas de paz y tranquilidad, de aquellos que están siendo castigados por
hambrunas o guerras no deseadas, absurdas. Nos procreamos, criamos hijos sin
propósitos concretos, la vida, pensamos en medio de tanto miedo, debe continuar.
Pero el corazón aun en estas felices circunstancias sigue lleno de temores
ineludibles, de miedos que nos mantienen atenazados, atados de pies y manos
convirtiéndonos en simples esclavos de un futuro incierto.
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