CUENTOS CHINOS
Veréis,
la cosa comenzó siendo ambos muy jóvenes, a él todavía no le había aparecido ni
un solo pelo de la cara, a ella ni siquiera se le veía el pecho, ni que fuera
un pecho incipiente que apuntara formas de mujer. Ambos menudos, como dos
pequeños insectos de los que uno pasa por alto cuando pasea por el campo y ni
se da cuenta de su presencia. Las dos familias vivían en lados opuestos de la
ciudad, y aunque tanto los padres de uno como de los otros tenían negocios,
nada hacía presagiar que tenían negocios que ayudaban a defender a sus familias
de forma generosa.
Shu
Chi Lao era pescador y desde la salida del sol desamarraba su barca, salía del
enredo de canales que rodeaban la ciudad y se adentraba mar adentro con cuatro
cormoranes, que le facilitaban la pesca y le servían de red para pescar, naturalmente
los peces no podían pasar de sus gaznates hacia el buche, cosa que habrían
deseado de mil amores. Siempre lo mismo, cuando creían tener éxito en su pesca,
debían de dar al pescador su parte, era su sino.
Feng,
amigo del primero y con un negocio que era la envidia de muchos de sus vecinos,
compraba a diario la pesca de Shu Chi, el pescado que le servía era fresco, de
primera calidad y variado, eso le dejaba márgenes importantes para negociar con
los clientes habituales. Hay que señalar que en la tienda de Feng uno podía
encontrar cualquier cosa que se le ocurriera, desde zapatos hasta productos
elaborados con bambú de todo tipo, algo habitual en cualquier hogar que se
prestara a conservar las tradiciones milenarias de esa vasta cultura.
Sin
embargo, los dos jóvenes que comenzaron teniendo una simple amistad por las
razones antes apuntadas, tenían a su favor, que además de sus cuerpos, sus ojos
crecían y estos los llevaban sin quererlo a fijarse día a día al uno sobre el
otro. Entrar en discusiones sobre que influencias tenían las familias en estas
fijaciones es complicado, en muchísimos países orientales, es bien sabido que
de forma más que anticipada, los padres preparan los aparejamientos con sus
futuros cónyuges cuando apenas son unos niños, son meras transacciones comerciales
que poco o nada tienen que ver con el amor, el cariño o el afecto que puedan
sentir dos personas.
En
este caso concreto, el de Hao y Xiaomei la atracción era mutua, y bien que se
preocupaban de manifestarlo, cualquier pretexto era válido para encontrase por
casualidad en un parque, un malecón o en la puerta de alguna tienda, donde
coincidían porque se les encargaba ir a buscar determinado producto,
frecuentemente en nombre de otros clientes. Pudiera decirse sin temor a
equivocarse que Feng era el conseguidor de todo aquello que a alguien se le
pudiera ocurrir tener.
En
cambio Shu Chi solo podía conseguir pescado, el que de forma improvisada caía
en el cuello de alguno de sus
cormoranes. Para entonces, el tendero podía en la trastienda eso sí,
suministrarte hasta Coca Colas , bebida prohibida por aquel entonces en la
China comunista. Ese era uno de los motivos por los cuales Feng miraba a los
demás con cierto aire de superioridad, el resto de bebidas nacionales eran poco
menos que vomitivas hasta que te acostumbrabas a ellas, por ejemplo la cerveza,
no así alguna bebida espirituosa de cierto grado con animales dentro, o la
soja, bebida nacional por excelencia.
Hao
en su momento le hizo comentarios respecto a Xiaomei, la hija de Feng, este se echó
las manos a la cabeza bastante calva y con el pelo gris y no pudo menos que
escandalizarse. “¿cómo se te ha ocurrido algo así hijo mío, eres consciente de
lo complejo que es este tema?” Sí,
contestó imperturbable Hao, aunque no considero que sea imposible. Es cierto, pero este asunto puede llevarnos a
un problema al que jamás nos hemos enfrentado. No veo la razón padre, me consta
que ella me quiere a mí del mismo modo que yo a ella. ¡El amor, el amor…! nadie
se casa por amor hoy día, lo que prima son los beneficios que se derivan de una
unión familiar. Observa bien a tú madre, y a mí mismo, solo te hemos podido tener a ti,
mira bien a tu madre… tiene solo treinta y seis años y el gobierno nos tiene
prohibido tener más hijos, está marchita como una flor de loto con las puntas
de la flor marchitas, y va a diario a rezar a Buda y a hacerle ofrendas, para
no quedar en estado de nuevo, eso significaría perder todo cuanto poseemos, ¿es
eso lo que quieres para la familia…?
Ni
que decir tiene que esto fue motivo de discusión día sí y otro también durante
algún tiempo. La desaparición de Xiaomei cogió por sorpresa a todo el mundo,
unos decían que se fue a vivir a Mongolia, otros, que se había suicidado, para
los más malpensados, que se fugó a Corea del Sur a servir a casa de una familia
rica. Fuere lo que fuere que sucedió, Hao desapareció en mitad de su pueblo,
aprendió a pescar como ya o hacían sus ancestros y por lo que se sabe, terminó
sus días viviendo dentro de una barca medio transformada en piscifactoría,
cosechando peces del río Amarillo.
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