sábado, 23 de abril de 2016

MIRANDO HACIA ATRÁS SIN IRA

                                                     MIRANDO HACIA ATRÁS SIN IRA

¡Mira que si las fuera a contar tendría motivos para estar cabreado con más de medio mundo…! De la otra mitad debo desentenderme, porque no los conozco, o sencillamente no me han dado razones para airarme con ellos. Ahora bien, con los que he tenido motivos para arrancarme en ataques de ira, creo que han estado fundamentados. Es difícil enumerar los motivos que me han llevado a estar en este estado de crispación y desasosiego de manera permanente con esta gente, lo que sí sé es que me he pasado muchas noches sin dormir por este motivo.
¡Y fíjate tú ahora…! Quién más se resiente, es la salud de uno. Tener presente lo que te ha hecho o te han dejado de hacer, es lo que te impone esta especie de penitencia que elabora poco a poco el odio, lo alimenta y de forma más o menos consciente, hace que andes mirando siempre por encima de tu hombro esperando que te den un palo. Por eso es que creo a pies juntillas, que lo pasado, pasado está, que no hay que prestarle demasiada importancia no siendo que te de continuo te esté amargando la existencia.
No soy el primero ni seré el último que me cambio de provincia, de casa, de dirección con el fin de no mirar hacia atrás con malas intenciones. Quiero cambiar eso está claro, pero debo de tener un espacio en el cual desenvolverme, cierto márgenes humanos que me permitan llevar a cabo esta maniobra.
Pero es que siempre encuentras a alguien, dándote pescozones en el cogote, para evitar que lo hagas. Me pregunto que es lo que ganan estos hijos de su madre al hacer eso, ¿placer?, simplemente joder al prójimo sin ningún otro motivo…?
Cuando nació mi cuarto hijo, un amigo me felicitó, se lo agradecí lo mismo que otros conocidos y amigos con los que entonces me relacionaba. Pues bien uno de ellos de manera jocosa me soltó… “Bueno chaval, ahora a hacerse un nudo en la punta del capullo porque a este paso te vas a juntar con un equipo de baloncesto, eso como mínimo” Que quieres, me sentó mal, pero mal del todo; ¿Qué se supone que debía contestarle a aquel capullo? Me lo quedé mirando un instante y me di la vuelta, creo que le quedó claro que había metido la gama hasta la ingle. “¿Te ha sentado mal lo que te he dicho (preguntó)? Un poco pero no te preocupes, por lo que a mí se refiere puedes irte un poco a la mierda. Durante lo que restó de jornada de curro y después de ese acontecimiento, continuamos siendo amigos, solo que ahora, sabía hasta donde podía llegar tanto él como yo.
Confianzas las justas, y bromas ni una, ese es el modo de mirar hacia atrás sin ira, dejando que la vida siga su curso y haciendo lo posible por aclarar las cosas. Estas semanas atrás ha llovido mucho, los ríos se han salido de madre, ha habido inundaciones, lo normal cuando hay alborotos naturales de esas características; pero luego las aguas vuelven a su cauce los pantanos vomitan las aguas sobrantes y todos tan felices.
¡Si tuviéramos la capacidad de funcionar como lo hacen los ríos…! Pero el caso es que en la mayoría de los casos, nos resistimos a dejar marchar las aguas, como Moisés en el mar Rojo… “Ala, ahora dejo esta pared de agua aquí y quién venga detrás que se joda…!”
Además la memoria humana tiene un gran inconveniente, recuerda lo bueno y lo malo y eso es contraproducente. ¿Qué nos pasó ayer…? Vino a visitarnos la familia y los amigos, lo pasamos lo mejor que pudimos, algunos de nosotros dijimos alguna inconveniencia, pues bueno ya está hombre. Alguna que otra vez meteremos la pata nosotros y no pasará nada… ¡Que para algo somos humanos joder…!

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