miércoles, 6 de abril de 2016

LOS HIJOS DEL PUEBLO

                                                          LOS HIJOS DEL PUEBLO

Me considero un hijo del pueblo, un hijo digo porque sin razón aparente, de pronto la gente pregunta por mí, y esto… quieras que no enorgullece. No es que toda la gente me llame por mi nombre, pero esto es justificable, hay gentes que han nacido aquí y todavía se saludan por la calle diciendo… “¡Adiós cara nabo…! y no se llaman cara de nabo, a lo mejor se llama Fermín o Elías, pero como desde siempre han conocido a esta familia trabajando campos de nabos pues le ha quedado el apodo.
Eso sí, todo el mundo me conoce como el catalán, el único que vive ahí en esta tierra castellana,   alejada de la Costa Dorada, donde las playas y el turismo, son la fuente principal de la riqueza de esta comunidad. Esto lo cuento a modo de ejemplo, donde haya un castellano que se quite un catalán, conste que no reniego de mí tierra, pero sí de sus ideas soberanistas. Escribo esto a principios del mes de Abril, nos levantamos casi a diario, por el momento a cero grados positivos, y en pleno verano casi nunca excedemos los veinte, gloria pura. Entiendo que a mucha gente no le guste este ambiente, el cambio de temperaturas quiero decir, que cuando llegue el verano, ansíen pillar las vacaciones para irse a la playa. Pero después de estos breves días de asueto, desean volver a su tierra.
Son hijos del pueblo, les gusta el olor que despiden sus calles, no creo que todo el mundo se acostumbrara a disfrutar de los perfumes de las boñigas de vaca, el paso de los rebaños de ovejas dejando un rastro de pequeñas aceitunas que son la muestra palpable de que hoy, algún pastor ha salido a pastorear a sus queridos animales. Eso no quita, que si deseas hacer una buena comida con algún cabritillo o alguna oveja de peso conveniente, el pastor se preste a sacrificarla para que puedas montar una buena comida con los tuyos.
La cecina de vaca, los quesos curados, los chorizos de matanza con pimentón de la Vega, delicias para paladares refinados. ¡Huy es que eso lleva mucho condimento, no es bueno para la salud! Vamos hombre no me jodas lorito, tú cómetelo y disfrútalo, luego me cuentas, riega estas comidas con buen caldo de las muchas bodegas cercanas, o con una sidra de estas que quitan el hipo. Poco grado pero castigadoras, que se dejan beber mejor en buena compañía, que los amigos agradecen porque la hospitalidad de estas gentes, está más allá de toda duda razonable.
¡Que cierto es el dicho que reza que para conocer a una persona, además de conocer su nombre, hay que tratarla! Sí, algunos dicen que la gente de determinados lugares, son más bestias que un arado, pero si se sabe utilizar, un arado es más útil que una pluma estilográfica. Estoy profundamente agradecido a estas gentes que sin mirarte te consideran suyo, que te echan de menos cuando pasa tiempo sin que aparezcas por el consultorio médico.
Son gentes cercanas, gente de pueblo que te aprecian, quizás solo porque has elegido su lugar de residencia, como sitio donde echar tus raíces, y os aseguro que de esto, entiendo bastante.

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