¿ME CONOZCO BIEN…?
Tales
de Mileto de entre el 600 y 500 a C, dejó dicho… “La cosa más difícil es
conocernos a nosotros mismos; la más fácil es hablar mal de los demás” Bueno… ¿Qué
habría que contestar a esta afirmación de Tales? Que tiene toda la razón del
mundo, vamos por la vida juzgando a la gente, por lo que ellos mismos nos dicen,
frecuentemente eso es cierto. Pero cuando nos precipitamos a juzgar a alguien por
lo que ellos mismos dicen de sí mismos, apuntando a la conocida expresión “a
pues yo…” casi siempre la cagamos, hay que ser claro en esta cuestión, la
mayoría que dice esto de sí mismos, no se conocen a sí mismos. Hablan de ellos
para rellenar un espacio que a nadie le interesa, o a muy pocos, en cambio
dedican poco tiempo a estudiarse a sí mismos y verse retratados como si fuera
en un espejo, y cuando lo hacen, no darse más importancia de la debida, al
contrario, verse los granitos que tienen en el rostro, las patas de gallo que
surcan las terminaciones de sus ojos, las arrugas que surcan su cuello.
Por
supuesto que esto no significa que estemos pendientes de nuestra apariencia personal,
es solo figurativo, a manera de ilustración digamos. Hace un instante, decía
que a muy pocos se nos ocurre mirarnos al espejo con el fin de mejorar, de
pararnos a pensar si de verdad nos conocemos bien. Es muy importante llevar a
cabo esta acción, de otro modo, sin darnos cuenta, nos podemos estar comportado
como auténticos idiotas. Es muy importante saber cómo nos consideran los demás,
a menos que seamos personas vacías de contenido y en consecuencia, estemos
apresurándonos a emitir juicios injustos sobre los demás.
Aparte
de nuestra propia idiosincrasia, muy frecuentemente nos dejamos llevar por lo
que otros nos dicen o hacen, ¡vaya sandez! Es como si quisiéramos montar una
cebra, o dejarnos llevar por un cerdo al galope. Mejor, mucho mejor, es
conocernos bien y ser sensatos, a medida que nos esforzamos por hacerlo,
mejoramos de forma automática, eso si no cejamos en hacer un esfuerzo
continuado por mirarnos cada mañana en el espejo, antes de emprender nuestras
tareas o salir a la calle a hablar con amigos, a opinar, a conversar sin más
intención que esa, la de departir y disfrutar de lo que acabamos de ver
reflejado delante de nuestro espejo esa mañana. Es muy bueno reconocer que tenemos
imperfecciones, que no siempre tenemos la razón de las cosas, al contrario, dar
la razón a los demás después de haberlos escuchado y atender lo que han dicho.
Ese
es el modo de conocernos bien, dar y dejar que llenen nuestros espíritus con
razones renovadas para poder conocernos a nosotros mismos. Si es el caso que
nunca hemos intentado hacer esto antes, al principio será un poco difícil,
tendremos que mordernos la lengua en más de una ocasión, pero con el tiempo se
nos hará necesario escuchar con atención con el fin de poco a poco, conocernos
mejor. Así es que, es necesario que levantemos esas barreras que cierran el
paso a todos los que nos rodean, nada con el tiempo, nos hará sentir mejor.
-----------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario