QUIÉN PARTE Y REPARTE…
Depende
de lo que sea… hay quién no quiere parte alguna de lo que se está repartiendo,
por ejemplo si son hostias, la gente huye de la pólvora ardiendo porque sabe
que al final explotará y eso es muy peligroso. A diferencia de este reparto,
está aquel que ha sido nombrado albacea para repartir la fortuna, hacienda o
bienes de un finado. ¡Coño, le salen competidores por todas partes, sobre todo
si se sabe que hay tajada de por medio! ¿Y que hay que decir de los que llegan
a ser alcaldes o que ocupan lugares de responsabilidad en la administración
pública? Bueno, eso es para cagarse encima, su casa se convierte en un hotel de
paso de amigos y parientes que buscan oportunidades ahora que el “tiet” es
teniente de alcalde o director de sucursal de banco. Quién dice esto, cualquier
otra cosa que pueda parecerse a un enchufe, sí, y si el recomendado no sirve ni
para hacer tacos de escopeta, da lo mismo, fuerzan la maquinaria para
encontrarle un espacio en ese lugar privilegiado que es trabajar con un buen
sueldo y catorce pagas.
No
es raro pues, que algunos pasen de tener determinadas responsabilidades y tener
que tomar algunas decisiones que les pueden amargar la vida. Ahora bien, hay
otros que buscan a estos pardillos familiares de forma directa o indirecta,
porque tienen trazado un plan que quieren llevar a cabo a toda costa, casi
siempre está relacionado con lo mismo, comisiones por concesiones de obras o
bien, hacer viajecitos con unas maletas llenas de pasta en dirección a unos
lugares paradisíacos, donde además son tratados a cuerpo de rey. Luego, algunos
saben que haciendo estas cosas les pueden meter en el trullo, pero mientras… el
que parte y reparte…
Pues
eso que os decía, todas estas maniobras, van en detrimento de la propia
familia, algunos se vuelven tan ambiciosos y viles, que les dicen a sus mujeres,
que estas bolsas de basura que hay debajo de la cama, como si no existieran,
que son el pago de ciertos emolumentos para personas que están ayudando a
determinado familiar. ¿No querrás que a
tu hermano le pase nada verdad…? No para
nada. Pues entonces esta habitación te
encargas de limpiarla tú, que nadie entre a fisgonear, que hay mucha gente
curiosa y del servicio no se puede uno fiar para nada.
Así
van tirando hasta que la cuerda que es de simple lana se rompe, es entonces
cuando se arrepienten de haber dejado ser un simple trabajador que transcribía
papeles en una oficina cualquiera. ¡Mira
que bien, ahora salgo en todas las portadas de los periódicos, mola esto, pero
como tengo muchas grabaciones y videos de estos asuntos, como me salpique el
tema, me llevo por delante hasta a mi padre si es preciso! Salvo en alguna que
otra ocasión, los hijos desaparecen y los trasladan a vivir a Suiza o a
Constantinopla, da lo mismo. Ay amigo mío, los cuatro vientos de la furia ya
están desatados, ya no hay marcha atrás, a lo hecho pecho, ese es el resultado
de haber entrado en el juego de los que parten y reparten. Todo tiene un precio
en la vida, sea para bien o para mal.
Sin
exagerar el caso, algunos se constituyen en portavoces de algún muerto rico,
pues según yo lo veo, y según sea la familia, a mí que me gustan los reportajes
de animales que dan por la tele de National Geographic, muchos son como las
presas de otros animales más violentos o más cuantiosos, rodeados de buitres,
perros salvajes o leones. ¡joder, que asco tener que terminar la vida devorado
por miembros de tu propia familia! Que los hay que por un reloj de bolsillo, se
sacan los ojos de los despojos que quedan. No quiero tener nada, cuando fallezca,
los que vengan a mi entierro que sea porque me han apreciado de algún modo, sin
riquezas ni cosas que se sospecha que pueda tener. No, no, de peleas ni
disensiones nada de nada, fui determinada persona a la que llegó su hora, y
ahora, los quedan en vida, que sepan cual era mi voluntad.
No
merece la pena tener más que lo justo para vivir, todo lo que pueda pasar de
ahí son problemas, discordias y malos entendidos que pueden hacer que la
familia se divida. Rezo por no ser de los nombrados para repartir, tampoco
quiero ser de lista de los receptores o siquiera de los mencionados en algún
testamento. Odio ser uno de estos que parten y reparten, odio que la gente mire
las cosas que uno posee, sean pocas o muchas, y odio estar en alguna lista de… “a mi sobrino fulanito de tal le dejo…”
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