NADA QUE PERDER, MUCHO
QUE GANAR
Fíjate
tú, que hasta hace poco, no me había apercibido de lo importante que es vivir
sin inquietarse demasiado por el día de mañana. Demasiados problemas creo yo,
problemas que me he procurado yo mismo, no es que esté haciendo un acto de
arrepentimiento, no, nada de eso, solo que… cuando te ves acuciado por
diferentes problemas que te llegan por frentes, que no tienen nada en común, es
fácil equivocarse y dejar que estos te abrumen de modo que no veas la salida.
Lo cierto es que la salida está ahí mismo, pasamos por alto las escaleras de
socorro para huir del incendio, nos quemamos, dejamos que los aspectos más
negativos de la vida inunden nuestra mente y hasta que nos asfixien.
¡Con
lo hermoso que es respirar cada minuto de nuestra existencia! Sí, respirar a
pleno pulmón, ensanchando los ventrículos tanto de nuestro corazón como de
nuestra mente. Una cosa está muy clara, cosa que yo hasta hace poco no he
sabido descubrir, que un solo minuto de respiración profunda, puede ser la
diferencia entre la vida y la muerte. Entonces… ¿Qué coño hacemos
preocupándonos en exceso por los asuntos que nos restan calidad de vida? Hombre…
es bonito inquietarse por cosas que merecen la pena, pero si estas nos van a
restar bienestar y nos van a llenar de inquietud… a la mierda con todo ello, lo
primero somos nosotros, siempre entre comillas claro, no vaya a ser que por
lograr sobrevivir, tengamos que ir por la vida machacando cabezas de inocentes.
No
tenemos nada que perder y sí mucho que ganar, ganamos tranquilidad y sosiego,
pero lo que es perder, no perdemos nada, bueno… que alguien se cabree con nosotros,
puede, que alguien deje de hablarnos, también. Pero aun a riesgo de esto, si
ganamos en aspectos que enriquecen nuestros puntos de vista de cómo hemos de
vivir la vida, merece la pena que los enviemos a cagar al río.
Permitir
que alguien perturbe una breve siesta que nos llega de improviso, es un pecado,
no digo capital pero casi casi. Solo es un ínfimo ejemplo del significado de lo
que es realmente importante, de lo mucho que tenemos que perder y de lo que
ganamos. Estás viendo el telediario, te la repampinfla lo que dicen, o de lo
que informan, que es lo mismo que ayer y que anteayer, te coge este sueñecito
reparador en la que se te pone cara de bobo, alguien te despierta, sea quién
sea, tú tapadito con la mantita y la cabeza de medio lado en el sillón… a mí me
hacen esto, y me cago en la madre que parió al perturbador de este momento
especial.
Estos
instantes son sagrados hombre… “¡Huy
chico como te pones por nada…!” “¡cómo
que por nada…!” Tenemos muchas cosas que parecen nimias pero que son vitales,
que si se juntan enriquecen, te hacen ver lo valioso que es el tiempo y las
muchas formas que hay de desaprovecharlo, por otra parte, si no dejamos que
nadie nos joda estas siestecitas, nos estamos aprovechando de las ganancias que
nos proporciona el desechar lo que no sirve para nada.
Que
sí, que quién importa en estos momentos somos nosotros, tenemos que ganar todo
cuanto podamos, no de pasta, esto es barato, no tiene importancia. De lo que
hablo es de momentos que nos traen satisfacciones y prolongan por tanto
nuestras vidas.
Hace
muy pocos días hablaba con un amigo que me hacía comprender esta cuestión. “Mira
quién quiera ponerte demandas y tratar de hacer prevalecer la razón sobre las demás
cosas, aspectos morales y hasta de salud, lo lleva fino, tú pasa de todo esto
que nadie va a venir a tocarte las narices a tu casa” Nunca me había imaginado
que las cosas, solo determinadas cosas, se podían ver desde esta perspectiva, y
oye, me he quedado más tranquilo, de paso, considero que no tengo nada que
perder y sí mucho que ganar.
---------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario