domingo, 10 de abril de 2016

NADA QUE PERDER, MUCHO QUE GANAR

                                               NADA QUE PERDER, MUCHO QUE GANAR

Fíjate tú, que hasta hace poco, no me había apercibido de lo importante que es vivir sin inquietarse demasiado por el día de mañana. Demasiados problemas creo yo, problemas que me he procurado yo mismo, no es que esté haciendo un acto de arrepentimiento, no, nada de eso, solo que… cuando te ves acuciado por diferentes problemas que te llegan por frentes, que no tienen nada en común, es fácil equivocarse y dejar que estos te abrumen de modo que no veas la salida. Lo cierto es que la salida está ahí mismo, pasamos por alto las escaleras de socorro para huir del incendio, nos quemamos, dejamos que los aspectos más negativos de la vida inunden nuestra mente y hasta que nos asfixien.
¡Con lo hermoso que es respirar cada minuto de nuestra existencia! Sí, respirar a pleno pulmón, ensanchando los ventrículos tanto de nuestro corazón como de nuestra mente. Una cosa está muy clara, cosa que yo hasta hace poco no he sabido descubrir, que un solo minuto de respiración profunda, puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Entonces… ¿Qué coño hacemos preocupándonos en exceso por los asuntos que nos restan calidad de vida? Hombre… es bonito inquietarse por cosas que merecen la pena, pero si estas nos van a restar bienestar y nos van a llenar de inquietud… a la mierda con todo ello, lo primero somos nosotros, siempre entre comillas claro, no vaya a ser que por lograr sobrevivir, tengamos que ir por la vida machacando cabezas de inocentes.
No tenemos nada que perder y sí mucho que ganar, ganamos tranquilidad y sosiego, pero lo que es perder, no perdemos nada, bueno… que alguien se cabree con nosotros, puede, que alguien deje de hablarnos, también. Pero aun a riesgo de esto, si ganamos en aspectos que enriquecen nuestros puntos de vista de cómo hemos de vivir la vida, merece la pena que los enviemos a cagar al río.
Permitir que alguien perturbe una breve siesta que nos llega de improviso, es un pecado, no digo capital pero casi casi. Solo es un ínfimo ejemplo del significado de lo que es realmente importante, de lo mucho que tenemos que perder y de lo que ganamos. Estás viendo el telediario, te la repampinfla lo que dicen, o de lo que informan, que es lo mismo que ayer y que anteayer, te coge este sueñecito reparador en la que se te pone cara de bobo, alguien te despierta, sea quién sea, tú tapadito con la mantita y la cabeza de medio lado en el sillón… a mí me hacen esto, y me cago en la madre que parió al perturbador de este momento especial.
Estos instantes son sagrados hombre…   “¡Huy chico como te pones por nada…!”  “¡cómo que por nada…!” Tenemos muchas cosas que parecen nimias pero que son vitales, que si se juntan enriquecen, te hacen ver lo valioso que es el tiempo y las muchas formas que hay de desaprovecharlo, por otra parte, si no dejamos que nadie nos joda estas siestecitas, nos estamos aprovechando de las ganancias que nos proporciona el desechar lo que no sirve para nada.
Que sí, que quién importa en estos momentos somos nosotros, tenemos que ganar todo cuanto podamos, no de pasta, esto es barato, no tiene importancia. De lo que hablo es de momentos que nos traen satisfacciones y prolongan por tanto nuestras vidas.
Hace muy pocos días hablaba con un amigo que me hacía comprender esta cuestión. “Mira quién quiera ponerte demandas y tratar de hacer prevalecer la razón sobre las demás cosas, aspectos morales y hasta de salud, lo lleva fino, tú pasa de todo esto que nadie va a venir a tocarte las narices a tu casa” Nunca me había imaginado que las cosas, solo determinadas cosas, se podían ver desde esta perspectiva, y oye, me he quedado más tranquilo, de paso, considero que no tengo nada que perder y sí mucho que ganar.


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