RETRÓGRADO
Ser
una persona retrógrada no significa forzosamente que sea alguien a quién no se
le tenga que dar ni voz ni voto en determinados foros. Al fin de cuentas,
muchos de nuestros actuales políticos, e incluso personas de a pie, se expresan
con absoluta libertad, acerca de las cosas buenas y las menos buenas, que han
vivido bajo diferentes sistemas políticos o sociales.
Es
una cuestión de tener una mente amplia y un propósito bien dirigido, pensar de
forma retrógrada en ocasiones nos hace ver lo bien que hicieron muchos, y las
consecuencias nefastas que trajo para el pueblo, aprobar determinadas fórmulas
que llevó a la gente a las barricadas. No tiene que haber habido una guerra por
ello, en cambio estamos cansados de sufrir las consecuencias de contradicciones,
que nos golpean como si quisieran cortarnos el cuello con una espada. Cada mañana,
para quién es de leer la prensa diaria y confiar en las promesas que grupos
parlamentarios dan para solucionar determinados asuntos, nos sorprende que ayer
no y hoy sí, se hayan llegado a acuerdos sobre determinadas políticas que
pretenden unificar el país.
Si
en el periódico de hoy, lees que las reuniones interminables entre agentes de
grupos parlamentarios no llegan a buen fin, y en la misma plana, te hacen una
reseña de los ataques terroristas sufridos hacia personas que solo desean
seguir con sus vidas, al margen del tipo de gobierno que tengan, del que
siempre uno u otro tendrá algo que discutir, pero que salen cada día al trabajo
para evitar problemas mayores, la gente
se desmoraliza y concluye que es mejor ir a la parte de atrás de periódico para
ver cómo va la liga de fútbol.
La
gente estamos confusos, nos quieren mantener así sin saber muy bien donde
tenemos la mano derecha y distinguirla de nuestra izquierda. ¿Qué es de mentes
retrógradas actuar así? Claro, y de momento les ha dado el resultado apetecido,
hacen, deshacen y vuelven a hacer en, supuestamente el bien de las personas que
son inamovibles, que tienen convicciones serias.
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