AQUELLA PLAYA
SOLITARIA Y FRIA
Siempre
me ha gustado la soledad, no el estar constantemente solo, pero necesito
sentirme acompañado solo de algún ruido, natural a poder ser, que me haga
caminar sin prisas, reflexionando, observando lo que me rodea y a la vez pensando
en mis cosas. Creo que esto es natural, de hecho, más natural… imposible si
buscas un lugar apropiado. Las playas en verano las considero odiosas, no
huelen a mar, huelen a aceites solares y cremas protectoras, gritos de niños,
gente que juega al balón estorbando a los demás.
Voy
a la playa cuando la arena está fría, durante la tarde, a veces casi de noche,
para mí es la mejor hora, es la hora mansa, el agua está caliente cuando es
verano y ves de vez en cuando a alguna persona paseando con su perro, o a
alguna pareja que se dicen cosas justo antes de que se esconda el sol en el
horizonte. Pisas naturaleza, yo le llamo cargarse las pilas, recibir la fuerza
de la tierra en toda su extensión. Camino despacio, como una mujer que
volviendo he visto a unos pasos detrás de mí, va con un vaquero cortado hasta los
muslos, lleva el cabello suelto aunque completamente cano. No parece mayor,
dejo que llegue a mi altura y la saludo cortésmente. Buenas tardes señora… Buenas joven ¿disfrutando del sol de la
tarde…? Así es, no hay forma de hacerlo
a otra hora, este turismo que llega a las costas mediterráneas no me gusta,
sinceramente. A mí tampoco, bajo todos
los días desde el otro lado del monte
que se ve ahí detrás para disfrutar de estos momentos.
Ya
hemos caminado casi un kilómetro, juntos, me tiende la mano y se despide
diciéndome… Hasta mañana si es que
vienes por aquí a estas horas. Si es
que tú vas a venir, yo vengo también. A
claro yo siempre vengo por las tardes a una hora u otra, lo que pasa es que no
siempre se me ve. Bien, entonces hasta
mañana.
Me
ha costado dormir esta noche, no digo que haya sido por el encuentro con esta
singular mujer, pero evidentemente, algo ha tenido que ver con el insomnio que
se ha apoderado de mí esta noche. ¿Será que la expectativa de volverla a ver y
entablar de nuevo una conversación con ella, me está trastocando un poco? No
eso no debe ser, o puede que sí, bueno voy a tratar de cerrar los ojos y descansar la mente.
Sí
me dormí lleno de paz y ¿cómo podría explicarlo…? lleno de armonía, no recuerdo
haber soñado esta noche, cuando me
levanté de mi tumbona, aunque a alguien la parezca mentira, estaba moreno como
si me hubiera pasado el día anterior al sol pero sin molestia alguna. No he
desayunado más que un jugo de naranja en el bar del Chacho y luego, sin saber que
fuerza me impulsaba a bajar la escalera de la salida del bar, miré hacia la
pequeña colina, en la lejanía pude observar una figura asomada a una baranda de
madera, quise imaginar que era ella, no lo sabía pero lo intuía, era una
pregunta que tenía que hacerle. Y llegó la tarde, y con ella un nuevo paseo por
la playa, esta vez no sentí paso alguno detrás de mí, la vi llegar por delante
a lo lejos, moviendo un pañuelo que parecía de seda, pero que sabía que lo movía
hacia los lados, me llegaba como una señal de bandera.
¡Hola
que tal estás…! Muy bien pero que
quería preguntarte algo. Dispara. ¿Cuál es tu nombre? Ja, ja, ja, que curioso, mi nombre es Luz ¿y
el tuyo? Vicente, ya sé que es un nombre
muy común pero me gusta, era el nombre de mi abuelo materno y una gran persona,
me hubiera gustado que lo hubieras conocido. Era asombroso, un malabarista
deslumbrante y sabía hacer juegos de magia que todo el mundo aplaudía. Imagino que sería una persona excepcional. Justo, esa es la palabra, excepcional. Parece que hoy está la tarde desapacible,
apuesto a que antes de terminar el paseo acostumbrado llueve. Si quieres puedes
venir a mi casa, no sé si te gusta el té, tengo una buena diversidad de ellos
en mi cocina. Sí que me gusta, acepto
tu invitación con tal de que no deshaga ningún plan previo que tengas.
Sin
mediar palabra, me ha cogido de la mano, y ha comenzado a trotar montaña arriba
como una cabra montesa, hasta llegar a una casa que parece haber salido de Bali
o de algún otro país Indonesio. Toda
ella está hecha de caña de bambú, dos grandes vigas de madera son los puntales
que sostienen aquel techo ligero y a la vez robusto, Vicente está un poco
asombrado, tres grandes cañas que cruzan la entrada de la casa sirven a su vez para acceder a
ella, y efectivamente, una baranda del mismo material, sirve de mirador hacia
la playa, y el tramo que han recorrido corriendo montaña arriba. Todo está
distribuido como un loft diáfano, atractivo y cálido. Los grandes pufs de cuero
de piel de búfalo, esa es la impresión que tuve al mirarlos y sentarme en
ellos, te dan un confort más allá de lo que uno pudiera imaginar.
La
decoración más preciada para ella, después de preguntarle, son las telas que
tiene distribuidas alrededor del suelo de toda la casa, están sin enmarcar,
pero son de un color que jamás hubiera podido imaginar. Es evidente que se ha
entretenido en encontrar las mezclas apropiadas de los colores al óleo
sabiamente aplicados. Puede parecer una locura, pero en un rincón con poca luz,
aunque sí se distingue con claridad, puedo ver otro cuadro enmarcado dentro de
la caja de un televisor. Representa a dos pescadores que huyen de la tormenta
que se adivina en el fondo del cielo, detrás de ellos, parece que se esfuerzan
por no ser alcanzados por ella, reman en una canoa con estabilizador lateral
para evitar que vuelque la estrecha barca.
¿Qué
tipo de té es el que prefieres…? Tengo bastante variedad y todos muy
buenos. El que tomes tú me vale, lo
cierto es que no soy un gran entendido en tés, compro cajas del supermercado y
algunas veces los he comprado en lugares especializados en lata. Bien entonces esta vez lo voy a elegir yo, si te parece. Perfecto, no he tenido ocasión de decírtelo
pero tienes una casa perfecta. ¡No hay para
tanto…! Solo he tenido la oportunidad de viajar y ver un poco de mundo, durante
años me dediqué a la profesión de fotógrafa para una revista internacional,
esto me dio la idea de construir esta casa en esta pequeña loma.
Tomaron
té y se contaron pequeñas aventuras y experiencias que ambos habían tenido, los
dos eran solteros, coincidieron en que no habían encontrado a la persona
adecuada para compartir sus vidas.
Vicente le manifestó que vivía de unas rentas heredadas de su padre
muerto en trágicas circunstancias. Luz
en cambio, había estado trabajando sin cesar hasta encontrar la oportunidad de
que la enviaran a centro América para hacer un reportaje fotográfico, pagándole
solo la agencia el viaje en avión.
Recuerdo unas palabras de Séneca, en una disertación ante sus alumnos les
dijo que la vida se dividía en tres tiempos…
“En presente que es brevísimo; futuro, incierto; pasado realidad vivida”.
¡Me
gustaría tanto saber más acerca del modo como ves la vida y afrontas las
circunstancias adversas…! Pues ya
sabes, nuestro lugar de encuentro serán siempre, las frías arenas de la playa.
Ni siquiera se despidieron dándose un beso, ella salió hasta donde terminaban
las escaleras de bambú con un fino chal sobre los hombros. Vicente cuando
comenzaba a caminar monte abajo se volvió como para decirle algo, pero volvió
la cabeza y siguió bajando hasta la playa.
--------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario