martes, 12 de enero de 2016

AQUELLA PLAYA SOLITARIA Y FRIA

                                                    AQUELLA PLAYA SOLITARIA Y FRIA

Siempre me ha gustado la soledad, no el estar constantemente solo, pero necesito sentirme acompañado solo de algún ruido, natural a poder ser, que me haga caminar sin prisas, reflexionando, observando lo que me rodea y a la vez pensando en mis cosas. Creo que esto es natural, de hecho, más natural… imposible si buscas un lugar apropiado. Las playas en verano las considero odiosas, no huelen a mar, huelen a aceites solares y cremas protectoras, gritos de niños, gente que juega al balón estorbando a los demás.
Voy a la playa cuando la arena está fría, durante la tarde, a veces casi de noche, para mí es la mejor hora, es la hora mansa, el agua está caliente cuando es verano y ves de vez en cuando a alguna persona paseando con su perro, o a alguna pareja que se dicen cosas justo antes de que se esconda el sol en el horizonte. Pisas naturaleza, yo le llamo cargarse las pilas, recibir la fuerza de la tierra en toda su extensión. Camino despacio, como una mujer que volviendo he visto a unos pasos detrás de mí, va con un vaquero cortado hasta los muslos, lleva el cabello suelto aunque completamente cano. No parece mayor, dejo que llegue a mi altura y la saludo cortésmente.   Buenas tardes señora…   Buenas joven ¿disfrutando del sol de la tarde…?   Así es, no hay forma de hacerlo a otra hora, este turismo que llega a las costas mediterráneas no me gusta, sinceramente.   A mí tampoco, bajo todos los días desde el otro lado del monte  que se ve ahí detrás para disfrutar de estos momentos.
Ya hemos caminado casi un kilómetro, juntos, me tiende la mano y se despide diciéndome…   Hasta mañana si es que vienes por aquí a estas horas.   Si es que tú vas a venir, yo vengo también.   A claro yo siempre vengo por las tardes a una hora u otra, lo que pasa es que no siempre se me ve.   Bien, entonces hasta mañana.
Me ha costado dormir esta noche, no digo que haya sido por el encuentro con esta singular mujer, pero evidentemente, algo ha tenido que ver con el insomnio que se ha apoderado de mí esta noche. ¿Será que la expectativa de volverla a ver y entablar de nuevo una conversación con ella, me está trastocando un poco? No eso no debe ser, o puede que sí, bueno voy a tratar de cerrar los ojos y  descansar la mente.
Sí me dormí lleno de paz y ¿cómo podría explicarlo…? lleno de armonía, no recuerdo haber soñado  esta noche, cuando me levanté de mi tumbona, aunque a alguien la parezca mentira, estaba moreno como si me hubiera pasado el día anterior al sol pero sin molestia alguna. No he desayunado más que un jugo de naranja en el bar del Chacho y luego, sin saber que fuerza me impulsaba a bajar la escalera de la salida del bar, miré hacia la pequeña colina, en la lejanía pude observar una figura asomada a una baranda de madera, quise imaginar que era ella, no lo sabía pero lo intuía, era una pregunta que tenía que hacerle. Y llegó la tarde, y con ella un nuevo paseo por la playa, esta vez no sentí paso alguno detrás de mí, la vi llegar por delante a lo lejos, moviendo un pañuelo que parecía de seda, pero que sabía que lo movía hacia los lados, me llegaba como una señal de bandera.
¡Hola que tal estás…!   Muy bien pero que quería preguntarte algo.   Dispara.  ¿Cuál es tu nombre?  Ja, ja, ja, que curioso, mi nombre es Luz ¿y el tuyo?  Vicente, ya sé que es un nombre muy común pero me gusta, era el nombre de mi abuelo materno y una gran persona, me hubiera gustado que lo hubieras conocido. Era asombroso, un malabarista deslumbrante y sabía hacer juegos de magia que todo el mundo aplaudía.   Imagino que sería una persona excepcional.   Justo, esa es la palabra, excepcional.   Parece que hoy está la tarde desapacible, apuesto a que antes de terminar el paseo acostumbrado llueve. Si quieres puedes venir a mi casa, no sé si te gusta el té, tengo una buena diversidad de ellos en mi cocina.   Sí que me gusta, acepto tu invitación con tal de que no deshaga ningún plan previo que tengas.
Sin mediar palabra, me ha cogido de la mano, y ha comenzado a trotar montaña arriba como una cabra montesa, hasta llegar a una casa que parece haber salido de Bali o de algún otro país  Indonesio. Toda ella está hecha de caña de bambú, dos grandes vigas de madera son los puntales que sostienen aquel techo ligero y a la vez robusto, Vicente está un poco asombrado, tres grandes cañas que cruzan la entrada  de la casa sirven a su vez para acceder a ella, y efectivamente, una baranda del mismo material, sirve de mirador hacia la playa, y el tramo que han recorrido corriendo montaña arriba. Todo está distribuido como un loft diáfano, atractivo y cálido. Los grandes pufs de cuero de piel de búfalo, esa es la impresión que tuve al mirarlos y sentarme en ellos, te dan un confort más allá de lo que uno pudiera imaginar.
La decoración más preciada para ella, después de preguntarle, son las telas que tiene distribuidas alrededor del suelo de toda la casa, están sin enmarcar, pero son de un color que jamás hubiera podido imaginar. Es evidente que se ha entretenido en encontrar las mezclas apropiadas de los colores al óleo sabiamente aplicados. Puede parecer una locura, pero en un rincón con poca luz, aunque sí se distingue con claridad, puedo ver otro cuadro enmarcado dentro de la caja de un televisor. Representa a dos pescadores que huyen de la tormenta que se adivina en el fondo del cielo, detrás de ellos, parece que se esfuerzan por no ser alcanzados por ella, reman en una canoa con estabilizador lateral para evitar que vuelque la estrecha barca.
¿Qué tipo de té es el que prefieres…? Tengo bastante variedad y todos muy buenos.   El que tomes tú me vale, lo cierto es que no soy un gran entendido en tés, compro cajas del supermercado y algunas veces los he comprado en lugares especializados en lata.   Bien entonces  esta vez lo voy a elegir yo, si te parece.   Perfecto, no he tenido ocasión de decírtelo pero tienes una casa perfecta.  ¡No hay para tanto…! Solo he tenido la oportunidad de viajar y ver un poco de mundo, durante años me dediqué a la profesión de fotógrafa para una revista internacional, esto me dio la idea de construir esta casa en esta pequeña loma.
Tomaron té y se contaron pequeñas aventuras y experiencias que ambos habían tenido, los dos eran solteros, coincidieron en que no habían encontrado a la persona adecuada para compartir sus vidas.   Vicente le manifestó que vivía de unas rentas heredadas de su padre muerto en trágicas circunstancias.   Luz en cambio, había estado trabajando sin cesar hasta encontrar la oportunidad de que la enviaran a centro América para hacer un reportaje fotográfico, pagándole solo la agencia el viaje en avión.   Recuerdo unas palabras de Séneca, en una disertación ante sus alumnos les dijo que la vida se dividía en tres tiempos…  “En presente que es brevísimo; futuro, incierto; pasado realidad vivida”.
¡Me gustaría tanto saber más acerca del modo como ves la vida y afrontas las circunstancias adversas…!   Pues ya sabes, nuestro lugar de encuentro serán siempre, las frías arenas de la playa. Ni siquiera se despidieron dándose un beso, ella salió hasta donde terminaban las escaleras de bambú con un fino chal sobre los hombros. Vicente cuando comenzaba a caminar monte abajo se volvió como para decirle algo, pero volvió la cabeza y siguió bajando hasta la playa.

                                                              --------------------------------
   


No hay comentarios:

Publicar un comentario