jueves, 14 de enero de 2016

LOS DOS HERMANOS

                                                         LOS DOS HERMANOS

¡Que diferentes son los dos! El menor de ellos Lúcas que en griego significa luminoso, era un chico taciturno que solo pensaba en sus estudios, pasaba de los amigos y si en alguna ocasión salía con ellos, era porque pensaba sacar provecho de alguno de ellos, en el plano de los estudios. Una especie de egoísmo natural, pero mal dirigido. No era capaz de hacerle un favor a nadie, aunque fuera de su propia familia, especialmente a su hermano Luis que proviene del germano, y significa defensor del pueblo. Este chico tenía futuro, a pesar de no ser un apasionado de los estudios y llevar una vida de lo más simple.
A medida que crecían, nadie llamaba a la puerta de las casa preguntando por Lúcas, este estaba casi siempre en la biblioteca o en casa de algún amigo estudiando lo mismo que estudiaba él. Era un acumulador de conocimiento, su abuelo paterno le había inculcado que para tener un futuro en la vida, tendría que tener una carrera. A Luis le decía lo mismo pero dentro del espíritu del mayor parece que no cuajaron del todo las palabras del abuelo a quién quería con locura, sabía que todo cuanto le decía, era por su propio bien. Ahora bien, Luis no podía ver sufrir a nadie sin sufrir él también, ayudaba a todo aquel que podía dentro de  su entorno. No podía ofrecer su casa a nadie porque no tenía autoridad para hacerlo, pero ponía todos los medios a su alcance, para que en invierno, familias pobres a las que conocía bien, no pasaran ni hambre ni frío. Eso le había procurado no pocas reprimendas por parte de sus padres.
Al contrario de Lúcas, que siempre estaba pidiendo dinero para libros, para material de estudio y hasta en una ocasión, llegó a estudiar medicina, mientras por otra parte, se las apañó para que sus padres, le pagaran un máster en una academia prestigiosa de la ciudad con el propósito de complementar sus estudios. Tras ese afán dejó de ser una persona normal, hasta el punto de mirar con cierto desprecio, a aquellos que no estaban a la altura de sus conocimientos, se endiosó. Luis seguía con más pasión cada día que pasaba, su trabajo en una nave donde hacían prendas de vestir compatibilizando este  trabajo diario, con la ayuda que sabía que tenía la obligación de prestar a los más desvalidos. Esperaba a diario la sirena de la fábrica para salir huyendo de allí después de fichar, cogía su bicicleta y se dejaba caer calle abajo pedaleando como un poseso, con el fin de llegar antes a su casa. Se daba una ducha, se cambiaba de vestimenta y se marchaba de nuevo, a visitar a Hector y su madre, que por la enfermedad de ella habían perdido la panadería.
Un cáncer la estaba matando de manera acelerada, ambos agradecían estas visitas que Luis les hacía. La familia estaba un poco lejos y los que tenía más o menos cercanos, no querían exponerse a que sus hijos cogieran esta terrible enfermedad. ¡Necios… estúpidos ignorantes! ¿Cómo podían decir que tenían corazón, que lamentaban lo que le sucedía a su hermana, o tía, fuera quién fuera que correspondiera a su familia? Luis no tenía en cuenta nada de todo eso, sabía que cuando le llegara su hora nadie podría parar a la muerte, lo tenía como algo normal en su vida. Siempre decía cuando era interrogado por amigos sobre el tema…  Cuando nacemos, tenemos las mismas posibilidades de morir grandes o pequeños.
Volvía a casa complacido, contento, había cumplido con el deber que se le exigía como ser humano. Al comienzo de un invierno habló con su padre.   Papá, ¿podría quedarme con parte de las horas extras que hago en la fábrica, necesito este dinero para comprar unas mantas a una familia que se han quedado sin trabajo?   ¿Y me lo dices así, sin más?   Claro, ¿Por qué debería engañarte? Esa es la razón, no es para gastarlo en una juerga con los amigos, ni para ir de putas.   Ya lo imagino… bien, sea, pero si quieres hacer caso a un consejo que te doy, ten cuidado a quién das, no vaya a ser que se acostumbren y quieran llegar a depender de ti.   Gracias papá, te lo agradezco, no te pediría esto sin razón alguna.   Anda ve y adminístrate bien, coño hijo, tú hubieras tenido que ser misionero.
Lúcas por su parte, se convirtió en un estudiante envidiable, todo aquel que estaba dentro de su círculo de amistades, le preguntaban, trataban de sacar buenas notas como él sacaba a costa de lo que había estudiado. Se volvió una persona huraña, hasta se podría decir que huidiza para que los compañeros no tuvieran que acercarse a él a preguntarle. Un personaje luminoso en los estudios, pero con mala fama entre sus compañeros que desistieron de acercarse a Lúcas para nada.
Estos dos hermanos, a mí personalmente, me han enseñado a plantearme, que es lo mejor en la vida, la diferencia entre ser justo o ser bueno, prefiero lo segundo a pesar de los contratiempos que esto te pueda acarrear.

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