EL CURIOSO DESPERTAR DEL
RIO
Ese
día, la gente sin remedio, alguno bajaban por mitad de las calles de las
grandes avenidas sin otra solución más que la de tener tiempo para salvar a
alguno de los suyos, maridos a sus hijos, esposas a sus maridos. Entre el lodo
y los árboles que venían de ve a saber dónde, y revolcaban autos que estaban ocupados unos y los otros
vacíos, no ayudaban en nada a que la gente pudiera echar mano de agarraderos de
donde poderse librar.
Fue
macabra la escena que se contempló después, al acercarse a la playa, toneladas de
escombros, gente flotando ahogados muchos de ellos todavía abrazados,
protegiéndose de aquella venganza celestial. Curiosamente nadie culpa a nadie
en concreto, la pérdida es demasiado grande, nos invade la tristeza, y la mente
comienza a hacer un recorrido mental de todo lo perdido, incluidas las personas
por supuesto.
Y
lo cierto es solo que el rio ha despertado, desde las cumbres de las montañas
próximas, ha seguido su camino como cualquiera de nosotros hubiera tomado
determinado sendero trazado a copia de años, en una calle cualquiera y la
tomáramos como atajo para llegar antes a algún lugar.
Los
meteorólogos tienen una visión más pragmática de estas situaciones, las
ponderan, las miden, advierten a otros observatorios que la tormenta no ha
cesado, que va hacia ellos, esto está muy bien, pero no los librará de
desastre. Cuando llegan estos despertares de los ríos, nadie puede hacer nada
salvo asumir las pérdidas y el que puede, ponerse a salvo viendo como las aguas
lo arrasan todo, matan a sus animales y lloran tanto esfuerzo perdido.
Pasado
determinado tiempo, la gente, comienzan a criticar que los ayuntamientos, no
mantienen limpios los ríos y pequeños meandros, que alimentan ríos que ya
tienen clasificados en los mapas, son esos los causantes de estas desgracias,
catástrofes diría yo hasta que no se ve la magnitud de la riada. La naturaleza
nos enseña siempre, y en la mayoría de las ocasiones no le hacemos caso. Nos
importan más las casitas de verano, pasar unas vacaciones felices, sin pensar
que todo puede terminar en tragedia.
Matrimonios
rotos como esos árboles quebrados que se mueren, familiares que desaparecen de
nuestras vidas, pérdidas imprevisibles que al principio no echamos en falta, y
que luego, nos son imprescindibles para la continuidad de la vida. Todo por el
curioso despertad del rio… familias deshechas, familiares muertos, hijos
desaparecidos, a partir de ese acontecimiento todo cambia. Está comprobado, la
figura de nuestras caras quedan desfiguradas, como si se trataran de una mueca
indeleble que ya no tiene solución alguna.
Aunque
es cierto que la vida continúa, no se vuelven a recobrar algunas de las cosas
perdidas, el rio nos ha puesto sobre aviso, en cualquier momento puede volver a
causarnos desolación y desesperación. Solo cabe esperar que el rio no vuelva a las
andadas y termine por destrozar nuestras vidas.
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