viernes, 1 de enero de 2016

LA BIEN AMADA

                                                                  LA BIEN AMADA

Se despistó en el camino buscando al lugar donde vivía, la bien amada, la gente de su alrededor la tenía marginada, en otros tiempos por fuerza de las circunstancias, cuando solo tenía dieciséis años, su madre la vendió como quién dice a unos hombres que pasaron por el pueblo, ellos vivían en la afueras, y por cuatro duros la cedieron a aquellos maleantes. La llevaron a la ciudad y le compraron lo necesario, para poder llevar a cabo el trabajo para lo que la tenían destinar.
El trabajo no era otro, que el que engrosara el número de prostitutas, en un local de carretera, bastante frecuentado por viajeros, que iban y venían por aquella carretera general. Pero pasaron los años, la gente de los alrededores seguían llamándola como un apodo que se queda pegado a la piel, la bien querida.  Cuando me paré a preguntar por ella, un hombre que tenía su negocio de piensos y forrajes para animales, me dijo sin ningún pudor…   Fue una pena, era una muchacha hermosa y tan simpática, que a todo el mundo le supo mal que machara del pueblo.
Nadie decía nada sobre el hecho, de que había sido vendida, por la miserable vida que llevaban los padres, demasiados hijos y poco sentido común para hacer crecer una familia. Flora sobraba en la casa, a pesar de los esfuerzos que hacía para colaborar en ella, en la medida de sus posibilidades, su trabajo no satisfacía los requerimientos de su padre, que furtivamente se introducía en su habitación de vez en cuando. Bebedor incorregible, terminó arrendando las tierras a una familia que vio en esta maniobra, salir de la pobreza extrema por la que pasaban, Baltasar no puso el menor obstáculo, desde entonces recorría el pueblo de bar en bar, teniendo en ocasiones, amigos de él que llevarlo a casa por no poder tenerse en pie literalmente.
Puede que alguien piense que esto es un anacronismo del pasado, pero lo cierto es que todavía sucede de un modo velado en nuestros propios tiempos, por las actitudes que los padres tienen con los algunos hijos. Ahora no imagino que a los chicos y chicas se les venda, si es el caso, se venden ellos mismos por el simple deseo de dinero, para disponer de lo que consideran necesario, para tener prestancia, destacar entre los demás, ir a la moda. Hay  casos en los que esto pasa por el simple hecho de ser aceptados por los demás amigos, es el mejor y más sutil engaño en el que caen los jóvenes, que quieren ser enredados en estas tramas de corrupción. Cuando al final la encontré, no sin pocos apuros para localizar el lugar donde vivía, me hallé ante una anciana de cuarenta años y poco, con el cabello gris suelto al viento y un pequeño ramito de romero prendido al pelo, junto a una de sus orejas.
Buenas tardes señora, al fin la encuentro, no se imagina el tiempo que ando buscándola.   ¿Qué es lo que quieres de mí?, no tengo nada que ofrecer, ni siquiera refugio en mi casa, es demasiado pequeña para dos personas.   Si me permite le cuento la razón de estar en su casa; trabajo para una gaceta que sale cada quince días y que se dedica recordar a las personas que hace unos años fueron personajes influyentes en la alta sociedad.    Entonces pierdes el tiempo, yo nunca he sido influyente para nada ni para nadie. Eso cree usted… pero en su día rompió muchos corazones y dejó una huella imborrable en algunos hombres importantes… usted lo sabe bien.
Lo que yo sepa o deje de saber es cosa mía, a nadie le importan mis andaduras y mis relaciones con aquellos hombres y mujeres, de la alta sociedad. ¿Qué es cierto que algunas de estas personas me contaron cosas que harían estremecer los cimientos de la banca… pues sí así fue? Pero eso hace que debiera traicionar la confianza de esas personas, la mitad de ellas ya descasan en los campos santos, no quiero resucitar su memoria para nada, en parte no sería digno.   Pero según mis investigaciones, algunos de ellos fueron demonios para el resto de la población la gente merecería saber lo que pasó.    Pues vaya usted con pico y pala, desentiérrelos y les pregunta.
Yo fui lo que fui y como fui porque quise, nadie me obligó a llevar la clase de vida que viví, que eso me llevó con  el tiempo a ser una mujer apreciada por hombres y mujeres no lo niego, pero ahora, de todo aquello que pasé en mi juventud, me considero bien pagada, y le aseguro que nadie va a meter la narices en mis asuntos con el fin de desenterrar fantasmas del pasado, vivo con ellos y en buena medida gracias a ellos. Ahora si me disculpa señor, voy a seguir con mis labores de hogar.

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