miércoles, 13 de enero de 2016

¿QUE CLASE DE PREGUNTA ES ESA?

                                              ¿QUE CLASE DE PREGUNTA ES ESA?

Esto es muy propio de los niños pequeños, siempre van detrás de respuestas a asuntos, que les son desconocidos. Los padres o tutores de esos niños, saben que llega ese tiempo de forma inexorable, pero los que somos mayores, no sabemos frecuentemente deducir el porqué, la razón de que hagan estas preguntas. Para nosotros no tienen la menor importancia, las vemos a diario, las saboreamos con frecuencia.
Recuerdo la primera vez que les di a mis hijos a probar un helado, era verano, estábamos en la playa  pedimos mi mujer y yo para los tres, el mismo sabor. ¡Hubierais tenido que ver la cara que pusieron cuando con sus lengüecitas rozaron la superficie del helado…! Caras de sorpresa unos, hacía mucho calor, y cara con el ceño arrugado de la mayor que ya había llevado parte del helado hacia el paladar para saber de que se trataba.
Puede ser que a alguien le parezca gracioso, de hecho lo es, el impacto que recibieron sus papilas gustativas, le transmitió a su cerebro, que aquella pasta en el cucurucho de galleta era algo bueno y que no tenían por qué desperdiciarlo. Esa es una de las pruebas de que el cerebro es el hilo conductor de todo aquello que puede llevarnos a evaluar lo que es bueno o malo. En cuanto a lo desconocido siempre existe la duda, por esa razón preguntan, les puede parecer extraña la luz de una farola, el ruido de un automóvil, el tacto de una tela que a ellos no se les ha puesto jamás. Esto solo pasa porque piensan, esa es la base. Tagore lo expresó con estas palabras  “Hacer preguntas es prueba de que se piensa”
Otros en cambio callan y ensayan por su cuenta y riesgo, bueno, entra dentro de los parámetros de lo normal, pero las respuestas que deducen, son con frecuencia erróneas, y el error los lleva a descalabros que los mayores solo podemos ayudar, restañando las heridas sufridas por el cariño que les profesamos. Cuando vuelvan a las andadas, es posible que no nos encuentren, que estemos demasiado lejos, que se hayan emancipado y tengan que, sin preguntar, hallar las respuestas.
El tiempo, y su propia mente, les van a enseñar si van o no por el buen camino, en cualquier caso jamás se deja de querer a alguien, que por no preguntar, cae en las tentaciones efímeras de un mundo decadente.
Un buen amigo mío me llamó por teléfono un día pidiéndome si podíamos vernos, le contesté que no había ningún problema. Al día siguiente entró en el bar nervioso y contrariado, pidió una cola y cuando se sentó a mi lado, apartados de todo el mundo se puso hablar.   Estoy muy nervioso tío, mi hijo, entonces tenía su hijo veintiséis años, después de salir de casa a los veinte.   Mi hijo me ha preguntado ayer, en que clase de mundo vivimos.   Bueno hombre esto no es tan grave…   ¿Qué no es grave? Un chico siempre educado, bondadoso, que nunca ha faltado el respeto a nadie y que ahora me pregunta en que clase de mundo vivimos.
¿Preguntaba cosas de pequeño, no sé, que cosas le gustaban y que no, como se hacen los colores?  No, siempre ha sido una persona silenciosa, callada, retraída.  Pues a mí todo esto me indica personalmente hablando, que es un chico que no ha hecho trabajar su mente lo suficiente.   ¿Tú crees que ha sido eso?   Podría ser, de cualquier manera, eso siempre sirve de experiencia para próximas circunstancias de la vida. Los críos tienen que preguntar, y cuando no lo hacen hay que instigarles a que lo hagan, no te puedo decir más.

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