¿QUE CLASE DE PREGUNTA ES ESA?
Esto
es muy propio de los niños pequeños, siempre van detrás de respuestas a asuntos,
que les son desconocidos. Los padres o tutores de esos niños, saben que llega
ese tiempo de forma inexorable, pero los que somos mayores, no sabemos
frecuentemente deducir el porqué, la razón de que hagan estas preguntas. Para
nosotros no tienen la menor importancia, las vemos a diario, las saboreamos con
frecuencia.
Recuerdo
la primera vez que les di a mis hijos a probar un helado, era verano, estábamos
en la playa pedimos mi mujer y yo para
los tres, el mismo sabor. ¡Hubierais tenido que ver la cara que pusieron cuando
con sus lengüecitas rozaron la superficie del helado…! Caras de sorpresa unos,
hacía mucho calor, y cara con el ceño arrugado de la mayor que ya había llevado
parte del helado hacia el paladar para saber de que se trataba.
Puede
ser que a alguien le parezca gracioso, de hecho lo es, el impacto que recibieron
sus papilas gustativas, le transmitió a su cerebro, que aquella pasta en el
cucurucho de galleta era algo bueno y que no tenían por qué desperdiciarlo. Esa
es una de las pruebas de que el cerebro es el hilo conductor de todo aquello
que puede llevarnos a evaluar lo que es bueno o malo. En cuanto a lo
desconocido siempre existe la duda, por esa razón preguntan, les puede parecer
extraña la luz de una farola, el ruido de un automóvil, el tacto de una tela
que a ellos no se les ha puesto jamás. Esto solo pasa porque piensan, esa es la
base. Tagore lo expresó con estas palabras
“Hacer preguntas es prueba de que se piensa”
Otros
en cambio callan y ensayan por su cuenta y riesgo, bueno, entra dentro de los
parámetros de lo normal, pero las respuestas que deducen, son con frecuencia
erróneas, y el error los lleva a descalabros que los mayores solo podemos ayudar,
restañando las heridas sufridas por el cariño que les profesamos. Cuando vuelvan
a las andadas, es posible que no nos encuentren, que estemos demasiado lejos,
que se hayan emancipado y tengan que, sin preguntar, hallar las respuestas.
El
tiempo, y su propia mente, les van a enseñar si van o no por el buen camino, en
cualquier caso jamás se deja de querer a alguien, que por no preguntar, cae en
las tentaciones efímeras de un mundo decadente.
Un
buen amigo mío me llamó por teléfono un día pidiéndome si podíamos vernos, le
contesté que no había ningún problema. Al día siguiente entró en el bar
nervioso y contrariado, pidió una cola y cuando se sentó a mi lado, apartados
de todo el mundo se puso hablar. Estoy
muy nervioso tío, mi hijo, entonces tenía su hijo veintiséis años, después de
salir de casa a los veinte. Mi hijo me
ha preguntado ayer, en que clase de mundo vivimos. Bueno hombre esto no es tan grave… ¿Qué no es grave? Un chico siempre educado,
bondadoso, que nunca ha faltado el respeto a nadie y que ahora me pregunta en
que clase de mundo vivimos.
¿Preguntaba
cosas de pequeño, no sé, que cosas le gustaban y que no, como se hacen los
colores? No, siempre ha sido una persona
silenciosa, callada, retraída. Pues a mí
todo esto me indica personalmente hablando, que es un chico que no ha hecho
trabajar su mente lo suficiente. ¿Tú
crees que ha sido eso? Podría ser, de
cualquier manera, eso siempre sirve de experiencia para próximas circunstancias
de la vida. Los críos tienen que preguntar, y cuando no lo hacen hay que
instigarles a que lo hagan, no te puedo decir más.
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