sábado, 9 de enero de 2016

NO TEMO A LOS COMPROMISOS

                                                         NO TEMO A LOS COMPROMISOS

Bueno eso no es del todo así, es una forma de expresarse, los compromisos son necesarios, en el trabajo adquieres la responsabilidad de hacer las cosas bien, depende en buena medida de que te quedes ahí trabajando fijo o no. No es una ruleta, no es poner unas monedas en una máquina y apretar un botón esperando que colores son los que salen y si te ha tocado el premio o no.
¡Hay tantas decisiones en la vida que uno tiene que tomar…! En ocasiones se me han atascado en la cabeza las cosas que he tenido que hacer, y a veces al mismo tiempo. Pero nunca me he arredrado, he salido de todo, de algunos compromisos con más éxito que otros, es normal porque no somos perfectos, eso significa que la cagas pero que en algunos asuntos aciertas. Hay decisiones que son importantes, que las tienes que pensar mucho, te dejas llevar por lo que ves y lo que palpas y venga al toro… ¿quién ha dicho miedo? Y resulta que no es cuestión de tener o no miedo, son más bien las consecuencias a largo plazo de la decisión, sin apenas darte tiempo a reaccionar sales del juzgado con un anillo en el dedo anular, a tu lado la esplendorosa novia y uno sin saber siquiera, que es lo que acaba de hacer.
Hombre, casarse, cada cual sabe lo que significa, es la convivencia lo que te trae de culo luego, con el tiempo. Cuando te casas no puedes tener todos los cabos atados, la razón es muy sencilla, ¿y si resulta que la mujer es una de esas celosas que no te deja ni respirar sin que la lleves a ella a todas partes? O puede resultar al contrario ¿Dónde has estado hoy, que has hecho, con quién has ido a comprar? Lo siguiente es mirarse mutuamente el móvil, los Wathsapps, los mensajes, y hay quién si se pudiera meter dentro del móvil para indagar más lo haría.
Cuando pasé por esta circunstancia, es decir cuando me casé, no tenía ningún miedo ambos nos conocíamos bien, y además nos alejamos algo de barrio donde habíamos vivido mientras éramos jóvenes, pero una mujer bonita siempre es bien mirada por la calle, y la mía, os puedo asegurar que lo era un montón. Pero… resultó que era un poco celosilla, no creo que le diera razones para que estuviera pendiente de cuanto hacía, trabajaba de sol a sol, nos interesaba crear un hogar con mayúsculas.
No contentos del lugar donde vivíamos, nos trasladamos a otra provincia, ¡chacho que cambio! De estar todo el día viendo el mar, nos fuimos a una zona rural con un trabajo que me ofrecieron en una granja. No os engaño si os digo que ha sido uno de los mejores trabajos que he tenido en la vida, ¡que calidad de vida teníamos allí! Pero esta época duró poco, cinco años solo, nos tuvimos que trasladar de nuevo a una pequeña ciudad que era la cabeza de partido de la zona. Siempre, en cada mudanza me iba contrabajo, no me daba miedo ejercer ningún oficio, y siempre cotizando a la Seguridad Social. Por desacuerdos con la empresa en cuestión de horarios y sueldo, les di los quince días obligados para que me prepararan el finiquito y adiós. Debo añadir a eso, que jamás ninguno de mis jefes tuvo que decir nada de mí, yo cumplía como el que más, eso me daba a entender que no iba desencaminado, toda mi familia me apoyó en aquellos tiempos.
De ahí me fui a trabajar de albañil, ¡fíjate que no había puesto un ladrillo en mi vida…! Y el amigo que me contrató me dijo un día…  Oye, que te quería decir que no lo haces nada mal ¿sabes, por qué no te quedas conmigo? Le contesté que lo que estaba haciendo un trabajo eventual, pero que buscaba algo que fuera más con mis cualidades laborales. No dijo nada, estaba un poco triste y sabía que siendo como era un poco mayor, no aguantaría sin que nadie joven lo ayudara, al final dejó el oficio y se dedicó a trabajar su huerto que no era pequeño.
Si temes a los compromisos le temes a la vida, hay que echarle un par de huevos, te ofrezcan el trabajo que te ofrezcan y por el precio que sea, hay que agarrar al toro por los cuernos, ya vendrán tiempos mejores en los que uno pueda elegir que hacer y cuanto cobrar. El mercado de la oferta y la demanda es despiadado ahora, pero eso no va a seguir así eternamente, siempre tendremos puerta que se abren para personas que son honestas y que no le temen a nada.

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