domingo, 31 de enero de 2016

GUERRAS PERDIDAS

                                                                 GUERRAS PERDIDAS

Hace poco estuve leyendo sobre la II guerra mundial, algunos artículos ponían de manifiesto lo complicadas que llegan a ser las guerras. Lo primero que siempre me pregunto es ¿Qué lleva a esos jóvenes soldados a la guerra…? Casi todos los ejércitos tienen sus himnos, estos y la comida de coco de que vamos a ser conquistados por países extranjeros, supongo que hace que muchos de estos jóvenes vayan a la guerra. En el caso de los norteamericanos perdieron a 58.159 soldados y más de 1.700 desaparecidos, no quiero imaginar cómo. A estos es obligado añadir a los vietnamitas del norte y del sur que lucharon con los aliados, franceses, alemanes, canadienses, rusos, japoneses… Ciertamente las cifras se disparan, se hacen incontables frecuentemente incomprensibles.
En el caso de que alguien gane una guerra, jamás puede decir que la victoria es total, las bajas producidas a la fuerza en el triunfo, es efímero, hay un sinfín de guerras que todavía se están llevando a cabo por toda la Tierra, y que justificadas o no, causan bajas inocentes en su mayor parte, personas que son víctimas del terrorismo, ¿Qué motivo tiene esta forma de actuar, lo hacen acaso en el nombre de un dios que les recompensa por lo que hacen…? No conozco a ningún dios tan malvado que exija la sangre mujeres y niños, ancianos o cualquier otra persona que justifique estas matanzas.
Guerras pírricas, esas en la que los grandes políticos, toman decisiones movidos por oscuros intereses, a veces se les ve el plumero, petróleo, gas natural, diamantes, sometimiento de niños para hacer estas barbaridades, que se les exige que maten a sus padres como muestra de fidelidad a la “causa”. ¿Qué causa pueden tener niños de ocho años con un Kalashnikof en sus manos para cometer esas atrocidades?
Nuestros hijos no son así, solo piensan en jugar con porros y drogas que no les alteran la razón; pegamentos inofensivos que les relajan, les llenan la tripa en espera de alimento que puedan digerir de forma natural, nosotros, los padres, no podemos concebir de ellos maldades tales, están todo el día en el colegio, aunque de vez en cuando, los veamos manejar encendedores o pequeñas navajas.    Oiga vengan por favor al colegio sin falta mañana, tengo que hablar con ustedes es urgente. Esta es la nota que les lleva el niño a casa.   El niño acostado con las deportivas puestas sobre la cama y los cascos del MP3 a todo gas los mira y les dice a sus padres que no tiene ni idea de que se trata.
Ha ido el padre que está en el paro; espera un rato hasta que una señorita lo hace pasar al despacho del director.   Me veo obligado a expulsar a su hijo del colegio… es una pena porque es un chaval muy inteligente, le hemos llamado la atención por activa y por pasiva pero lo cierto es que este niño no adapta a las normas de u colegio convencional.   ¿Qué quiere decir…?   Me cuesta decirle esto… pero no hay niña a la que no le haya bajado las bragas, ha pinchado en las nalgas a casi todas ellas, le hacemos un seguimiento exhaustivo no crea que no, lo castigamos para corregir estos comportamientos, pero no hay manera. Como usted comprenderá, la dirección de este centro, no puede seguir haciendo oídos sordos a estas actitudes.
Daba la impresión de querer justificarse ante el padre, probablemente pensaría que era un energúmeno igual que su hijo. Se equivocaba, el padre estaba desolado, vecinos y policías municipales habían visitado su hogar en no pocas ocasiones y siempre por las mismas razones, gamberrismo a gran escala. El padre sabía que esa era una batalla perdida con su hijo, pero todavía no había llegado a la adolescencia y eso significaba desde su punto de vista, que todavía le quedaban cartuchos en la recámara.
Pues ni balas en la recamara ni nada, y es que cuando alguien quiere ir a la guerra, va, sin importar en contra de quién ni a favor de quién. Dejemos las guerras que me pongo muy triste…


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