KANT Y EL MUNDO DE LA
PAREJA
“Cuando
podía haber tomado esposa, no pude soportar a ninguna; y cuando pude soportar a
alguna, ya no necesitaba a ninguna” ¡Cuidadito con Kant…! Este hombre o era un genio,
no para todo claro está, o era un existencialista desfasado, no soy nadie para
cuestionarlo, ni para poner en duda lo que pensaba acerca de este asunto. Lo
cierto es que el compromiso del matrimonio, o el juntarse durante determinado
tiempo, el que sea, disfrutar mutuamente de las cosas que uno tiene en común
con la otra persona es complicado.
Somos
así de inmaduros, así de necios en determinados momentos de la vida, creemos en
nosotros mismos, sin hacer alardes de nuestras cualidades, no encontramos a
nadie que nos satisfaga, esperamos a una especie de diosa, a alguien que sepa
comprendernos, que nos acepte tal y como somos y eso no siempre satisface las
necesidades de la otra persona. Al poco, llegan los divorcios, quizás solo sea,
porque ha faltado sinceridad en esa feliz pareja que parecía que lo tenían todo
resuelto. Dejamos correr el asunto, ya nunca más nos subyugaremos a nadie, esta
es nuestra decisión y cuando nos quedamos solos, nos llega una especie de
descanso, de paz interior.
Pero
los años pasan, te vuelves loco o reflexivo, te encuentras solo, te haces mayor
y entonces comienzas a buscar, y no encuentras a nadie que sea capaz de
soportarte. Hay hombres y mujeres que quieren tener una vida tranquila, llegan
a esa edad después de haber tenido una vida agitada, buscan a alguien que les dé
una vida tranquila. Pero ya con sesenta y algún años piensan… ¿A quién coño tengo
necesidad de complacer a mi edad? ¿Qué busco en una compañera, comprensión, que
se lamente conmigo de todas cuantas cosas me han sucedido en la vida?, va a ser
que no, prefiero dejar las cosas como están.
La
vejez procura muchas cosas buenas, pero a veces no queremos verlas porque no
nos consideramos viejos. Jules Renard escribió
“La vejez existe cuando se empieza a decir: Nunca me he sentido tan
joven”. Y se dejan ver a esas personas que siempre visten con vestidos de
colores como cuando tenían veinte años, o a abuelos que todavía visten trajes
de cuadros grandes y pomposos, que eran la moda en sus tiempos mozos, que se
ponen lazos en el cuello en lugar de corbata, o visten zapatos en blanco y
negro cuando estaba de moda el swing.
Se
miran los unos a las otras, y las otras a los unos, puede que hasta se tomen un
refresco juntos, o un cortado, pero en el fondo no se necesitan para nada. He
convivido con personas mayores en una residencia, ¡que mal rollo por dios! Yo
les llamo moritorios a estos lugares, de hecho para esto están concebidos, para
que la gente muera en paz, lejos del resto de la familia, para que no den
guerra y otros se encarguen de cambiarles los pañales y darles de comer estas
papillas tan buenas que además son muy nutritivas. ¡Venga hombre...! a cagar al
río. Me quedo como estoy que ya he probado bastantes caldos, y pocos me han
gustado.
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