SUPONGO QUE LO MISMO DA
Vivir
que morir es parecido, da lo mismo cuando no tienes horizontes a la vista, eres
un desarraigado de la sociedad y no esperas nada bueno ni nada malo de ella. Ahora
mismo estoy en una tesitura de desaliento aunque con ganas de hacer cosas,
supongo. Los médicos me han dicho hace mucho tiempo, que mi temperamento es el
de una persona a la que nada le importa, que no tengo un espíritu luchador, que
no quiero enfrentarme a situaciones que exigen tomar decisiones. Un psicólogo que me estaba aconsejando, le
pregunté cómo se hacía esto, se quedó callado y después de unos minutos,
contestó… Lucha por lo que es tuyo, hay
posesiones que cada humano tiene, y no debe dejar que se las arrebaten así como
así.
¡Ha
ya entiendo…! Quieres decir que si alguien se quiere llevar a mi mujer de mi
lado y ella consiente, debería matarla antes de dejar que otro me la
arrebatara. No eso no es así, deberías
discutir con ella, las razones que hace, que estéis unidos hasta el momento,
que lo contrario es entrar en una espiral de desilusión y errores, que no se
solucionan fácilmente con el paso del tiempo.
Pero… si este ladrón de mujeres es
un maestro en llevar a cabo estas
maniobras, primero con una, luego con otra y así sucesivamente, ¿quién lo para?
Sí,
si esto es así lo tienes difícil, hay auténticos engañadores, diría que
profesionales de las trampas, y las mujeres caen como moscas atraídas por la
miel. Por eso te digo que lo mismo me
da, haga lo que haga lo tengo todo perdido, si ella, como es el caso, cede a las pretensiones de este
amante, que luego la dejará tirada en la cuneta, poca cosa puedo hacer. En
definitiva, que lo mismo da, es cuestión de tener suerte y que se de cuenta,
que este tipo no le va a traer la felicidad a la larga, solo la usará y ve a
saber tú como.
A
solas de nuevo en la calle, camino de su
casa, con paso vacilante, se acerca al bar de Sancho, pide un carajillo de ron
sin darse cuenta que ni siquiera le ha puesto el azúcar necesario. Sancho le
pregunta que tal está, parece que esté enfermo, tiene mala cara. ¿Qué te pasa hombre? Tienes una cara de manzanas
amargas… no puedes negar que tienes algún problema y gordo. No es nada Sancho, mi mujer se marcha de
casa con un menda que es un mierda, me la quiere robar y no sé cómo evitarlo. No trates de hacerlo saldrás mal parado es
mejor que ella se de cuenta por si misma, si te quiere volverá de nuevo.
Sí
supongo que será lo mejor, dejar pasar el tiempo y ver cómo se desarrollan los
acontecimientos, no me queda otra que sufrir en silencio y observar su
conducta. Los he escuchado por teléfono, de momento se ven de vez en cuando, luego,
por la noche vuelve a casa pero no me atrevo a tocarla siquiera, te juro que no
sé cómo abordar este problema. Mi
sugerencia es que lo dejes en manos del tiempo, quizás en el momento menos
pensado lo deja estar y se arrepiente de lo que ha hecho.
Ha
llegado el momento en el que lo mismo le da ocho que ochenta, entra en su casa
en el mismo instante que su mujer se está acicalando para salir, Alberto la
saluda de forma fría y se va hacia la cocina, últimamente se alimenta de café
con leche y alguna que otra pasta que encuentra en una caja de lata. En el frigorífico te he dejado cosas para
comer, le dice Carmen mientras se termina de maquillar los ojos. No te apures
no tengo hambre. Bueno ya sabes que
esta noche es nuestro aniversario, le dice Carmen, vamos a cenar fuera, ¿te
parece bien? ¿No tienes nada que hacer,
por mí no lo hagas? ¿Cómo… con quién
quieres que lo celebre? Estoy a punto de ascender en la tienda, el dueño se
quiere retirar, y me ha propuesto que sea yo quién lleve el negocio. Es una
excelente noticia ¿no crees? Pues sí
que lo es, ¿A qué hora me recoges?
Sobre las nueve, ¿vale cariño?
Bien aquí estaré, no tengo otra cosa que hacer. Ponte bien guapo que vamos a ir a un sitio de
categoría. ¡Valeee!
Pasaron
unas horas y efectivamente Carmen volvió con taxi a recoger a Alberto, juntos
marcharon al lugar donde iban a pasar la velada. Carmen entrelazó los dedos de
la mano con las de su marido. Tengo el puesto, voy a encargarme de las dos
tiendas, de las compras y el único sacrificio que tendré que hacer es que el
sábado trabajaré, a cambio me dan la tarde que quiera de fiesta y el domingo,
me han subido el sueldo a mil seiscientos euros al mes, ¿Qué te parece Alberto?
Parece que hayas quedado petrificado, s no quieres hacer tantas horas en la
compañía del gas no es menester que las hagas. Nos apañamos de sobras y de restos
con el sueldo de los dos. Te voy a
contar una cosa que no podía decirte antes. ¿Sabes que al principio de hacerme
esta propuesta me había propuesto meterme en la cama con él? Pobre viejete, con
el marido que tengo…
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