lunes, 4 de enero de 2016

SUPONGO QUE DA LO MISMO

                                                     SUPONGO QUE LO MISMO DA

Vivir que morir es parecido, da lo mismo cuando no tienes horizontes a la vista, eres un desarraigado de la sociedad y no esperas nada bueno ni nada malo de ella. Ahora mismo estoy en una tesitura de desaliento aunque con ganas de hacer cosas, supongo. Los médicos me han dicho hace mucho tiempo, que mi temperamento es el de una persona a la que nada le importa, que no tengo un espíritu luchador, que no quiero enfrentarme a situaciones que exigen tomar decisiones.  Un psicólogo que me estaba aconsejando, le pregunté cómo se hacía esto, se quedó callado y después de unos minutos, contestó…   Lucha por lo que es tuyo, hay posesiones que cada humano tiene, y no debe dejar que se las arrebaten así como así.
¡Ha ya entiendo…! Quieres decir que si alguien se quiere llevar a mi mujer de mi lado y ella consiente, debería matarla antes de dejar que otro me la arrebatara.   No eso no es así, deberías discutir con ella, las razones que hace, que estéis unidos hasta el momento, que lo contrario es entrar en una espiral de desilusión y errores, que no se solucionan fácilmente con el paso del tiempo.   Pero… si este ladrón de mujeres es un maestro en llevar a cabo  estas maniobras, primero con una, luego con otra y así sucesivamente, ¿quién lo para?
Sí, si esto es así lo tienes difícil, hay auténticos engañadores, diría que profesionales de las trampas, y las mujeres caen como moscas atraídas por la miel.   Por eso te digo que lo mismo me da, haga lo que haga lo tengo todo perdido, si ella, como  es el caso, cede a las pretensiones de este amante, que luego la dejará tirada en la cuneta, poca cosa puedo hacer. En definitiva, que lo mismo da, es cuestión de tener suerte y que se de cuenta, que este tipo no le va a traer la felicidad a la larga, solo la usará y ve a saber tú como.
A solas de nuevo  en la calle, camino de su casa, con paso vacilante, se acerca al bar de Sancho, pide un carajillo de ron sin darse cuenta que ni siquiera le ha puesto el azúcar necesario. Sancho le pregunta que tal está, parece que esté enfermo, tiene mala cara.   ¿Qué te pasa hombre? Tienes una cara de manzanas amargas… no puedes negar que tienes algún problema y gordo.   No es nada Sancho, mi mujer se marcha de casa con un menda que es un mierda, me la quiere robar y no sé cómo evitarlo.  No trates de hacerlo saldrás mal parado es mejor que ella se de cuenta por si misma, si te quiere volverá de nuevo.
Sí supongo que será lo mejor, dejar pasar el tiempo y ver cómo se desarrollan los acontecimientos, no me queda otra que sufrir en silencio y observar su conducta. Los he escuchado por teléfono, de momento se ven de vez en cuando, luego, por la noche vuelve a casa pero no me atrevo a tocarla siquiera, te juro que no sé cómo abordar este problema.   Mi sugerencia es que lo dejes en manos del tiempo, quizás en el momento menos pensado lo deja estar y se arrepiente de lo que ha hecho.
Ha llegado el momento en el que lo mismo le da ocho que ochenta, entra en su casa en el mismo instante que su mujer se está acicalando para salir, Alberto la saluda de forma fría y se va hacia la cocina, últimamente se alimenta de café con leche y alguna que otra pasta que encuentra en una caja de lata.   En el frigorífico te he dejado cosas para comer, le dice Carmen mientras se termina de maquillar los ojos. No te apures no tengo hambre.   Bueno ya sabes que esta noche es nuestro aniversario, le dice Carmen, vamos a cenar fuera, ¿te parece bien?   ¿No tienes nada que hacer, por mí no lo hagas?   ¿Cómo… con quién quieres que lo celebre? Estoy a punto de ascender en la tienda, el dueño se quiere retirar, y me ha propuesto que sea yo quién lleve el negocio. Es una excelente noticia ¿no crees?   Pues sí que lo es, ¿A qué hora me recoges?   Sobre las nueve, ¿vale cariño?  Bien aquí estaré, no tengo otra cosa que hacer.  Ponte bien guapo que vamos a ir a un sitio de categoría.   ¡Valeee!
Pasaron unas horas y efectivamente Carmen volvió con taxi a recoger a Alberto, juntos marcharon al lugar donde iban a pasar la velada. Carmen entrelazó los dedos de la mano con las de su marido. Tengo el puesto, voy a encargarme de las dos tiendas, de las compras y el único sacrificio que tendré que hacer es que el sábado trabajaré, a cambio me dan la tarde que quiera de fiesta y el domingo, me han subido el sueldo a mil seiscientos euros al mes, ¿Qué te parece Alberto? Parece que hayas quedado petrificado, s no quieres hacer tantas horas en la compañía del gas no es menester que las hagas. Nos apañamos de sobras y de restos con el sueldo de los dos.   Te voy a contar una cosa que no podía decirte antes. ¿Sabes que al principio de hacerme esta propuesta me había propuesto meterme en la cama con él? Pobre viejete, con el marido que tengo…


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