RESUMEN
“Haber
caballeros resuman ¿quién comienza?” En el aula no levantaba la mano ni dios
que bajara del cielo. “Venga señores que
no tenemos todo el día…”. ¡Aaachusss!, uno
que está resfriado; el maestro se vuelve a él y le dice bajando la cabeza hasta
el oído del alumno… “No me vengas con
hostias… que te pego un palmetazo que se te pasa de golpe el próximo estornudo”. El alumno levanta la mano “Señor, es verdad
que estoy resfriado, no he estornudado porque sí, señor”.
¡Menudo
palmetazo le ha dado en el brazo…!
“Siéntese cojones, ya”.
Desde
esa época de colegio, con la severidad con que me trataban, nos trataban mejor
dicho, aprendí a resumir otras muchas cosas de la vida. Por ejemplo que no se
puede tener todo, que mucha gente se acerca a uno con el fin de sacar algo de
ti, que no todos los hermanos de los mismos padres son igual, que siempre hay
algún preferido. Si preguntas a los padres te dicen que no, que ellos los
quieren a todos igual pero no es cierto, siempre hay preferencias, ¡que sí que
te lo digo yo, que estoy cansado de verlo en mi casa con mis otros hermanos…!
De
esta manera, pasados los años y la vida, vas aprendiendo a resumir, a tu
manera. En este asunto de hacer resúmenes de los acontecimientos que nos
rodean, sean estos buenos o malos, cada cual tiene su propio criterio, somos
autodidactas, nos gusta aprender solos, no porque otros nos lo manden, como el
maestro y la regla en la mano.
Tenemos
nuestros criterios y sin que nadie pregunte la opinión a otro… “Oye te lo digo como amigo tuyo que soy…,
esta tía creo que se está aprovechando de ti, no es por nada”. Y con este rollo
terminas por tener mil consejeros que te dicen más o menos lo mismo con la
mejor voluntad posible, aunque el resultado de sus opiniones, te afecten de
determinada manera. En el fondo, ¿a ellos que más les da lo que termines
pensando tú? Nada, un carajo, te lo dicen y punto, claro que ¡cómo te quieren
tanto…! te lo tienen que decir, y si tomas la decisión contraria a la opinión
que te han dado, resumen, eres un pringado, un tonto de baba.
¡Cuántos
jueces sin título, cuánto talento
desperdiciado…! con tanta gente que sabe, resumir la vida de los demás, ¿para
qué queremos jueces?
Si
el hecho de ser seres humanos, nos da derecho a opinar a ciegas, desconociendo
circunstancias, pactos, atenuantes y otros compromisos que han hecho las dos
partes, dejémoslo y vayamos a cosas más importantes. Será que no tenemos
bastante, si lo más probable es, que no sepamos resumirnos a nosotros mismos,
mirándonos dentro del corazón, que es la fuente de la vida, y de paso, de
deseos insensatos.
En
determinadas circunstancias de la vida, nuestros seres más queridos, nos
ayudan, nos apoyan, nos dan sus pareceres y esto de por sí es bueno. En cambio
cuando apostamos por caminos diferentes, y por el motivo que sea, uno de los
dos toma una decisión diferente, comenzamos a dudar, a querer que todo sea
igual que antes, aunque nos separe un mapa lleno de kilómetros.
Eso
no puede ser así, por mucho que se empeñe el decisor, las pautas han
cambiado. “No hay motivos para dudar,
sé que será lo mismo que antes, debo confiar…”, pero esa decisión que tomó en
su día, ahora lo atormenta, lo deja en la cuerda floja, atravesando un precipicio
y sin percha para mantener el equilibrio. Sin palabras le dijo en su día que se marchara, que no puede
haber trueque que valga, se lo dijo con la mirada, sin una palabra, esperando
que el confinado tomara un camino y él lo tomó para no dañarla, todo se resumió
a una acción; dejó que abriera la puerta y se fuera. ¿Lógica, que lógica?, aquí
no hay lógica que valga…, aún así, sigue queriendo tener el control de la
situación, y eso… no puede ser.
Es
como querer tener a un esclavo sin cadenas, y esperar que haga aquello que
quieras, en todo instante. El pretendido dueño de esta persona, quiere tener
toda la baraja en la mano y jugar con todas las cartas, mientras los otros
apuestan, el dueño de este ser humano, comienza a plantearle advertencias
primero, después amenazas, y termina por salir al galope para ver donde se
encuentra para castigarlo, castigarlo ¡por algo que el dueño mismo ha provocado…,
es de locos! Lo tiene localizado, no le ha costado nada seguir sus huellas, insiste
que vuelva a su lado pero a medias.
El
cómo quiere llevar a cabo esto, es curioso, lo quiere tener a tiro de palmeta,
por si estornuda sin que el maestro se de cuenta, no desea salir de su aula,
son sus dominios, sus alumnos, son sus hijos, dicho de otra manera. Pienso en
el interés que pueda tener ese hombre que ha sido desahuciado de la familia, de
los compañeros de clase, al fin y al cabo, todos somos aprendices, hasta que la
muerte se nos lleva por delante.
Se
me ocurre que todo ser humano necesita compañía, quién a mí me ha dado la
espalda, lo comparo a una tortuga marina, que pretende enseñar a volar a una
gaviota, aunque en un determinado momento se encuentren en la playa, los dos
frente a frente, mirándose a los ojos, la tortuga a ras del suelo y la gaviota
con sus patas palmeadas, no se pueden decir nada, pertenecen al mismo sistema,
forman parte de la fauna autóctona del lugar, pero la tortuga mueve la cabeza
hacia los lados y le indica que siga su vida, la gaviota la sigue con la
mirada, cuando la tiene lejos, a punto de sumergirse en el mar, emprende su
torpe vuelo si es joven, si ya tiene sus años… ¿Qué consejos le puede dar la
tortuga…?, ninguno, solo entra en el agua y nada, por el mismo mar que la
gaviota se para a veces para alimentarse, solo eso los mantiene unidos, el
mismo medio, el océano.
La
ley dice en toda su amplitud, que cuando dos personas se casan, adquieren el
compromiso mutuo, de amarse y respetarse hasta que la muerte los separe.
Lógicamente, esto representa que lo mismo que las alegrías, las penas también
se comparten, y eso es lo que ambos aceptan, hay que trabajar duro para que
esto se pueda llevar a cabo, y sobre todo sinceridad, comunicación, respeto
mutuo, cuando algo de esto falla, uno de los dos, tiene el derecho de quejarse
cuantas veces sea necesario, con tal de reparar el daño causado. Si no se
comparten estas inquietudes directamente con esta persona su igual, su esposo o
esposa, y se deja que intervengan otras fuerzas extrañas, quién se condena así
mismo, es quién no ha tenido el ánimo, la fuerza o el valor de denunciarlo.
El
resumen de esta cuestión, como otros muchos conceptos de la vida, es que el
dejar que los demás arreglen a su antojo tú jardín, hace que tus preferencias
queden anuladas. De manera que… ¿a qué viene el quejarse, el dudar, las
advertencias y o amenazas…? Gilbertr Keith Chesterton se pronunció al respecto
de hablar de la familia: “Quienes hablan contra la familia no saben lo que
hacen, porque no saben lo que deshacen”. En definitiva, no se espera que las
familias sean perfectas, ese concepto no existe. El matrimonio, y en
consecuencia la separación, se complementan por estar en polos opuestos, es una
dicotomía. El Duque de Rochefoucauld lo explicó de este modo: “Con las familias
sucede como con las cosas bellas, son más hermosas cuando están a medio hacer y
tienen más brillo, que cuando son acabadas”.
Nadie
tiene el derecho de interferir en la vida de otra familia, se descalifica a sí
misma, y lo que es peor, con el tiempo, se recogen los restos de la
desintegración de la suya propia, solo es cuestión de tiempo que esto suceda.
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