LA VIDA
NO ENSEÑA NADA
La
vida tiene dos conceptos que la conforman; el nacimiento y la muerte, entre
estas dos verdades, la vida no hace más que transcurrir, en ocasiones de forma
breve, en otras da demasiado de sí. En mitad de esta andadura, los que se
suicidan, los asesinos que se entregan para que los condenen a muerte, ¡hay
tantas variables…!, hemos caído en la idea gratuita, de que la vida es hermosa,
o para otros, que la vida es una mierda.
Ni
lo uno ni lo otro, la vida es un camino que se nos abre para ser usado del modo
que mejor veamos, con sus consecuencias claro está, pero jamás nos condiciona a
nada. Es como si nos dijera… “Mira aquí estoy, comienza a caminar, crece y si
quieres puedes reproducirte y todo, los arbustos que dejes por el camino,
servirán de descanso para otros, con el tiempo quizás se abran nuevas fuentes
que los rieguen, sino morirán de sed, no hay otra opción. Tampoco te puedes
desviar del camino so pena de morir en el intento, ahí te quedas, hasta pronto”.
Bastantes
indicativos nos da desde el momento de nacer, de nuestra mano queda, y el de
nuestra salud, el permanecer vivos o morir más antes que después. Hace milenios
atrás, seguro que la vida se veía desde otra perspectiva, no había coches ni
motos, hospitales ni enfermedades que hoy agobian a la humanidad de una forma u
otra, la gente vivía igual salvo algunos matices, simples variables del comportamiento
humano. Que eran más prácticos… puede, que eran más crueles… puede que también,
pero vivían bajo el mismo sino, la vida no les enseñaba nada, solo su ingenio,
su capacidad de sobrevivir, los hacía más débiles o más fuertes. ¿A costa de
qué?, quizás de la vida de otros, de comérselos cuando eran sacrificados
honrando a sus dioses.
¡Qué
escándalo! Eso piensan muchos, pero es lo mismo que arrollar a alguien por la
calle y darse a la fuga, que digo lo mismo… peor. ¿Qué nos enseña la vida, que
ha aprendido el hombre a través de las guerras mundiales? Millones de muertos
que están inscritos en libros de muertos, en lápidas en cementerios kilométricos
repartidos por todo el mundo. En Filipinas hay miles de personas viviendo entre
los muertos en los cementerios, allí han nacido todos sus hijos, no conocen más
mundo que el de los pasillos de las tumbas que cuidan a cambio de limpiarlas,
las familias de los muertos los dejan vivir ahí, con la condición que cuiden de
sus ancestros. Matrimonios han concebido a sus hijos encima de las tumbas,
poniendo allí sus camas para tener un poco de intimidad. El gobernador del
cementerio, abre a las seis de la mañana para que los que tienen trabajo acudan
a ellos, a las seis de la tarde el cementerio se cierra.
¡Qué
paradoja!, la vida y la muerte juntas, de la mano van siempre unidas. Decir que
la vida enseña es como decir que no existe el sol ni la luna, que el tiempo se ha
detenido sin previo aviso, que la vida es la gran dictadora de todo lo que
sucede o deja de suceder.
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