sábado, 25 de octubre de 2014

SABIOS QUE NO SABEN NADA


                                       SABIOS QUE NO SABEN NADA



Platón estableció de forma muy ilustrativa, la diferencia entre los sabios y los tontos con estas palabras “Los sabios hablan porque tienen algo que decir. Los tontos hablan porque tienen que decir algo”.
Esta curiosa dicotomía, da que pensar mucho, nos ayuda a discernir cual es el modo mejor de expresarse, de hablar con sentido, de escuchar con atención. “El mejor conversador, es el mejor oidor” dicho esto vale la pena pararse a pensar en las cosas que decimos y el modo en que nos expresamos.

Se comprende que a menudo, por causa de una dolencia, enfermedad o depresión por ejemplo, uno se descontrole, pierda el norte, a estas personas se las puede excusar, el  curso que llevan en la  vida, hace ya bastante difícil que hayan dejado de ser ellos mismos.
Si no se tiene nada edificante que decir, lo mejor es callar y escuchar, simplemente eso. De lo contrario, podemos dar la impresión de ser unos bocazas, sé que suena mal esa palabra, no es para nada bonita pero la contiene el diccionario, para señalar a las personas que no son capaces de hacer un alto, en su parla.
Platón no pretendía ser un hombre excepcional, un referente en sentido alguno, fueron sus críticos, sus detractores y aquellos que escucharon todas las cosas nuevas que dijo los que lo encumbraron hasta el puesto que aún hoy día ha alcanzado dentro del campo del pensamiento y la filosofía.

No hablaba por hablar, hablaba cuando debía y cómo se debía, discutía de forma acalorada, seguramente se metió en disputas dialécticas con algunos de sus contemporáneos, formaba parte de su instrucción como sabio, es así como se forman, hablando y discutiendo dentro de un marco de armonía, en un ambiente de paz mental y concentrándose en las ideas y pensamientos, que pueden marcar la diferencia entre lo absurdo y lo sabio.

El sabio que no sabe nada, se limita a ser un mero imitador de los acontecimientos que lo envuelven sin tener criterios propios, no buscan ni la discordia ni la paz, se exaltan por nada, no se puede discutir con ellos, hacerlo significa caer en desgracia, que te miren del revés, que te desprecien porque no compartes el color de su bandera.
De sus aficiones y gustos, porque no te gusta el fútbol, o porque sencillamente, no eres aficionado a ir a la playa siendo que vives en primera línea de un paseo marítimo.

Puede que seas un convencido de lo que dijo Platón en otra ocasión “La menor parte de lo que ignoramos es mayor de todo cuanto sabemos”. Si eres de esos, de los convencidos de este principio básico del conocimiento, que es solo el principio, el paso inicial para saber qué decir, a quién y cómo, pero quién está a tu lado, no comprende el alcance de lo que haces o dices, los motivos que encierra el hecho que escribas de determinada forma, o lo que quieres decir con ello, te pueden calificar de necio libertino, idiota, que no sabes guardar determinadas formas.  

No digo que les falte razón, pero ciertos comentarios y opiniones pueden herir, en el caso de ser débil, o poco convencido de lo que quieres transmitir, te pueden calificar de maldito, de ligero de pensamiento, o de libertino. No has querido dar esta impresión, no has querido ofender a nadie, sin embargo lo has hecho en virtud de la opinión que otros ya tienen formada sobre ti. Quizás no han logrado ver, cuál es tu auténtico propósito, el saber que decir, se estancan en sus propias convicciones y van como todos lo hacemos, muriendo pero de una forma acelerada.




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