IMPERFECCIONES E INIQUIDADES
Perucho es jorobado, cuando nació, la mujer que
asistió al parto de su madre, lo sacó mal, pesó al nacer cinco kilos, un niño
grande, la mujer se asustó y tiró mal de un hombro con la intención de sacarlo
de aquel útero que se desgarraba, con Perucho medio azul por el cordón
umbilical atado a la garganta, estrangulándolo.
Después
de sudores y lágrimas el niño consiguió salir, lo propio sería decir que lo
obligaron, él no podía hacer nada, nada más que ir muriendo poco a poco, su
madre en un último esfuerzo, expulsó a Perucho de esa prisión donde se había
criado. No hicieron falta cachetes en el trasero para que el niño rompiera a
llorar, ¡tal serían las ganas de vivir que tenía!
Patricia
la madre, no desea otra cosa que reponerse, necesita trabajar para mantener a
la familia, no ha conocido otro oficio en su vida más que el servir, ahora con
más responsabilidades, no puede meterse en una casa todo el día como antes y
luego tarde, volver a su casa. Su marido, un mal nacido, se ha marchado de casa
durante el día, mientras su mujer servía en casa de unos señores del pueblo,
gente de muchos dineros y mejor fama. Violó a una menor que estaba sola en la
casa de al lado de donde viven, ha tenido que poner tierra de por medio y ahora
no se sabe desde hace tiempo donde para. Tenía un buen empleo en la fábrica de
cementos, y mira tú por donde, echó su vida por la borda, la de él y la del
resto de la familia, con su mujer encinta de siete meses.
Lo
que deriva de aquella iniquidad, es que la Guardia Civil, va cada dos por tres
a la casa para saber si su esposa Patricia sabe algo de él. Perucho pues, se
cría en mitad de este ambiente de sospecha, soledad, inquietud, porque en el
colegio lo señalan, como el hijo del violador. Además la chica violada quedó
embarazada a consecuencia de aquella atrocidad, el chico crece, Patricia su
madre, no puede estar mucho con él cuando sale del colegio. Junto a una buena
amiga de toda la vida, se dedica a trabajar en una lavandería de la zona,
tienen mucho trabajo, recoger la ropa sucia, meterla en grandes carros de
ruedas, llevarlas a las máquinas lavadoras, pasarlas a las secadoras y luego
plancharlas. Las ordenan con el nombre del cliente, hoteles, restaurantes y
hostales, el marido cuando están las prendas listas las carga de nuevo y las
distribuye a sus dueños.
Tullido
hijo de puta… lárgate de aquí no te acerques a nosotros. Eso es lo mínimo que
escucha de boca de sus amigos cuando están en la calle, fuera de clase, además
la señorita, por presiones de los padres, lo tiene en un pupitre separado de
los demás. Estos detalles, las circunstancias que lo rodean desde que tiene uso
de razón, son injustas, no son razonables, pero sin embargo hasta cierto punto
los padres de los demás chicos tienen derechos, derechos que ejercen a menudo,
con los más desgraciados.
¿Qué
culpa tengo yo de ser jorobado? ¿Por qué me culpan a mí de lo que mi padre
hizo, cuando yo soy el primero que odio la iniquidad que cometió? Las gentes
del lugar no se plantean esas preguntas, lo rechazan de plano y punto, Perucho
es como un apestado, es el fruto del diablo, una causa perdida, un perdedor lo
consideran como a su padre, un ser abominable.
Una
cosa es ser jorobado, otra bien diferente es ser un ser inmundo como él mismo
reconoce que es su propio padre. En definitiva, las circunstancias que lo
rodean, no hacen más que empeorar la opinión que él mismo tiene de sí mismo, la
situación va empeorando por momentos, crece, y con él, el odio hacia una
sociedad que lo expulsa de su núcleo. No es nada más que un jorobado…, maldita
su joroba, maldito su padre, maldita su vida, todo a su alrededor es gris
oscuro, casi negro, entra en una vorágine de pensamientos malsanos, comienza
cómo los otros, a odiar sin razón aparente a todo aquel que pasa por su lado.
Se
convierte en una bomba de relojería, en cualquier momento puede estallar, en
cualquier momento puede cometer una locura que lo lleve a la cárcel, se siente
vigilado, la policía sigue llegándose de vez en cuando a su casa, pregunta sin
cesar si saben algo del paradero de su padre.
Perucho
ha terminado secundaria con buena nota, no quiere seguir estudiando, ahora lo
que toca es trabajar, en qué, es un asunto que está estudiando. Es listo, sabe
mucho más de lo que han podido aprender otros de su edad, compañeros de
estudios y algunas amigas que saluda de vez en cuando. Lo cierto es, que ellas
lo mismo que él en su mayoría, son personas con cierta mala fama, fama de ser
chicas frescas, fáciles les llaman otros. “Dios los cría y ellos se juntan”, es
un dicho popular cierto, hay que ver como son las cosas, describe todos los
ámbitos que uno pueda imaginar, aunque casi siempre, se relaciona con gentes de
vida dudosa o poco recomendable.
Perucho
harto de ser la diana de todos los insultos que la gente más o menos conocida
le han imputado sin razón alguna, decide coger ese dudoso camino del extermino
que como otras alternativas de la vida se presentan ante cualquiera, con sus
respectivas consecuencias.
El
exterminio, lo efectúa sobre la base de destruirse así mismo primero, es
progresivo, lento, si nadie te descubre salvo su madre en este caso, llegas a
pensar que puedes estar por encima de muchas cosas, de otras personas, que por
fumar marihuana que no es nada malo, que hasta los médicos recomiendan en determinados
casos, Perucho está autorizado a ir un poco más haya, le han ofrecido
distribuir la hierba, y se presta con gusto a hacerlo.
Por
supuesto que no va a delinquir, solo va a echar una mano a los amigos, no a
todos claro, solo a aquellos que quieren pasarlo bien y que estén dispuestos a
pagar determinado precio por la clase de material que lleva. Aquellos que se
reían de él en el colegio son los primeros que lo encuentran siempre en el
mismo lugar, detrás de la Plaza del Centro, allí junto a una fuente pública,
entre dos bancos de madera, donde hasta hace poco se sentaban unos cuantos viejos
de la barriada para hablar de sus cosas apoyados sobre sus bastones, ahora
trabaja Perucho, lee comics que le pasan sobre héroes inexistentes que tienen
superpoderes.
¿Qué
pasa hijo de puta, ahora vienes aquí a buscar mierda…? antes me tenías en otro
concepto ¿te acuerdas…? Disculpa
chico ya sabes que era coña lo que hacíamos, bueno ¿te conviene hacer negocios
con nosotros o no? Depende de lo
queráis y lo que estéis dispuestos a pagar.
Queremos treinta gramos de hierba y un par de piedras de resina de
calidad. Vale… esto me gusta, esperad
aquí un momento ahora vengo, levanta el culo del respaldo y desaparece por la
esquina. Ha vuelto en tres minutos, de la chaqueta del chándal saca el
material, se lo pasa a uno de ellos y le dice el precio, lleva el dinero
contado el consumidor o el que representa a los consumidores, da igual. Venga fuera de aquí, que me espantáis a la
clientela con lo feos que sois, mamones de mierda.
El
negocio crece, ahora si llegara la policía a su casa, sí que lo encerrarían, y
Patricia su madre, sin saber nada. Es difícil que no se haya enterado cuando
todos lo comentan, pero a lo mejor no lo cree.
¡Mí Perucho haciendo estas cosas… ni hablar, es mi hijo y lo conozco
bien! Sabe que fuma hierba, lo nota cuando llega a casa, el olor es
característico, la atmósfera en una casa, queda toda impregnada del espeso humo
que dejan estas substancias, pero no va más allá de eso, de un sencillo consumo
particular.
Jorobado
y sin nada que hacer salvo pasarse todo el día en la calle, ganando dinero
fácil, se presenta la policía en su casa, al abrir la puerta huele que apesta.
No es la Guardia Civil como otras veces, es la Policía Nacional, Perucho
imperturbable les deja pasar al recibidor.
¿Cómo
va todo chico, sabes algo de tu padre? No
señor y si quiere que le sea sincero… mejor así, no queremos saber nada de él
es un hijo de su madre este padre mío.
Veo que le pegas a la maria descarado.
Va solo de vez en cuando, de vez en cuando un amigo que me visita me
trae un par de cogollos… Por si acaso
vamos a registrar la casa, toma, esto es una orden judicial.
Perucho
comienza a temblar como una hoja, otro nacional lo nota, busca bien que tiene
cosas escondidas, este pieza.
Aquí,
para estas cosas no hay defectos físicos que valgan para compadecerse de nadie.
Al registro de la vivienda, se reúne otro número que espera órdenes en la calle.
Fuera, a los lados de la acera, los vecinos se agolpan, dos municipales los
contienen para que no se acerquen más de lo conveniente. En la habitación
vacía, junto al baño que no se usa, comienzan a encontrar cajas de puros
habanos, entre ropa vieja almacenada en un armario ropero. En la cisterna del
WC, también encuentran oportunamente troceadas piedras de resina envueltas en
papel film de cocina, ahora están cabreados, se les nota porque echan media
casa abajo con tal de encontrar más material, hay más y lo encuentran, la policía
no es tonta cuando les interesa.
Manos
a la espalda y con la chaqueta del chándal sobre la cabeza, lo meten dentro del
coche patrulla, la casa queda precintada, ¡la sorpresa que se llevará Patricia
cuando vea lo que ha pasado…! Encuentra a Perucho echo un manojo de nervios en
la celda donde lo han metido, un vecino la ha llevado a la comisaría, a
cuarenta kilómetros de distancia para que vea a su hijo. Le anuncian a Perucho
que ha venido a verlo su madre. No,
dígale por favor que no quiero verla ahora, ya me verá en el juicio, bueno no,
mejor que entre un momento si puede ser, tengo que decirle algo.
¿Qué
ha pasado hijo? Nada mamá que me han
pillado con drogas en casa, en voz muy baja le dice… En tu habitación, bajo la mesita de noche,
hay un paquete con dinero envuelto en plástico y pegado al bajo con cinta
adhesiva, este dinero me lo he currado, no le debo nada a nadie, lo de las
drogas lo llevo al día, nadie te reclamará nada. Úsalo como quieras, y por si
acaso búscame un buen abogado, que sea bueno, bueno, creo que pronto saldré de
aquí hasta que salga el juicio.
Patricia
ha pedido permiso al comisario para abrir la casa, este le dice que eso hasta
que no lo ordene el juez es imposible.
Lo único que puedo hacer por usted es acompañarla para que saque algunas
cosas que le sean necesarias. Así lo ha hecho, con la ayuda de su amiga de la
lavandería, han sacado de la casa, cosas perecederas del frigorífico, ha
descolgado ropa del armario, metido en una bolsa de plástico ropa interior y se
agacha para ver el paquete de dinero que hay en la mesita. ¡Madre del amor
hermoso…! susurra. ¿Ya lo tiene todo
señora?, no me puedo quedar aquí toda la tarde.
Ya salgo ya está todo, creo.
En
el juicio el abogado le ha recomendado que se declare culpable y las razones
que hay para que lo haga así. Te han
encontrado en casa una sucursal de la droga tío, no puedes hacer más que eso, de
lo contrario, te puede caer una pena mucho mayor que la que se pueda negociar
con la fiscalía, es un delito contra la salud pública, tampoco debes
preocuparte mucho. ¿Sabes una cosa…?
cuando alguien me dice que no me preocupe mucho, me preocupo de verdad, me da
la impresión que alguien me quiere joder.
Le
han caído tres años que no va a cumplir porque no tienen antecedentes, a cambio
ha tenido que dar el nombre de dos traficantes de la capital, son los que
reciben la mercancía de manos del importador. La multa no se la quita nadie,
cuatro mil ochocientos euros, y presentarse en el juzgado cada semana durante
un año. Sabe que ahora lo vigilarán desde muy cerca, de eso se trata, de saber
si solo es una persona imperfecta que como tal comete errores, o sencillamente
es uno de esos criminales recalcitrantes que como su padre en su día se
convierten en inicuos.
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