EL DÍA AMANECE SENCILLO
Lo
hace así desde el principio de los tiempos, con más o menos luz, con más o
menos ganas, pero amanece y sale el sol como resucitado de un horizonte, puede
ser plano o escarpado, llenos de nieblas bajas o con nubes altas que dibujan el
cielo para acogerlo con ansias.
Mi
madre dice que a veces valdría la pena que no saliera el sol del trabajo que
debe hacer en la casa. Al fin y al cabo
para no verlo nunca como es mi caso, mira que dais trabajo… No le falta razón para pensar así, es un
milagro que esté tan bien de salud, ¡qué sería de nosotros, si su espíritu no
fuera tan fuerte…! El día en sí mismo,
no hace caso de nada ni nadie, circula, pasa, transcurre, se cuela un rato por
las ventanas y luego al poco muere por decirlo así, se quiebra, da paso a otros
elementos celestes que en ocasiones mi madre condena también.
Llega
la noche, la cena, lavar los platos sucios, recoger las cosas que al llegar de
la calle, todos los que vivimos en casa, hemos dejado por medio. En eso tiene
razón mi madre, el amanecer ha sido sencillo, pero no para ella, ni su comienzo
ni su final, al final cuando se acuesta, mi padre la está esperando como agua
de mayo, no para contarle asuntos importantes, es poco hablador el hombre.
La
espera con ganas de decirle con gestos a veces poco amables que la quiere
mucho, ella lo sabe y renuncia a parte de su descanso con tal de darle lo que
le corresponde cómo padre de familia, es él quién trae el pan a casa, y sus sudores
le cuesta, no es fácil su oficio, mozo de almacén, transportista llevando
pedidos a determinadas tiendas de clientes, barrendero del almacén, hasta
dependiente de la tienda de abastos en la que trabaja, y todo lo hace bien,
entró de muy joven a trabajar ahí, el dueño confía plenamente en él. Podría
haber prosperado más, subir de escalafón por decirlo así, pero prefirió quedarse
donde está ahora, se conoce todo el negocio de pe, a pa. Incluso a simple
vista, sabe lo que hace falta pedir sin que nadie se lo diga.
Mi
madre para cuando llega del trabajo, ya lo tiene todo preparado, su batín, sus
zapatillas, y el pijama para cuando salga de la ducha. Por supuesto que
nosotros ya tenemos los deberes del colegio hechos, merendados y todo, media
hora después de eso. Pero por mucho que cumplan ambos, el amanecer nunca es
fácil para ninguno de los dos, a mi padre no le cuesta ningún esfuerzo retozar
con mi madre en la cama un rato después de ponerse el sol, a ella sí, salvo
cuando está en forma unos cuantos días al mes.
Mañana
amanecerá más sencillo, es domingo, mi padre no trabaja, nosotros tenemos
fiesta en el colegio y mi madre ya ha dejado preparada la carne para rellenar
los canelones. Si en algo destaca mi madre, es que tiene una mano para la
cocina… de escándalo, hace unas salsas, unas sopas y unos rustidos, que quitan
el hipo. A mí particularmente me dice siempre que coma más, que estoy creciendo
mucho ya le llego al hombro a mi padre.
No sé a quién debe de haber salido este crío -dice siempre mi padre- mi madre le contesta que seguramente al
butanero, y se ríe mientras mi padre pone cara de circunstancias, anda que no
es celoso ni nada. Como sea que vea a alguien por la calle mirando a su mujer…
se para y se lo queda mirando a los ojos con una mirada que espanta. Para la
edad que tiene, mi madre se conserva bien, se cuida bastante, y a mí me parece bien
trabaja mucho, nunca para, y a pesar de que hay días que son más complicados
que otros, por ejemplo cuando hay que ir al médico o hacer algún recado fuera
de lo normal, ella siempre dice que los amaneceres son sencillos, que no
cambian nunca mal que nos pese a la gente así que, porqué preocuparse.
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