martes, 21 de octubre de 2014

RESUMEN


                                                  RESUMEN



“Haber caballeros resuman ¿quién comienza?” En el aula no levantaba la mano ni dios que bajara del cielo.  “Venga señores que no tenemos todo el día…”. ¡Aaachusss!,  uno que está resfriado; el maestro se vuelve a él y le dice bajando la cabeza hasta el oído del alumno…  “No me vengas con hostias… que te pego un palmetazo que se te pasa de golpe el próximo estornudo”.  El alumno levanta la mano “Señor, es verdad que estoy resfriado, no he estornudado porque sí, señor”.
¡Menudo palmetazo le ha dado en el brazo…!  “Siéntese cojones, ya”.

Desde esa época de colegio, con la severidad con que me trataban, nos trataban mejor dicho, aprendí a resumir otras muchas cosas de la vida. Por ejemplo que no se puede tener todo, que mucha gente se acerca a uno con el fin de sacar algo de ti, que no todos los hermanos de los mismos padres son igual, que siempre hay algún preferido. Si preguntas a los padres te dicen que no, que ellos los quieren a todos igual pero no es cierto, siempre hay preferencias, ¡que sí que te lo digo yo, que estoy cansado de verlo en mi casa con mis otros hermanos…!

De esta manera, pasados los años y la vida, vas aprendiendo a resumir, a tu manera. En este asunto de hacer resúmenes de los acontecimientos que nos rodean, sean estos buenos o malos, cada cual tiene su propio criterio, somos autodidactas, nos gusta aprender solos, no porque otros nos lo manden, como el maestro y la regla en la mano.
Tenemos nuestros criterios y sin que nadie pregunte la opinión a otro…  “Oye te lo digo como amigo tuyo que soy…, esta tía creo que se está aprovechando de ti, no es por nada”. Y con este rollo terminas por tener mil consejeros que te dicen más o menos lo mismo con la mejor voluntad posible, aunque el resultado de sus opiniones, te afecten de determinada manera. En el fondo, ¿a ellos que más les da lo que termines pensando tú? Nada, un carajo, te lo dicen y punto, claro que ¡cómo te quieren tanto…! te lo tienen que decir, y si tomas la decisión contraria a la opinión que te han dado, resumen, eres un pringado, un tonto de baba.

¡Cuántos jueces  sin título, cuánto talento desperdiciado…! con tanta gente que sabe, resumir la vida de los demás, ¿para qué queremos jueces?
Si el hecho de ser seres humanos, nos da derecho a opinar a ciegas, desconociendo circunstancias, pactos, atenuantes y otros compromisos que han hecho las dos partes, dejémoslo y vayamos a cosas más importantes. Será que no tenemos bastante, si lo más probable es, que no sepamos resumirnos a nosotros mismos, mirándonos dentro del corazón, que es la fuente de la vida, y de paso, de deseos insensatos.
En determinadas circunstancias de la vida, nuestros seres más queridos, nos ayudan, nos apoyan, nos dan sus pareceres y esto de por sí es bueno. En cambio cuando apostamos por caminos diferentes, y por el motivo que sea, uno de los dos toma una decisión diferente, comenzamos a dudar, a querer que todo sea igual que antes, aunque nos separe un mapa lleno de kilómetros.

Eso no puede ser así, por mucho que se empeñe el decisor, las pautas han cambiado.   “No hay motivos para dudar, sé que será lo mismo que antes, debo confiar…”, pero esa decisión que tomó en su día, ahora lo atormenta, lo deja en la cuerda floja, atravesando un precipicio y sin percha para mantener el equilibrio. Sin palabras le  dijo en su día que se marchara, que no puede haber trueque que valga, se lo dijo con la mirada, sin una palabra, esperando que el confinado tomara un camino y él lo tomó para no dañarla, todo se resumió a una acción; dejó que abriera la puerta y se fuera. ¿Lógica, que lógica?, aquí no hay lógica que valga…, aún así, sigue queriendo tener el control de la situación, y eso… no puede ser.

Es como querer tener a un esclavo sin cadenas, y esperar que haga aquello que quieras, en todo instante. El pretendido dueño de esta persona, quiere tener toda la baraja en la mano y jugar con todas las cartas, mientras los otros apuestan, el dueño de este ser humano, comienza a plantearle advertencias primero, después amenazas, y termina por salir al galope para ver donde se encuentra para castigarlo, castigarlo ¡por algo que el dueño mismo ha provocado…, es de locos! Lo tiene localizado, no le ha costado nada seguir sus huellas, insiste que vuelva a su lado pero a medias.
El cómo quiere llevar a cabo esto, es curioso, lo quiere tener a tiro de palmeta, por si estornuda sin que el maestro se de cuenta, no desea salir de su aula, son sus dominios, sus alumnos, son sus hijos, dicho de otra manera. Pienso en el interés que pueda tener ese hombre que ha sido desahuciado de la familia, de los compañeros de clase, al fin y al cabo, todos somos aprendices, hasta que la muerte se nos lleva por delante.

Se me ocurre que todo ser humano necesita compañía, quién a mí me ha dado la espalda, lo comparo a una tortuga marina, que pretende enseñar a volar a una gaviota, aunque en un determinado momento se encuentren en la playa, los dos frente a frente, mirándose a los ojos, la tortuga a ras del suelo y la gaviota con sus patas palmeadas, no se pueden decir nada, pertenecen al mismo sistema, forman parte de la fauna autóctona del lugar, pero la tortuga mueve la cabeza hacia los lados y le indica que siga su vida, la gaviota la sigue con la mirada, cuando la tiene lejos, a punto de sumergirse en el mar, emprende su torpe vuelo si es joven, si ya tiene sus años… ¿Qué consejos le puede dar la tortuga…?, ninguno, solo entra en el agua y nada, por el mismo mar que la gaviota se para a veces para alimentarse, solo eso los mantiene unidos, el mismo medio, el océano.

La ley dice en toda su amplitud, que cuando dos personas se casan, adquieren el compromiso mutuo, de amarse y respetarse hasta que la muerte los separe. Lógicamente, esto representa que lo mismo que las alegrías, las penas también se comparten, y eso es lo que ambos aceptan, hay que trabajar duro para que esto se pueda llevar a cabo, y sobre todo sinceridad, comunicación, respeto mutuo, cuando algo de esto falla, uno de los dos, tiene el derecho de quejarse cuantas veces sea necesario, con tal de reparar el daño causado. Si no se comparten estas inquietudes directamente con esta persona su igual, su esposo o esposa, y se deja que intervengan otras fuerzas extrañas, quién se condena así mismo, es quién no ha tenido el ánimo, la fuerza o el valor de denunciarlo.

El resumen de esta cuestión, como otros muchos conceptos de la vida, es que el dejar que los demás arreglen a su antojo tú jardín, hace que tus preferencias queden anuladas. De manera que… ¿a qué viene el quejarse, el dudar, las advertencias y o amenazas…? Gilbertr Keith Chesterton se pronunció al respecto de hablar de la familia: “Quienes hablan contra la familia no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen”. En definitiva, no se espera que las familias sean perfectas, ese concepto no existe. El matrimonio, y en consecuencia la separación, se complementan por estar en polos opuestos, es una dicotomía. El Duque de Rochefoucauld lo explicó de este modo: “Con las familias sucede como con las cosas bellas, son más hermosas cuando están a medio hacer y tienen más brillo, que cuando son acabadas”.
Nadie tiene el derecho de interferir en la vida de otra familia, se descalifica a sí misma, y lo que es peor, con el tiempo, se recogen los restos de la desintegración de la suya propia, solo es cuestión de tiempo que esto suceda.



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