viernes, 3 de octubre de 2014

EL INSENSATO





                                                 EL INSENSATO


Tan pronto se me encuentra en un desierto africano como enrolado en un barco mercante, parando en cualquier pronto que ni sé que existe, dejo atrás algunos amigos, con algún que otro de ellos estaré en contacto más o menos constante.
Nos prometemos cosas que luego se nos olvidan, que no cumplimos porque las circunstancias de la gente cambia, yo el primero, soy un insensato dicen los que tienen una familia, alquileres que pagar, deudas cuantiosas, familiares enfermos, obligaciones morales por compromisos que han adquirido a base de acostarse juntos, de querer por puro deseo animal darse más cosas que la mano cuando pasean. Yo he caído en este engaño dos veces, pero no puedo arrepentirme no sé cómo se hace, lo cierto es que no creo en el arrepentimiento, tiene poco de práctico y mucho de condenatorio, si además de joderte la vida tomando “malas decisiones”, a ver si nos entendemos… digo malas decisiones por decir algo, tienes que andar pensando en cada paso que das al cruzar la calle, seguro que hay alguien con la primera puesta, el motor en marcha y revolucionado al máximo, para que cuando estés en la calzada, te deje hecho unos ciscos.

¡Que sí, que hay mucho mamón suelto…! el primero yo, no digo mal, no soy un mamón, soy un pasota, he pero para quién pasa de mí, que nadie piense que porque soy una especie de alborotado por esa azarosa vida que llevo, soy un mal nacido. Ves, siempre hablo demasiado… porque algunos que yo me sé y ellos también, saben que son unos indeseables, les importa un cojón que la madre que les parió esté hecha una mierda por culpa de irles a los tres lamiéndoles el culo. Es así y ya me callo, que luego empiezo a largar más de lo conveniente y me toman por un amargado repelente.
Sí es verdad, soy un insensato lo acepto, pero cuidado y lo digo con la boca grande ¡A mucha honra, que cojones! Acabo de cumplir cincuenta y diez y algo, ¿tengo que estar a espensas de los demás, cuando por un compromiso adquirido con alguien, me deja solo o no viene a echarme una mano, cuando la necesito? Va a ser que no, ya estoy harto de tanto pastel, de tanta impostura y tanto dar que hacer. Dice un amigo mío al que me gusta escuchar por similitudes y vivencias que nos unen en cierta medida, que cuando alguien se compromete ese compromiso que adquiere debe ser sagrado, lo más importante en su vida.
Pero claro, muchos nos comprometemos sin pensar en las consecuencias, comienza a llenarse el espacio que antes ocupabas, y ahora te ves solo, en pelotas, en mitad del Ártico. No discuto si esto es justo o no, al fin de cuentas, cada cual tiene sus razones para evaluar lo que sí o no es justo, de unas décadas para acá, la mitad de la humanidad o más, yo diría sin miedo a equivocarme que las tres cuartas partes de la humanidad, creemos a pies juntillas, que lo que hacemos y decimos es lo justo.  “Que no hombre que no, que a estos todos a la guillotina”  “¿Qué no tengo razón?, tú eres un embustero de mierda, no mereces ni el aire que respiras”, ¡qué fuerte oye!   “Que yo no cambio a mis hijos por nada del mundo, aunque se me caguen en boca ¿entiendes?” Y así continuaríamos con una serie de juicios y puntos de vista, que no terminaría nunca. Para muchos eso es una insensatez, pero para mí personalmente, resulta en un diálogo para besugos.

Si hay un dios en el cielo, por ahí dando vueltas y viendo todo lo que pasa en la tierra, y quizás en otros mundos habitados por quién quiera que sean las criaturas estas, pienso a veces que debe de andar con un atizador en la mano, delante de un gran fuego, procurando que se queme toda la leña lo antes posible, ¡cómo él tiene toda la que quiere…! la leña somos los humanos, y va mezclando en su infinita sabiduría, la leña seca con la verde por el placer de ver como arde la una junto a la otra. ¡Vaya insensatez esta!, ¿cómo puñetas se puede negar que estamos hechos a su imagen y semejanza?

En definitiva…, estoy vivo con un montón de años cumplidos, y ya estoy hasta las narices de bailar al son que los otros tocan la música, ya vale oye, que la vida de cada cual es suya, bastante dependemos de médicos y abogados, jueces y familia, que en conjunto mal que les pese, nos tienen que ver a menudo, bajo el tacón de sus botas.




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