miércoles, 26 de agosto de 2015

                                                                  ESTÁ DECIDIDO

En el pueblo hay una piscina que se construyó hace ya unos años, me han dicho que la hicieron justo cuando inauguraron la depuradora de aguas residuales. Este verano el calor ha cascado en serio, la gente del pueblo y de otros tres cercanos vienen de vez en cuando porque el bono es barato, cinco euros ¡ya ves tú! Por ese precio te puedes pasar el día debajo de los chopos, encima del césped, te montas tu chiringuito como si estuvieras en la playa. También se llegan hasta ahí, buena parte de gente de ciudad, que todos los años vienen a visitar a la familia, padres que son ya muy mayores, que no están para andar con equipaje arriba y abajo.
Hay quién viene por puro placer, ¡ya ves la diferencia que hay entre vivir en una gran ciudad, o hacerlo en un pueblo donde los vehículos son escasos! Aunque se haga  difícil creerlo, de las vacaciones salen al año siguiente, unos cuantos bebés que se incorporan a la familia. Las cosas como son, la vida en un pueblo a pesar del calor que pueda o no hacer, es lo más. Ayer nos pasó una cosa a mi vecina y a un servidor que nos dejó con la boca abierta, alertados asistimos a un acontecimiento inesperado y casi dramático. Una familia entera, juntos, alrededor de quince personas entre mayores y niños, estaban comiendo de unos tapers, filetes empanados, tortillas de patatas, ensaladilla rusa, bebidas de una nevera portátil…
Bueno, en un momento determinado, se levanta un hombre de unos cuarenta y pocos años con sus bermudas y se acerca al filo  de la piscina, nadie se bañaba en ese momento. De golpe y porrazo se oye… No Benito, no lo hagas, no vale la pena morir por una cosa así… por favor escucha lo que te dice tu mujer, por favor. Claro yo pensé que se iba a suicidar o algo por el estilo, además estaba en la parte más honda de la piscina, allí no haces pie ni con los brazos extendidos hacia arriba. Mira, di un salto para evitar no sé muy bien qué, me dirigí hacia aquel hombretón que si me da una hostia me desmaya y antes de llegar a él… se deja caer como una tabla sobre el agua.
¿Qué piensas…? Ya está, el hombre se ha cansado de vivir, o estará con un embrollo de huevos, y ha pensado suicidarse tragando agua de la piscina, ahogándose.
¡Me cago en la leche…! Lo que estaban queriéndole decir era, que con lo que había comido tenía que hacer un poco de reposo, hacer la digestión vamos, el tío nadaba como un delfín, salió por la otra punta de la piscina saludando con la mano, luego, se puso a hacer largos de piscina por espacio de media hora sin parar, y en todos los estilos oye.
Me cagué en sus muelas, me dio un susto de muerte, la verdad es que en ese preciso momento tenía un sueño que me moría, se me cerraban los ojos, y por aquel follón me quedé sin siesta y casi una taquicardia. No soy nadie para dar consejos, “Consejos vendo y para mí no tengo”, pero es verdad que hay que ser prudentes y además dar buen ejemplo a los hijos, ¡que son unos copiones y acaban haciendo todo aquello que ven a hacer a sus mayores!

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