miércoles, 12 de agosto de 2015

MUCHO QUE CONTAR, DIFICIL DE DECIR

                                                MUCHO QUE CONTAR, DIFÍCIL DE DECIR

Por lo menos es como lo veo yo, tengo todo un libro de la vida que está lleno de cosas buenas y malas, contando con lo significativo que consideramos, lo bueno  lo malo. Lo bueno de la vida se recuerda de modo más fácil, no sé, es más rotundo, esos momentos quedan de modo más latente en la memoria que otros que nos atormentan o sencillamente nos traen malos recuerdos. Producen pesadillas cuando soñamos, en estos sueños casi siempre se distorsiona las realidades y hasta nos levantamos fatigados, cabreados y en determinados momentos no deseamos que nadie nos dirija la palabra.
Podemos hacer una narración de determinados momentos de unas felices vacaciones que pasamos en la montaña o en la costa, pero no es eso lo que queremos decir en el fondo, hay detalles que recordamos que son agrios, como el día que mi mujer se anticipó a ir a la playa mientras los niños y yo mismo acabábamos de desayunar en el camping. Ella hacía tres cuartos de hora que había cogido su toalla y un pequeño bolso con las cremas solares y una revista de moda, los dos críos y yo bajábamos camino de la playa, teníamos un buen trecho antes de llegar al sitio acostumbrado.
Podéis pensar que soy un  tonto pero a mí, me gusta parar debajo de los pinos que casi acarician la arena del mar y echar una hojeada a mí alrededor, más que nada para ver cómo está la mar, si hay mucha gente y si veo algún vecino de caravana cerca. Me gusta hablar con la gente a la que también le gusta estar en compañía esas dos o tres horas de playa diarias. Se habla de tonterías, ya lo sé, hasta después de tantos años de estar acostumbrados a ver que está permitido el top les, de vez en cuando miramos a alguna mujer bonita y ni que sea con la mirada la seguimos, vaya estupidez… pero las cosas son así. ¡Coño que no veo a Rosa por ninguna parte, donde está esta mujer…!  Oye Arturo… pregunto a los vecinos de camping que tienen su caravana al lado de la nuestra, ¿habéis visto a Rosa por aquí? No para nada, nosotros hace una hora que estamos aquí y no la hemos visto… Bueno niños, jugad sin mojaros más que los pies que hay que hacer la digestión un rato antes de bañaros, voy a ver si veo a vuestra madre, vuelvo enseguida. Oye ¿os hacéis cargo de mis hijos hasta que volvamos? No faltaría más, ve tranquilo.
Me fui tranquilo, paseando y observando camino de una urbanización cercana, si la veía caminando por la orilla de la playa. Nada tú, que no aparecía, es una mujer que no pasa desapercibida, va siempre con las tetas al aire, pues como muchas mujeres de hoy, con un biquini tipo brasilero que da susto mirarla, lo luce como nadie. Iba de vuelta mirando de nuevo con la cabeza un poco alzada, a veces se te escapan detalles que a menudo se te pasan por alto. Se me ocurrió mirar hacia los pinos, hay hierba un poco alta que todavía está verde, la frondosidad de los pinos impiden que el sol la queme del todo. ¡Mira que la gente…! Hay que ver como son algunos, leches, no tienen espera, o son unos morbosos de huevos, ¡ponerse a chingar casi al lado de la gente… que poca vergüenza! Me fijo un poco más en la pareja, la tía se movía como una serpiente encima del pavo, en bolas iba la tía. Pues eso, que la que iba e bolas era Rosa, inconfundible, con unos hombros de nadadora que flipas en colores y las tetas saltando a ritmo de samba.
Mira, me quedé helado como un polo, y si quieres que te diga la verdad, no fui capaz de acercarme a decirle nada, no sé quién era el pavo que la enchufaba, ¡pero hombre hacerme eso a mí… y encima cerca de mis hijos y de los amigos… eso no se hace! No se hace incluso sin estar de vacaciones, ¡coño que somos una familia por favor…! Me volví a hacer compañía a mis hijos, no pude hablar con los amigos, les dije que me había cogido un dolor de cabeza tremendo, ocupé parte del parasol que llevaban, me puse boca arriba con las manos bajo la nuca y esperé. Mira, vino más contenta… como si le hubiera tocado el cuponazo de la ONCE. ¡Ho que paseo más bueno me he dado!, por el camino me he dado un chapuzón de cine, voy a ponerme crema y tumbarme un rato. Huy sí, túmbate que se te ve muy cansada, me salió del alma decirle eso, me miró con cara extrañada pero pasó de mí como de la mierda pero sin el cómo.
Fue entonces amigos míos, cuando me di cuenta de que no merece la pena ser una persona celosa, si te la quieren pegar te la pegan, o la pegas tú, porque no hay que  engañarse, yo también le había puesto los cuernos, y encima mintiendo, diciéndole a la chavala con la que estuve saliendo, que era interventor de un banco.
A partir especialmente de esas vacaciones, ya no la vigilaba ni la seguía ni nada de nada, hacíamos nuestra vida y lo más importante lo decidimos una noche. Mira Rosa, a mí lo que más me importa es mi familia, mis hijos, nuestros hijos apuntó ella, vale nuestros hijos. Seguiremos con nuestras vidas como hasta ahora, si a ti te parece bien, porque pasarnos pueden y tienen que pasarnos muchas cosas en la vida, pero no todas se pueden contar. Esa noche estuvimos haciendo el amor como dos jovenzuelos de dieciocho años, sin piedad, sin miramientos y hasta me pegó un par de ostias y me dijo que la insultara. ¿lo veis normal una cosa así, a que no?

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