viernes, 7 de agosto de 2015

DUELE PERO HAY QUE DEJARLO CAER

                                             DUELE PERO HAY QUE DEJARLO CAER

Mi amigo Jaime me dijo un día en el que estaba esperándolo en el aeropuerto, a que llegara de un viaje que hizo a la selva amazónica, no con poco equipaje, de hecho, los tres aduaneros que estaban revisando todo lo que de allí traía, no pocas maletas, equipo de campaña y otras muchas cosas, se asustaron de todo aquel montón de cosas que venían encerradas en una gran malla de cuerda. Me llamó aparte y me preguntó, como había ido el entierro de su hermana. Mientras estuvo en ese viaje su hermana murió casi de forma repentina, todos sabíamos que estaba muy enferma, pero los médicos nos dijeron que no había peligro inminente de muerte, que había muchas cosas que probar, antes darla por perdida desde el punto de vista médico.
A Jaime y a mí nos interrumpieron unos amigos que tenían que coger otro vuelo que iba destino a Italia.  Dime Rogelio, ¿quién estuvo a su lado mientras pasaba sus últimas horas?  Pues estuvimos todos, bueno ya sabes cómo van estas cosas, algunas veces alguien marchaba a su casa a reponer fuerzas, a, cambiarse, lo normal, pero lo que son tus padres y quién te habla, estuvimos allí como clavos.  Gracias amigo, sabía que no me fallarías en un momento así.
¿Sabes…? A los humanos nos pasa lo mismo que a los árboles, los más valiosos, los más hermosos, aquellos que adornan la vida de la selva, al final caen. Siempre encuentras a gente dispuesta a todo con el fin de talarlos, los transforman en muebles lujosos para los personajes con dinero. Los lucen con orgullo, les dicen a los amigos que los visitan que es madera de tal especie traída de la selva, árboles que son escasos, que no se pueden reponer. Es una auténtica pena que las personas tengamos esta mentalidad, para casi todos la muerte, o dicho de otro modo, el árbol caído, no cuenta para nada, solo para los que sabemos lo mucho que cuesta criar a estos pequeños retoños que en futuro serán los que pueden salvarnos la vida, aunque sea de forma indirecta.
Te contaría algunas historias que te llenarían el alma de pena, pero no es momento de hacerlo. Solo te diré que en una ocasión, un profesor canadiense, cansado de ver como las grandes multinacionales, arrasaban la selva se suicidó poniéndose en mitad del camino de una de esas grandes orugas, que arrastraban los árboles por una autopista en mitad de una pista forestal, para evitar que se llevaran aquella preciada madera en pro de propósitos casi me atrevería a decir inmorales.
En este instante pensé para mí… Pobre loco, ¡que sacrificio tan inútil has hecho, esto no te ha servido para nada y la ciencia ha sufrido una gran pérdida! No pudo evitar que dos hombres, estuvieran todo un día con grandes motosierras, hiriendo aquel coloso por todos lados hasta que cayó al suelo boscoso, llevándose tras de sí a otros muchos árboles más pequeños y aplastando la vegetación que lo rodeaba.

                                                            --------------------------------


No hay comentarios:

Publicar un comentario