lunes, 31 de agosto de 2015

SIEMPRE CON EL MISMO CUENTO

                                                  SIEMPRE CON EL MISMO CUENTO

-¡Vaya tela, que pesado es este jefe mío… me tiene hasta las narices!
-Pues a ver si un día de estos te pones un poco firme y le cantas la caña, porque la que está hasta los ovarios soy yo ¿vale…?
-¿Y que quieres si siempre me pilla a mí el último del despacho? En cuanto ve que cojo la chaqueta y me la pongo, ya estoy listo… que si tengo que tener un poco más de control con el personal, que no le salen los números con los pedidos que se hacen.
-Mira tío me tienes harta, eso no puede ser que te pase cada día del mundo, tu jefe no es ningún Superman ¿vale?
-Que te digo que sí, que parece que sea su prisionero. ¡Si por lo menos me pagara las horas extras…! pero no. Es su obligación, me dice el muy cabrón.
-A lo mejor tiene algo de razón en la falta de celo en tu trabajo, trata de esforzarte un poco más, si ni aun así no sacas nada en claro, te buscas otra cosa.
-Oye Maruja,  no me digas lo que tengo que hacer en mi trabajo, solo me faltaría eso… si me lo sugirieras sería otra cosa, pero darme consejos sobre cómo debo hacer mi trabajo no ¿vale? Tendrías que conocerlo, es un hijo de mala madre´, con todos mis respetos por la madre que lo parió.
-Lo conozco, claro que lo conozco, ¿no te acuerdas que me lo presentaste en la fiesta del veinte aniversario de la empresa que celebró en el hotel Astoria?
-¡Me cago en la leche es verdad…! Que me dijiste que te había mirado de una forma un poco lasciva.
-Justo, te dije que era un mujeriego consumado, que eso las mujeres lo sabemos con solo mirar a los ojos a un tío.
-Pues mira… sigue soltero y sin compromiso, con los millones que tiene el muy ladrón… todavía no tiene novia ni nada, para que tu veas.
Maruja mira a su marido de manera rara, como quién quiere significar, que no se entera de lo que pasa a su alrededor. Suelta una risa incontenible en la cara de su marido y le dice en voz baja…
-Mira si quieres conservar tu trabajo, haz lo máximo que puedas, lo demás lo dejas en mis manos, yo sé lo que hay que hacer con ese mastuerzo.
-¡Maruja… no me digas que tú y él…!
-No tengo que decirte nada, haz lo que te digo y verás cómo más temprano que tarde, subirás como la espuma en la empresa. Me aventuraría a decir que para principios de año nuevo estrenarás despacho, y ganarás casi el doble de lo que ganas ahora.


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