HE VISTO CAER ESTRELLAS
No de esas
estrellas fugaces que de vez en cuando llueven del cielo cual si fueran lluvia
dorada, no me refiero a esas. Quiero con este título, hacer referencia a gente
que se marchan con muchas cosas que hacer en la vida. No quieren marchar y
cruzar los océanos del cielo, simplemente se van porque hay una naturaleza
cósmica en ellas, no discuto que se transformen en puntos de referencia para
otros, pero su paso, como todas las cosas que suceden a nuestro alrededor, sean
asombrosas o no, lamentables o de marcado carácter pasajero, dejan señales para
que sean comprendidas por aquellos que quedan, que deben tener la
responsabilidad de seguir viendo estas señales celestiales.
Lo cierto es que a
diario caen más y más estrellas de los cielos, a menudo cruzan el espacio solo
para ser vistas, aunque su destino no sea aterrizar de nuevo sobre el mar, un
desierto o en la cúspide de un monte. No en vano se les llama estrellas
fugaces, tan fugaces, son vistas de manera tan sorprendente y rápida, que a
veces determinamos que no ha sido más que un fenómeno de nuestra propia
imaginación. Lo cierto es que nos traen algún mensaje, quizá para corregir
algún comportamiento, y las vemos pasar como seres extraños, como ovnis que no
han sido detectados más que por nuestra vista miope. Otras se van, ascienden
cual si de fuegos fatuos se tratasen, y no es solo que salgan de las tumbas,
supuestos gases que emanan de los cuerpos muertos.
Pero lo que es caer
estrellas… cada día caen, y encienden la pasión por vivir, la alegría de tener
motivos nuevos para encontrar motivaciones renovadas, resurgir con una nueva
luz. Hay razones sobradas para pasar de ser objetos relucientes, a ser apoyos
consolidados, pilares de tierras nuevas, con ganas de ensanchar esas fronteras
que nosotros mismos nos imponemos. Quién sabe si algún día, esas estrellas caídas
nos den la paz que todos necesitamos.
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