miércoles, 5 de agosto de 2015

                                                        MARCHÓ SIN DESPEDIRSE

Hablando aquel día por la tarde, sentados en un café, tratando de crear un ambiente de cercanía, llevábamos bastantes años sin vernos, me dijo que se alegraba de verme de nuevo, que había pensado en mí, contesté con sinceridad, que en mi caso, desde el primer día que la vi, dejó una huella imborrable en lo más profundo de mi corazón. Podéis pensar que estaba exagerando, pero no es así, aquella chica que entonces conocí me fascinó con sus gestos, con su mirada, siempre tuvo… ¿cómo explicarlo…? Un potencial que iba más allá de lo imaginable.
Nos pasamos aquellas dos horas, mirándonos más que hablando, no sé de cierto si aquel lenguaje de mudos sorprendidos de habernos encontrado era alguna señal, cuando me pasa algo así, como fue el caso, me quedo colapsado, había llegado a gustarme tanto aquella muchacha, y yo a ella, en su día me lo hizo saber. Y mira tú por donde, después de años de no saber el uno del otro, ahora parecía que nos resistíamos a hablar de nuestras vidas presentes, por lo menos eso deduje yo al hacerle un par de preguntas, que para nada eran de índole íntima. De pronto fue ella la que me preguntó…  Bueno… ¿Qué es de tu vida, que haces?  Pues como cuando me conociste, trabajando en el banco, todo el día con los ojos clavados en un ordenador, interviniendo cuentas y cosas por el estilo.  Entonces, eso quiere decir que has prosperado…  Marina… solo faltaría que a estas alturas estuviera barriendo pasillos…  Ja,ja,ja, claro, que tonta soy.  ¿Y tú que haces preciosa…?  Trabajo en una empresa de recambios de automóviles, estoy al cargo de las piezas que hay en existencia, me encargo del inventario, pero es distraído este trabajo, tengo ocasión de salir cada vez que se me antoja, con el pretexto de ir a buscar determinadas piezas yo misma porque el transporte es lento o porque urge reparar determinado auto, voy yo misma a buscarlas. Coche de la empresa, gastos pagados, estoy bien considerada mi padre es el dueño…  Ya sabía yo que había de haber alguna trampa en todo esto…
Rio como solo ella lo sabe hacer, aunque en esta ocasión, se tapó la boca con la mano, acababa de beber de la taza de café con leche. Con la cabeza agachada, levantó sus espléndidos ojos para ver mi reacción, como no podía ser de otra forma la miraba divertido.  Marina, ¿recuerdas la vez que fuimos juntos al parque de atracciones en el coche de mi padre? Ahora se puso seria.  ¿Cómo olvidarlo…? Fue toda una experiencia, se me caló dos veces seguidas el puñetero coche, y eso que era americano.  Claro, pero ya te dije que te pasaría, estos coches son para americanos, para nuestras carreteras, como los nuestros ninguno.  En eso te doy la razón, aunque nosotros nos dedicamos a los vehículos de importación.  ¿A sí…?  Pues sí, Mercedes, BMW, Audi, y tenemos otro departamento para deportivos, tenemos muy buenos mecánicos.  Algún día me tengo que pasar a haceros una visita.  Vale pero tendrás que viajar hasta Madrid, ahora mismo estoy de paso, estoy esperando a que mañana me terminen de embalar unas piezas delicadas para un Porche Carrera.  Caramba, eso si que es toda una sorpresa, no me imaginaba que estuvieras viviendo en Madrid. 
Marina ha notado la cara de estupor que se le ha quedado a Alonso.  Tengo familia, estoy casada y tenemos un hijo de ocho añitos, mira te enseño una foto.  Alonso se ha acercado a ella deslizándose sobre el pequeño sofá esquinero de la cafetería para ver la foto del hijo de Marina.  Es un niño guapísimo, de verdad, tiene tus mismos ojos.  ¿Y tú Alonso… estás casado?  No, que va, llevo la misma clase de vida que cuando nos conocimos, aunque te cueste creerlo, ya conoces un poco mi carácter, siempre retraído y hasta diría que con los años, me he vuelto más esquivo. Oportunidades no me han faltado, pero sé que no hubiera hecho feliz a ninguna mujer, no sé, son cosas que uno mismo sabe, y ante esta expectativa, soy un poco como las tortugas que sacan la cabeza cuando tienen que echar a andar, mientras tanto, estoy parado, me siento protegido.  No creo lo que me dices, tú podrías hacer feliz a más de una mujer, hay muchas personas buenas en la vida, que sabrían comprenderte. 
Alonso desvía la conversación a otros senderos, le pregunta si le gusta donde vive, si es feliz… y de golpe le pregunta si quiere cenar con él esa noche.  Claro, me encantaría, hasta mañana al mediodía no podré salir camino a Madrid.  Fantástico, pues entonces te espero esta noche, aquí mismo a eso de las ocho, o si lo prefieres paso a buscarte donde estés alojada.  Mejor quedamos aquí, a las ocho en punto.  Bueno pues entonces, no me queda más que despedirme hasta la noche, voy a ver a un notario con el que he quedado a las siete, dentro de un rato nos vemos, hasta luego, date una vuelta por este barrio, está lleno de tiendas comerciales que seguro te gustarán.
Firma unos documentos en casa del notario que ya lo espera y sale de nuevo a la calle, son las siete y treinta y cinco, no sabe por qué pero tiene el corazón acelerado, es posible que sea fruto de la expectativa de volver a contemplar a Marina y cambiar impresiones sobre un montón de cosas que han quedado en el aire. Son las ocho en punto, Marina no ha llegado todavía, se habrá entretenido con alguna compra, deja pasar el tiempo hasta las ocho y media. Nada no aparece  por parte alguna, mira en todas direcciones, probablemente no encuentra de nuevo el lugar donde han quedado. No puede ser, la cafetería tiene una fachada enorme y está llena de luces, además hace esquina a dos calles, imposible que se haya perdido. Son ya las nueve, lástima que no se intercambiaran los teléfonos, la podría llamar y saber si le ha pasado algo, si ha habido algún asunto de última hora que le ha hecho imposible acudir a la cita.
A las nueve y media va hacia el restaurante donde había reservado mesa, es conocido por ir bastantes veces a comer y cenar allí.  ¿Qué tal Alonso, no me encargaste mesa para dos…?  Sí así es, pero el caso es que a mi acompañante le ha salido un asunto de última hora que no ha podido evitar, tráeme la carta por favor. La mira detenidamente pero no lee los platos que están bosquejados, su mente está en otro lugar, delante del parque de atracciones hace casi veinte años atrás, dentro del coche de su padre besando a una Marina deliciosamente joven y quién sabe si enamorada de Alonso.

                                                              -----------------------

                             

No hay comentarios:

Publicar un comentario