SIN EXPLICACIONES
No, eso no es
consecuente, si dejamos que nuestros hijos vayan los fines de semana de
discoteca, que vuelvan a la hora que les venga en gana, acompañados por alguien
a quién no conocemos y oliendo a alcohol o a marihuana, lo que no se puede
hacer es a la mañana siguiente pedirles explicaciones. Poder sí que podemos
pero no deberíamos, la razón es bien clara, somos nosotros los que les hemos
dejado ir a donde quiera que sea, ni siquiera les hemos preguntado con quién
van, quienes son sus amigos.
Puede que
conozcamos de refilón a alguna amiga de ellos o amigo, pero eso no debe
hacernos personas confiadas, por la noche, todos los gatos son pardos.
Diferente sería, si desde la adolescencia, estuviéramos encima de ellos, en el
sentido de saber quiénes son sus amigos, donde van a estar y a qué hora van a
volver. A eso, comúnmente, se le llama, poner normas, quererlos, interesarnos
en ellos, que noten sin enfado alguno, que no queremos que se metan en problemas.
Cuesta poco pasar de todo esto, es su vida piensan algunos, vale, entonces no
sufras, déjalos a su bola, que entren y salgan cuando es plazca de casa, que se
encierren en su habitación con quién quieran y el tiempo que quieran.
Y eso que ahora
solo tienen dieciséis años, cuando pase un añito más no habrá forma de ponerles
un bocado para dominarlos, para entrenarlos, para dirigirlos. Puede que parezca
un poco fuerte ilustrarlo con los arreos de los caballos, pero en modo alguno
queremos significar eso. Son personas con su propia personalidad, que tienen
sus métodos para andar prevenidos por la vida, aunque eso desgraciadamente no
es suficiente. Hace poco, escuchaba de labios de una chica a la que habían
violado, que no sabía cuántos eran los que la habían ultrajado, le ofrecieron
una bebida. No sé qué pasó mamá, te lo juro… se nos acercaron tres chicos, uno
de ellos alto y muy guapo, se pusieron a nuestro alrededor a bailar, Elisa se
puso a reír porque uno de ellos parecía un pato mareado cuando se movía, nos
invitaron a un cubata… solo sé que tomé un par de sorbos, no recuerdo nada más.
¿Qué hago mamá…?
¿Qué va a hacer
mamá… decirle que ya la habían estado avisando que en las discotecas puede
pasar de todo…? ¿Qué si en su día hubiera hecho caso a su padre no estaría
metida en este problema? Poca cosa se puede hacer después de recibir un palo de
este calibre, salvo asegurarse que no haya quedado en estado. Salen las dos de
casa, van a la farmacia a buscar la píldora del día después, que por cierto, no
es nada barata. Vuelven a casa, la niña se ducha tres veces seguidas, la madre
oye caer el agua sin parar. ¿Maite estás bien…? Sí mamá, ahora salgo no te
apures. Sale del baño envuelta en una toalla sujeta por encima del pecho, se
recoge en el sofá en forma fetal, se queda mirando en su interior. Su madre
teme que esto le haya causado un trauma.
Maite lleva dos
días casi sin comer, un plátano y un zumo ha sido su alimento en este tiempo,
eso sí, se ha hartado de beber agua, su madre está asombrada, antes solo bebía
Coca Cola. Esta noche voy a hacer una tortilla de patatas que a ti tanto te
gusta. Déjalo mamá, no tengo hambre, comeré algo que pille en la nevera. “Bueno,
vale ya…”, tienes que comer sí o sí, ¿has hablado con Elisa? No, pero con ella
no creo que se metieran, creo que ni se enteró de lo que pasó, a veces dejamos
que nos traigan a casa diferentes chicos, hasta ahora no hemos tenido ningún
problema.
La chica está ahora
en manos de un psicólogo, no quiere ir al instituto, ni siquiera sale de casa,
solo se sienta delante la ventana de su habitación y lee cuentos infantiles.
Siga mis consejos al pie de la letra señora, sobre todo si la quiere ayudar,
deje de llorar continuamente, lo que le ha sucedido es irreparable ahora. De la
mejor forma que se la puede ayudar, es tratar de volver a llevar una vida
normal dentro del hogar, poco a poco irá saliendo de este estado de
estancamiento que sufre ahora, hay una cosa que es absolutamente cierta, el
tiempo lo cura todo. Debemos confiar en que el paso de los días la irá ayudando
a recuperarse, a que vuelva a tener confianza en sí misma, y en consecuencia,
en los demás.
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