martes, 1 de septiembre de 2015

HACE TIEMPO QUE ANDO ASÍ ASÍ

                                                 HACE TIEMPO QUE ANDO ASÍ ASÍ

Hace tiempo, con eso quiero decir que no sé cuánto, puede que hace años, meses o mucho más tiempo del que me imagino. Es como una pesadilla que nunca termina, que siempre comienza de la misma forma y que te va depauperando poco a poco, que te mina las fuerzas hasta que llega el momento de no saber explicar qué y cómo estás viviendo determinadas situaciones. Fuerza tengo, eso es indiscutible, en cambio no la suficiente fuerza mental para poder explicar lo que me pasó ayer.
Ayer me pasó algo, eso está claro, pero esta mañana, cuando me he despertado a las cinco de la mañana, quería recordar, y no me ha sido posible ordenar en mi cabeza que ha sido lo que me pasó. Me duele todo el cuerpo, la cabeza parece que me va a estallar, y aunque me esfuerzo ya no en recordar, sino solo en saber, que fue lo que me sucedió, no hay manera.
Los diferentes neurólogos que me han tratado, me dicen… No pienses en que estás enfermo, eres una persona normal que tiene un padecimiento especial y que además es inexplicable para la ciencia moderna. Los asuntos de la mente son muy difíciles de averiguar, no te estrujes la cabeza, porque al igual que nosotros, no podrás hacer nada para que esta situación cambie. Acepta lo que te pasa como una consecuencia de los traumas sufridos cuando eras joven.
Los médicos son cojonudos, si te caes sin saber por qué y les peguntas, te contestan que no pasa nada, que eso le pasa a cualquiera. No  debería asombrarte dada la enfermedad que padeces… Pero vamos a ver… ¿No decías que no pensara  en mi problema, que me tomara la vida según se me presentaran las oportunidades, que la viviera normalmente… en qué quedamos? Entre tanto parientes y amigos me llaman por teléfono, vivo muy lejos de ellos, aunque lo prefiero así, son muy pocos los que comprenden estas situaciones complejas de la mente. Se interesan de manera sincera por mí, y eso me llena de júbilo, me envían fotos de los nuevos miembros de la familia que va creciendo sin parar, y de vez en cuando, me informan de alguna que otra defunción de alguien a quien conocía.
Vivo solo pero muy bien acompañado, los vecinos del bajo de mi piso, son mi familia inmediata, siempre les estaré agradecido por lo mucho que hacen por mí. Saben con solo mirarme a los ojos si estoy bien o no, entonces me hacen las recomendaciones oportunas para que me relaje, eso vale mucho, no tiene precio. Si alguien les preguntara que tal estoy le contestarían que estoy así, así. Ellos, por mucho que quieran explicar lo que me pasa, lo único que pueden hacer es contestar eso.
Soy feliz por estar aquí viviendo, lo tengo todo y además la soledad relativa en la que vivo me ayuda a poder hacer todo lo que quiero, lo que necesito. No pienso mucho en los que me faltan, cuando quiero hablar con ellos, les hago una llamada por teléfono, les pregunto cómo están y cuando acabamos de hablar me parece que he estado sentado con ellos hablando en la misma mesa.
Hace tiempo que ando así, así, pero siempre con buen humor, agradecido por las atenciones que recibo, y procurando corresponder a la ayuda que me prestan. Para mí, en eso consiste mi felicidad.

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