VETE A HACER PUÑETAS, NO QUIERO SABER NADA MÁS DE TI
No te desseo mal alguno, pero a partir de ahora, después de tanta mentira, de tanta hipocresía, de tanto desatino, me he desengañado, ya no quiero saber nada más de tus asuntos. Cuando quieras, tomándote tu tiempo no digo que no, te preparas las cosas y te marchas, pero a ser posible que sea lo más rápido posible, todavía te quiero, ya sabes como soy en este aspecto, un sentimental de mierda. Cuánto más tiempo pases aquí, más me dolerá verte partir, porque tía... ¡me has tomado el pelo todo lo que has querido y más! ¿Que coño has hecho con toda la pasta que tenía aparcada en el banco? Yo no he tocado ni un euro de todo lo que había allí, si hasta creía a pies juntillas, que tu no sabías nada de la existencia de este dinero...
Lo que es a mí no me robas más, ni materialmente ni moralmente, ya estoy hasta los huevos de que la gente con la que trato de tu familia, me estén preguntando continuamente, acerca de si sé algo de mis hijos, o de mi anterior esposa, iros todos a la mierda. No soy idiota, por lo menos no lo soy más que los demás, ni menos, y así lo dejamos en tablas, pero hay personas a las que se les ve la intención cuando conversan contigo, y en parte la culpa la tienes tú... te digo porqué. No sé chica, el neurólogo concluye que lo que tiene es un poco de cuento, de manera que le está recetando barbitúricos, a fin de que se mantenga tranquilo y no se meta conmigo ni con nadie de la familia cuando vienen a casa. Dice el médico que en esas personas no se puede predecir lo que pueden hacer, que normalmente se vuelven egoistas y exigentes, que huyen de la realidad y establecen sus propias reglas en la vida.
¡Pues mira que bien...! solo por creer la opinión de ese neurólogo al que venimos visitando hace veinte años casi, y que está más machacado que las maracas de Machín, tú misma lo has visto como ha actuado, cuando hemos entado en su consulta. "A ver... ¿usted quién es...?" Pues creo que debería recordarme, hace catorce años que me medica y me visita periódicamente... "Pues la verdad... ahora mismo no caigo". No te caigas es mejor, porque sino todos los que dependen de la gran sapienca de este eminente neurólogo, se iban en fila al patio de los hinchados, más rápido de lo conveniente.
Cuando no te conviene vivir con una persona que te puede procurar más problemas que ventajas, en el sentido de que tu salud empeore, lo más fácil es divorciarse de ella, y de paso, procurar quedarse con la mayor parte de la pasta posible, para vivir sin trabajar claro está, para no ser una carga para nadie, especialmente para los hijos, que bastante pena tienen para mantenerse de pie sin caer, como fichas de dominó colocadas en fila una tras otra.
Un conocido del pueblo donde vivo, ha hecho exactamente eso, sus padres le regalaron una casa cuando se casó, ¡cómo se querían entonces...! toda la familia celebró el acontecimiento, en un momento determinado el hombre enfermó, no se sabía casi nada de aquella extraña enfermedad que afectaba su cerebro. Las personas que rodeaban a esta persona lo miraban con cierto distanciamiento. Pero la vida es imprevisible, y con ella las circunstancias que rodean a las personas afectadas por ella, nadie quiso comprender el comportamiento aparentemente normal de él, en ocasiones era la persona ideal para muchas cosas, que nadie más sabía hacer mejor que él.
Pocas enfermedades son estacionarias, casi siempre progresan es una espiral, que se vuelve cada vez más complicada, la mujer no aceptó que eso fuera así. Sin embargo al poco tiempo de marchar de su casa por no meter follón dentro de aquel vínculo que los unía a todos, ella comenzó a manifestar cierto malestar dentro de su propio ser, tuvo que ser ingresada a causa de un infarto, que por poco la lleva a la muerte. Desdee entonces todos deben alternarse para hacer las cosas por ella, no puede siquiera limpiar la casa, caminar más allá de cien metros, se ha convertido en una persona de alto riesgo para los médicos.
Lamento tener que decir, que ahora están separados resistiendose a admitir que son dos personas iguales. Yo la aceptaría de buen grado para atenderla dentro de mis posibilidades, ella no en lo que respecta a mí, ¡que se le va a hacer...!
Es como si te dijeran a la cara pero esta vez por teléfono... ¡vete a hacer puñetas... no quiero saber nada más de ti! No ha sido el caso, sigo insistiendo para hacerme escuchar, en su caso ha aceptado tener algún contacto conmigo, me complace que entienda que los que están sanos hoy, mañana pueden llenar un espacio en cualquier morgue, esto me preocupa, pero cada cual escoge su forma de vivir, de la misma manera que escoge la forma de morir.
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