sábado, 5 de septiembre de 2015

TE RECUERDO COMO SI FUERA AYER

                                                   TE RECUERDO COMO SI FUERA AYER

¿Quién puede olvidar un rostro como el suyo? Siempre fue una mujer hermosa, agradable en cualquier circunstancia, siempre amable y desenfadada. Asocio su rostro, con esas cualidades suyas tan peculiares, dignas de una persona poco común, que buscas siempre cuando estás pasando por un mal momento, sea el que sea. Estoy haciendo la compra en el mercado cercano a mi casa, cuando de pronto, se me hace familiar un perfil de cara que me resulta muy familiar, me acerco con cautela, a veces te equivocas, como se dice que tenemos en alguna parte del mundo un doble nuestro… pensé que probablemente era su doble.
No, no me equivocaba, es ella, Paz es su nombre, es como si le hubieran puesto este nombre, profetizando que clase de persona sería en el futuro. No me hace falta comprar pescado, es más, apenas como pescado excepto cuando salgo a comer a algún restaurante. Está justo delante de mí, no puede ser, todavía usa el mismo perfume que cuando la conocí por primera vez. Paga la cuenta a la pescadera, cuando mete la bolsa dentro de su bolsa me coloco justo delante de ella. Hola Paz, ¿me recuerdas…? Al principio es comprensible que no me reconozca, luego, arrugando un poco la frente, fijándose mejor en mi cara, su boca dibuja una amplia sonrisa… ¡Claro Carlos! que tonta soy, disculpa chico, últimamente ando muy despistada. No te disculpes mujer, ¿Cuántos años hace que no nos vemos? Lo cierto es que no lo recuerdo, bueno he olvidado muchas cosas, de manera que no te extrañe que no te haya conocido al instante de verte.
A mí me ha pasado lo mismo, creí que estaba soñando, ¡después de tanto tiempo…! Mira, todavía me acuerdo de cuando fue que nos conocimos, fue en la fiesta de fin de curso de la universidad. ¿Universidad… que universidad? Pues cual va a ser, la de medicina, llevabas un traje de piel con unos tacones que parecía que ibas a caerte en cualquier momento. No era yo, seguro, yo no he estudiado en ninguna universidad. Pero… si antes hasta has recordado mi nombre, yo me acuerdo perfectamente del tuyo Paz. Es posible que haya sido una mera coincidencia, de cualquier forma estoy segura de no haber hecho carrera alguna en ninguna universidad, me alegro de haberte visto, hasta otra, Juan.
¿Qué significa esto…? Debo de ser tonto del culo, sin embargo me ha reconocido por mi nombre y luego al despedirse de mí ¡me llama Juan…! No entiendo nada. La sigo con prudencia hasta la puerta del mercado, allí otra mujer mayor, que bien podría ser su madre la espera, mira en el interior del monedero,  luego cogidas del brazo cruzan el semáforo cuando está verde para los peatones, le indica  el color del semáforo a Paz, esta asiente con la cabeza. Han llegado a un gran portal de acero pintado de negro, seguro que es ahí donde vive, la mujer mayor le da a Paz una llave y esta abre la puerta, la mujer le da un beso.
Se me eriza toda la piel del cuerpo, comienzo a comprender…, al día siguiente, en el hospital donde trabaja pide a una doctora que trate de encontrar a Paz Romagosa, que indague en que hospital la están tratando, seguro que tiene en algún hospital público o privado, ficha abierta de alguna enfermedad. Pasan unos cuantos días, Carlos apremia a la doctora, esta le contesta que ya sabe quién es y cuál es la dolencia que padece. Demencia senil, le dice a Carlos, se sienta en el consultorio de la doctora y se le cae el archivo del historial clínico a los pies. Claro, estas dolencias son difíciles de prever, porque en el campo de la neurología, cada paciente responde de formas diferentes, ni siquiera hay un tratamiento individualizado, todo está estandarizado. ¿Es alguien que conoces? Sí, es una muchacha de mi misma edad con quién estuve a punto de salir y hasta prometernos para casarnos. ¡Vaya palo chico, lo siento!
No he tenido la fuerza de voluntad de volver a verla, es posible que debiera haberlo hecho pero a estas alturas, ¿quién diría que soy, Juanjo, Valentín…? Jodidas cabezas estas que llevamos sobre los hombros, y encima vamos presumiendo por ahí, que somos médicos excelentes.

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