TE RECUERDO COMO SI FUERA
AYER
¿Quién puede
olvidar un rostro como el suyo? Siempre fue una mujer hermosa, agradable en
cualquier circunstancia, siempre amable y desenfadada. Asocio su rostro, con
esas cualidades suyas tan peculiares, dignas de una persona poco común, que buscas
siempre cuando estás pasando por un mal momento, sea el que sea. Estoy haciendo
la compra en el mercado cercano a mi casa, cuando de pronto, se me hace
familiar un perfil de cara que me resulta muy familiar, me acerco con cautela,
a veces te equivocas, como se dice que tenemos en alguna parte del mundo un
doble nuestro… pensé que probablemente era su doble.
No, no me
equivocaba, es ella, Paz es su nombre, es como si le hubieran puesto este
nombre, profetizando que clase de persona sería en el futuro. No me hace falta
comprar pescado, es más, apenas como pescado excepto cuando salgo a comer a
algún restaurante. Está justo delante de mí, no puede ser, todavía usa el mismo
perfume que cuando la conocí por primera vez. Paga la cuenta a la pescadera, cuando
mete la bolsa dentro de su bolsa me coloco justo delante de ella. Hola Paz, ¿me
recuerdas…? Al principio es comprensible que no me reconozca, luego, arrugando
un poco la frente, fijándose mejor en mi cara, su boca dibuja una amplia
sonrisa… ¡Claro Carlos! que tonta soy, disculpa chico, últimamente ando muy
despistada. No te disculpes mujer, ¿Cuántos años hace que no nos vemos? Lo
cierto es que no lo recuerdo, bueno he olvidado muchas cosas, de manera que no
te extrañe que no te haya conocido al instante de verte.
A mí me ha pasado
lo mismo, creí que estaba soñando, ¡después de tanto tiempo…! Mira, todavía me
acuerdo de cuando fue que nos conocimos, fue en la fiesta de fin de curso de la
universidad. ¿Universidad… que universidad? Pues cual va a ser, la de medicina,
llevabas un traje de piel con unos tacones que parecía que ibas a caerte en
cualquier momento. No era yo, seguro, yo no he estudiado en ninguna
universidad. Pero… si antes hasta has recordado mi nombre, yo me acuerdo
perfectamente del tuyo Paz. Es posible que haya sido una mera coincidencia, de
cualquier forma estoy segura de no haber hecho carrera alguna en ninguna
universidad, me alegro de haberte visto, hasta otra, Juan.
¿Qué significa esto…?
Debo de ser tonto del culo, sin embargo me ha reconocido por mi nombre y luego
al despedirse de mí ¡me llama Juan…! No entiendo nada. La sigo con prudencia
hasta la puerta del mercado, allí otra mujer mayor, que bien podría ser su
madre la espera, mira en el interior del monedero, luego cogidas del brazo cruzan el semáforo
cuando está verde para los peatones, le indica
el color del semáforo a Paz, esta asiente con la cabeza. Han llegado a
un gran portal de acero pintado de negro, seguro que es ahí donde vive, la
mujer mayor le da a Paz una llave y esta abre la puerta, la mujer le da un
beso.
Se me eriza toda la
piel del cuerpo, comienzo a comprender…, al día siguiente, en el hospital donde
trabaja pide a una doctora que trate de encontrar a Paz Romagosa, que indague
en que hospital la están tratando, seguro que tiene en algún hospital público o
privado, ficha abierta de alguna enfermedad. Pasan unos cuantos días, Carlos
apremia a la doctora, esta le contesta que ya sabe quién es y cuál es la
dolencia que padece. Demencia senil, le dice a Carlos, se sienta en el
consultorio de la doctora y se le cae el archivo del historial clínico a los
pies. Claro, estas dolencias son difíciles de prever, porque en el campo de la
neurología, cada paciente responde de formas diferentes, ni siquiera hay un
tratamiento individualizado, todo está estandarizado. ¿Es alguien que conoces?
Sí, es una muchacha de mi misma edad con quién estuve a punto de salir y hasta
prometernos para casarnos. ¡Vaya palo chico, lo siento!
No he tenido la
fuerza de voluntad de volver a verla, es posible que debiera haberlo hecho pero
a estas alturas, ¿quién diría que soy, Juanjo, Valentín…? Jodidas cabezas estas
que llevamos sobre los hombros, y encima vamos presumiendo por ahí, que somos
médicos excelentes.
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