jueves, 24 de septiembre de 2015

ACABA CUANDO TERMINES

                                                         ACABA CUANDO TERMINES

Es bastante común que los padres cometamos el error, de dejar que nuestros hijos hagan aquello que tienen por costumbre. Hace unos días me invitaron a comer, una familia fantástica, los padres son extremadamente cuidadosos con la educación de sus dos hijos, pero parece que no dan de sí aquello que pueden sin demasiado esfuerzo.
Nos sentamos a la mesa, los niños también, después de haberse sentado sacaron los móviles de los bolsillos, mientras nos servíamos la cena y comenzamos a hablar de asuntos diarios, cuestiones sobre por ejemplo, la reclamación del pueblo catalán por la independencia y cosas por el estilo, del gobierno y todos los chorizos que lo presiden, los niños guardaban silencio, estaban jugando con los móviles y se decían el uno al otro… ¡Hala mira tete, ya me he pasado el siguiente nivel…! Personalmente pienso que cuando se está en la mesa no hay que estar jugando, al menos por pura educación, pero, allá cada cual.
Me acuerdo que cuando éramos pequeños, uno de esos días alegres de fin de semana, sabíamos que nuestros padres cesaban en sus actividades diarias, nos pusimos mi hermano y yo a tirarnos trocitos de mollas de pan a la cara, una de ellas rebotó y calló en el plato de sopa de mi padre, me puse a temblar, con él no valían historias de este tipo durante la hora de la comida. A mí que me tenía más cerca, me dio un tortazo que salté de la silla, a mi hermano, quizás porque era el mayor y un poco su preferido, lo envió al wáter a  terminarse la comida.
Cuando terminéis de comer, jugar lo que queráis, pero en la mesa no consiento esas cosas ya lo sabéis de otras veces, y que sea la última vez, además tenemos invitados un poco más de educación puñetas.
Ya era hora de volver a casa, me despedí y los críos permanecían sentados sin decir una sola palabra, devoraban unos pastelillos que llevé junto a una botella  de vino tinto. Os prometo que cuando salí a la calle todavía no salía de mi asombro. Aquellos mocosos nos habían ignorado totalmente, ellos estaban en su mundo, incluso antes de cerrar la puerta del piso se oyó una vocecita que dijo… ¿bueno… vais a cerrar la puerta ya o qué, hace frio?
Pensé en mi padre, siempre tenía un lema, y en este sentido así se criaron con el tiempo los míos. Piensa hijo… “Acaba cuando termines”


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