ACABA CUANDO TERMINES
Es
bastante común que los padres cometamos el error, de dejar que nuestros hijos
hagan aquello que tienen por costumbre. Hace unos días me invitaron a comer,
una familia fantástica, los padres son extremadamente cuidadosos con la
educación de sus dos hijos, pero parece que no dan de sí aquello que pueden sin
demasiado esfuerzo.
Nos
sentamos a la mesa, los niños también, después de haberse sentado sacaron los
móviles de los bolsillos, mientras nos servíamos la cena y comenzamos a hablar
de asuntos diarios, cuestiones sobre por ejemplo, la reclamación del pueblo
catalán por la independencia y cosas por el estilo, del gobierno y todos los
chorizos que lo presiden, los niños guardaban silencio, estaban jugando con los
móviles y se decían el uno al otro… ¡Hala mira tete, ya me he pasado el
siguiente nivel…! Personalmente pienso que cuando se está en la mesa no hay que
estar jugando, al menos por pura educación, pero, allá cada cual.
Me
acuerdo que cuando éramos pequeños, uno de esos días alegres de fin de semana,
sabíamos que nuestros padres cesaban en sus actividades diarias, nos pusimos mi
hermano y yo a tirarnos trocitos de mollas de pan a la cara, una de ellas
rebotó y calló en el plato de sopa de mi padre, me puse a temblar, con él no
valían historias de este tipo durante la hora de la comida. A mí que me tenía
más cerca, me dio un tortazo que salté de la silla, a mi hermano, quizás porque
era el mayor y un poco su preferido, lo envió al wáter a terminarse la comida.
Cuando
terminéis de comer, jugar lo que queráis, pero en la mesa no consiento esas
cosas ya lo sabéis de otras veces, y que sea la última vez, además tenemos
invitados un poco más de educación puñetas.
Ya
era hora de volver a casa, me despedí y los críos permanecían sentados sin
decir una sola palabra, devoraban unos pastelillos que llevé junto a una
botella de vino tinto. Os prometo que
cuando salí a la calle todavía no salía de mi asombro. Aquellos mocosos nos
habían ignorado totalmente, ellos estaban en su mundo, incluso antes de cerrar
la puerta del piso se oyó una vocecita que dijo… ¿bueno… vais a cerrar la
puerta ya o qué, hace frio?
Pensé
en mi padre, siempre tenía un lema, y en este sentido así se criaron con el
tiempo los míos. Piensa hijo… “Acaba cuando termines”
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