LAS LARGAS NOCHES DE VERANO
En las grabdes ciudades, las noches de verano, no sé muy bien porqué razón, se hacen más cortas. Es posible que eso se deba, a que hay más gente en la calle que huyen como yo del calor que hace entre los grandes edificios de cemento, son como gigantestos acumuladores del sol durante el día, y les cuesta mucho despenderse de la intensidad de calor, que durante las largas horas de esta estación del año funde hasta los ladrillos.
Salgo a la calle y se me alegra el carácter, ver a la gente en las heladerías y bares, a familias enteras tomándose unos refrescos, horchatas y granizados, hace sin darme cuenta, que mi paso se acelere en pos de algún lugar donde sentarme como hacen los demás. Me encuentro con amigos de forma accidental, se apuntan a compartir la mesa conmigo, charlamos de cosas de interés mutuo debajo de un rociador que pulveriza agua y refresca el ambiente. Unos más temprano, otros pernoctamos un poco más, y poco a poco, llega la hora de ir de vuelta a casa.
Ese es el momento que más temo, no me espera nadie, estoy solo aunque no tengo porqué quejarme, estoy solo porque quiero, he tenido oportunidad de estar acompañado, alguna que otra buena chica del trabajo, me propusieron en su día, que podríamos compartir el piso, la verdad es que he tenido que buscar excusas para que desistieran de hacerme más proposiciones. Verás, es que mis padres que están solos en el pueblo, vienen de vez en cuando a visitarme, me dolería que pensaran que estoy con una chica, por algún interés que ellos consideran malsano, ¿comprendes...? Así, de esta forma tan ruín he contado el mismo cuento u otros parecidos, a algunas chicas que además necesitaban encontrar un lugar donde alojarse.
Sí, así es lo confieso soy un cagado en asuntos de mujeres, no es que no me gusten, muy al contrario, me encantan, pero soy raro, me considero raro, no sé si porque miro mucho a mi alrededor, me fijo en las personas de manera poco convencional, al ser profesor de económicas en la universidad, creo que esto me confiere cierto grado de vulnerabilidad delante del alumnado. Pienso... ¿y si algunas de estas chicas lo que quieren es terminar la carrera a mi costa? ¡Mira que soy imbecil...! pero por otra parte podría ser, y entonces, el verano se me haría eterno, más que eterno, imposible de superar. El próximo verano si me enrollara con alguien, sería insoportable, perdería mi auténtico yo, caminando por un terreno cenagoso y posiblemente falso, que me llevara al hundimiento total de mi propia autoestima.
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