viernes, 25 de septiembre de 2015

BUSCANDO LA OSCURIDAD

                                                       BUSCANDO LA OSCURIDAD

Era joven y bastante alocado, en el momento que le propuse a una amiga salir de paseo un verano, tenía pensado donde llevarla, a un ambiente que fuera propicio para cortejarla, eso es lo que busca todo el mundo, el fresquito de las noches de verano, un lugar lleno de fragancias de árboles y flores, lo más parecido a un paraíso imaginario.
Necesitas la ayuda de estos elementos para cortejar a una mujer, otros prefieren hacerlo en mitad del sonido ensordecedor de una disco, supongo que yo para entonces era un ser un poco extraño, o puede que hasta demasiado romántico, ¿Qué diría ella de esa proposición, que era un fantoche de tres al cuarto? Pues no, aceptó sin ningún obstáculo la invitación y estuvimos dando vueltas alrededor de la Exposición, del orden de dos horas largas, cuando salimos a las calles adyacentes a nuestro barrio, relativamente cercano, la acompañé hasta su casa, allí con un apretón de manos que hubiera tenido que ser un beso, porque estuvimos con las manos cogidas unos minutos que a mí se me hicieron una eternidad.
Bunas noches preciosa…  Oye, no hemos quedado para otro día, ¿Cuándo te parece que volvamos a salir? Se me heló el corazón, ¡me estaba proponiendo volver a salir de nuevo, cuando a mí me pareciera bien!  Contesté sin vacilar… Mañana si quieres, per tiene que ser a partir de las ocho y media, hago una hora extra.  Vale… pues hasta mañana, llamas al timbre de la escalera, ya estaré preparada. El día siguiente se me pasó como si llevara todo el día, un saco de arena atado a las espaldas, pero después de una buena ducha, me puse los tejanos con una camisa con el faldón por fuera, corrí calle abajo hasta llegar jadeante, a las ocho y media en punto, a la puerta de mi nuevo amor.
¡Que fácil es decir eso…! Nuevo amor, así lo entendí en estos momentos de mi vida. Me comía el mundo con patatas, o por lo menos eso creía yo, pero las cosas serias casi nunca son como a uno le parecen. Sí, salimos, nos paramos a tomar unos helados cerca de la Fuente Mágica de colores, en verano en cuanto se escondía el sol las encendían y las hacían jugar con sus chorros entrecruzados. Hablamos del futuro que tenía cada cual en mente, ella dejó claro que quería casarse y tener un par de hijos, no añadió más al asunto, salvo que la ciudad no le gustaba, no me dijo más que había pasado por malas experiencias, quería olvidarlas.
En este punto coincidimos, nací en mitad del barrio de Pueblo Seco, entre la exposición y el paralelo, en los alrededores del Molino, muy parecido pero en pequeño, del famoso Moulin Rouge de París. Barrio este lleno entonces de prostitución y calles sucias con malos olores. Hay muchos sitios donde ir a vivir cerca de aquí, quiero decir en provincias cercanas donde hacen falta trabajadores cualificados, no es que sea un genio pero soy apañado, no me da  ningún miedo el trabajo que sea que se me encomiende.
Terminados los cucuruchos de helado de nata, subimos juntos las escaleras que llevan al Palacio Nacional, hecho construir para la Exposición Internacional de Barcelona, que se celebró en Barcelona en el año 1929. A mitad de la subida de las escaleras que nos acercaban al último tramo del Palacio, se me adelantó dos pasos y a un paso de ella, menuda pero dulce como un terrón de azúcar moreno, me cogió la cabeza y me besó con fuerza obligándome a abrir la boca y dejar que su lengua investigara, lamiera mi paladar produciéndome cosquillas que pocas veces he vuelto a notar a lo largo de mi vida.
Ya cogidos desde este instante de la mano, mi corazón estaba desbocado, casi me dolía la caja torácica, tal era la intensidad con la que palpitaba mi poderoso músculo.  Mañana me gustaría que vinieras a mi casa, estaremos solos, mi madre está cuidando a su madre en El Papiol, no vendrá hasta dentro de tres o cuatro días, ¿vendrás?  Pues claro, nadie más perfecta que tú para estar en buena compañía.  Anda que no sabes nada tú… bribón, eso último me lo dijo pellizcándome la barbilla.
Desde el siguiente día nada fue igual en mi vida, me pidió que fuera el primero que la hiciera mujer, lo confieso, estaba cagado de miedo, pero como decía un amigo mío, lleno de cicatrices de peleas en las que se había metido…  A lo hecho pecho tío, vamos a por ellos y que gane el mejor, o el que más hostias de.
Cumplí como creo que era lo que esperaba de mí, al cabo de unos buenos cinco minutos, salió del baño, nervioso como una hoja a punto de caer del árbol, esperaba sentado en un pequeño sofá con las piernas juntas y las manos entre las rodillas que era lo que había pasado. Asomó la cabeza por el dintel de la puerta que daba al comedor, sonreía, le devolví la sonrisa, se acercó a mí dando breves pasos, me dijo al oído… me has hecho muy feliz, te quiero y para tú tranquilidad, casi no me ha dolido, ¡la sangre es muy escandalosa…! Si no tienes prisa, después de comer un poco, suponiendo que tengas tiempo para mí, nos acostamos de nuevo, bueno… si no te da reparo.

Recuerdo haber dormido al volver a casa, pasada la media noche, como un bebé, hasta que en mitad de la noche sin saber la hora me despertó una especie de bofetada, palabra que me pareció que fue una hostia literal, pero no había nadie a mi lado, en todo el derredor de la habitación estaba solo, un mal sueño. Quizás fuera el presagio de algo que iba a suceder pero lo cierto es que me costó dormirme de nuevo, ente el susto y el calor que hacía en aquella habitación mal ventilada, conciliar el sueño en pleno verano era un sacrificio.
Al siguiente día la llamé desde el teléfono de mi casa, no contestó nadie al otro lado, sabía que a esta hora ella siempre estaba en su casa, esperé a que dieran las diez, nada. Salí de casa y me acerqué a su casa, llamé al timbre de la escalera, nadie contestó. Pasé así casi una semana, ilocalizable, estaba a punto de volverme loco. Mi padre fue el que vio mi actitud de manera más sensible que el resto de la familia.  ¿Qué te pasa Albert? Nada papa, estoy un poco nervioso por el trabajo. ¡Venga hombre no me vengas con cuentos a estas alturas! Se le ha pasado la novedad, te ha utilizado, has pagado el pato como se suele decir, has ido de pringado.
¿De qué me estaba hablando…? No lo entendía, mejor dicho no lo quise entender, por su cuenta había hecho indagaciones y sabía lo nuestro, ella ya estaba trabajando como sirvienta en un crucero de gran categoría, navegando por buena parte del Mediterráneo. Al cabo de dos meses me llegó una postal de una isla griega, estaba como siempre guapísima, ataviada con solo un bikini y una pamela de paja.
Desde entonces busco agujeros profundos donde poderme esconder, pero imposible, no encuentro ninguno lo suficientemente adecuado para lo que yo quiero. Espero que llegará un día que sin buscarlo lo encontraré, pero ojo… no tengo prisa alguna.

                                                          -------------------------------






No hay comentarios:

Publicar un comentario