lunes, 14 de septiembre de 2015

¡Y CALLA LA BOCA O COBRAS!

                                                  ¡Y CALLA LA BOCA 0 COBRAS!

¡Me cago en la leche Pepito, pensábamos que habías desaparecido del mapa...! Pues no sé yo que decirte, a punto he estado. ¿Y eso...? cuenta, cuenta que te ha pasado. No merece la pena Carlos, déjame ahora volver a mi casa y mañana si bajo a la calle, ya te contaré. ¿Me dejas que te acompañe y mientas hablamos...? Que no coño... que quiero volver a hacer el camino a casa solo, te  lo agradezco peo es que hoy me sobra compañía, hasta mi propia sombra me estorva.
Subía por la estrecha escalera de la calle Tantarantana, y al ir a abrir la puerta del piso se dio cuenta que le faltaban las llaves de los dos paños de puerta. Tuvo que dedicar tiempo y un poco de dinero que llevaba en el bolsillo para que un cerrajero conocid,o le abriera la puerta y le pusiera un paño nuevo. ¡Por los clavos de Cristo... donde está todo lo que había aquí! coge la boina que lleva puesta, la tira al suelo y la pisa con rabia, quién quiera que sea el que haya hecho una tropería así lo pagará caro, aunque sea lo último que haga  en este mundo, ¡me cago en todos sus muertos...! El grito se ha oído en toda la escalera, unas cuantas vecinas salen a sus  respectivos rellanos, no vaya a ser qe algún vecino se haya suicidado, que ya le paso a Policarpo, un joven de cuarenta años que vivía con los padres.
Llevaba tiempo diciendo a la comunidad que el recodo del piso del rellano de su escalera estaba roto, sencillamente, los remaches se habían soltado. Un lunes salió de casa cagando leches porque hacía tarde al trabajo, se apoyó demasiado en la esquina de la baranda... y eso, se puso a volar como Supermán pero sin capa, cuatro pisos bajo en coma tres segundos, lo que se dice un plomo, y menos mal que no pillo a la señora Agapita que siempre salía temprano a comprar y regresaba más pronto aun, la mitad de lo que llevaba en la cesta era afanado, del mercado de Santa Caterina- El Born. Cuando salía de su casa con la cesta bajo el brazo y mordisqueando un pedazo de pan de hacía tres días, previamente ablandado en un vaso con agua, ya hacía tarde, meneando el bigotillo como una ratita, iba dando saltos hacia el mercado.
El presidente de la comunidad le dijo a la policía, que a este chaval le gustaba hacer locuras, que no sabía que podía haber pasado. ¡No me jodas... encima de muerto contando mentiras de el pobre Policarpo que era todo un ejemplo de buena persona y mejor hijo! Previamente, entre el presi y otro garlanda que no le daba un palo al agua, hicieron un arreglo para que los municipales vieran que no podía haberse caido por aquel hueco. Ya está avisado el cerrajero para que venga a soldar esto en condiciones, pero no crea, esta baranda es sólida de cojones.
Cuando trincaron a Pepito, lo confundieron con un quinqui conocido, se  pusieron a seguirlo, y como quiera que sea, que el otro era más listo que el hambre, se largó a casa de una hermana a la zona de Horta. Trincaron a Pepito a falta de encontrar a otro más tonto y propicio, mientras las cosas se solucionaron, se tiró tres meses en la Modelo de la calle Entenza. En admisiones tuvo que dejar todo cuanto llevaba encima, hasta los cordones de los zapatos, las llaves de su casa y la documentación. Las consecuencias de lo que le pasó os las podéis imaginar, llaves en la cárcel, casa vacía. Hay mucho listo en las cárceles, lo mismo que muchos tontos que entran cagaditos de miedo como fue el caso de Pepito.
Pasa lo mismo que algunos que se casan sin siquiera saber las consecuencias, puede que al cabo de cuatro días se queden en bragas y sin saber que hacer con sus vidas. Otros sí que saben lo probable, pero de la noche a la mañana se encuentran con la cama caliente por otra u otro, y eso cabrea, es inocente, y ha pagado el pato sin comerse un muslo. Todavía otros prefieren vivir en el engaño, en la sintonía que marca siempre la misma emisora, entran en una especie de trance, que soportan, porque no hay nada fuera de este entorno, que los comprometa a nada.
Se ve a casados con familias que van cadaa cual por su lado, pasan cosas a su alrededor, pero no les dan importancia, tienen las llaves de sus casas, aunque en el fondo están completamente vacias. ¡Es mucho mejor una vida solitaria, perdido en mitad de un océano de gentes que ni siquiera saben adonde van, que tener unas paredes cubiertas con un techo, pero en la que vives sin cariño alguno, más que el que alguno te presta de vez en cuando.

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