sábado, 5 de julio de 2014

CANTO ENCENDIDO


                                           CANTO ENCENDIDO


Quebranto, dolor interno, puro encanto, por estar aquí y ahora, ansiarte cuando despierto, amanecer solitario.
Y canto, y me enojo, me desangro. Candelas de un alma herida, por falta de ti, canto. Canto con alegría, no se rimar los versos, ¡que más da si yo sé que son para ti! que te gustan siempre,  sabiendo que no son un alago.
Son verdades estas canciones mías, sus palabras incendiarias, están hechas con mi sangre, con el pálpito de mis venas, con toda el alma amor mío, con toda el alma.
Canciones que se me ocurren, estando lejos, muy lejos siempre. Miles de millones de años luz nos separan, pero canto y aquí te encuentro, tarareando esta música nuestra, esa que hace años, nos daba una muestra, del amor que aun hoy nos profesamos.
Y no puedo evitarlo, voy y canto de nuevo, ahora es un canto encendido, todavía con la misma intención la guardo, es solo nuestra y nadie, salvo tú y yo, entendemos el mensaje que nos deja.
De nuevo caigo en el vicio de cantar, no puedo echarte de mi mente, ¡como pues voy a dejar de incendiar este bosque, lleno de cariño, que me acomoda y me entiende!
Me faltan palabras del diccionario para componer nuestra música, nuestro canto, nuestro aliciente. Los ojos no me dejan ver, a veces, las lágrimas me nublan, entonces mi corazón se enciende, quiero encontrar un camino diferente, para encontrar ese valle anhelado y sembrarlo con nuestro amor, siempre plantaré lo mismo, arbustos que aunque no den  sombra, despidan perfume desde lejos, canciones del corazón.
Vaya incendio, cariño mío, ¿quién puede venir a apagarlo?, espero que nadie, hay que dejarlo arder, solo quemará rastrojos, penas, lágrimas, tristezas. Quedará lo más importante, semillas nuevas que al unísono cantarán después, pues son fruto del amor.
Nadie me importa más que tú. Nada pues debo temer de las amenazas veladas que urdan contra nosotros, siempre seremos los victoriosos.
Vosotros, los de ahí afuera… ¿me estáis escuchando?, nadie puede contra un cantor enamorado, nadie. Ni el más rugiente dragón, ni el más terrible Cíclope nos asusta, somos los victoriosos hijos de un dios menor, menor pero poderoso, como Bucéfalo, el poderoso caballo de Alejandro el Magno.
Mi canto, encendido con la pasión del enamorado nuevo, os ha de dar la conclusión de este argumento, y que todo el mundo sepa, que cada canto tiene su propia moraleja.


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