NO TAN
APRISA
No
se puede navegar deprisa a remo, y depende como se mire… ni con una potente
lancha motora, el mar es muy grande, demasiado para querer hacer con él, lo que
a uno le venga en gana. De manera que… no tan aprisa, que por menos, gente se
han perdido en la inmensidad del océano y jamás se les ha vuelto a ver, sí, con
brújula y todo, con los más modernos aparatos de navegación, equipados con
radares. No como siglos atrás, que los marinos dependían de las estrellas para
guiarse, de los sextantes y mapas hechos por otros que les servían de guía.
Cartas de navegación que eran toda una referencia, y que hasta hoy día, se
guardan en los museos marinos.
No,
no tan aprisa, primero, uno debe saber donde va, cual es su destino, el final de su ruta, su puerto. A excepción
claro está, que sea un aventurero en busca de ni se sabe qué, que lugar busca
para fondear, una playa paradisíaca, pesca abundante, una isla solitaria. Pero
el mar tiene mala broma, hay que respetarlo mucho, encierra peligros
inimaginables, en pocas millas marinas después de salir de puerto seguro, se
puede cernir sobre uno una galerna, olas de siete u ocho metros, con vientos
capaces de manejar un gran transatlántico, como si fuera la cáscara de una nuez.
Luego
de saber de cierto cual es tú destino, donde va a terminar el viaje, hay que
tener en cuenta muchos otros factores, para los cuales uno debe de estar
preparado, piratas de la mar, que sin darse uno cuenta, lo abordan y le roban
cuanto lleve de valor a bordo, sin contar que… puedes perder la vida. A estas
gentes, que transitan por los mares con esa meta, no les importa matar dos o
cien si pueden, han nacido para esa faena, y de ella viven y hasta mueren si es
necesario, no conocen otra cosa que la mar, y el sabor del salitre sobre su piel
tostada al sol.
De
modo, que no tan aprisa, hay que sentarse y ponderar todos estos factores,
muchos se hacen a la mar y mueren en el intento, pudiendo haberlo evitado. No
se debe salir a navegar con cualquier embarcación, si es junto a la playa donde
queremos disfrutar de un día de asueto vale, eso si, pero si es mar adentro…
hay que contar con el barco, el que nos llevará a final de trayecto. Una cosa es
cruzar de un mar a otro, bien diferente es, querer cruzar un océano. Hay la
cosa cambia mucho, si ya en los mares hay grandes corrientes que a veces te
hacen dar la media vuelta o dejarte varado entre las rocas del litoral,
imagínate el océano. De poder, se puede hacer, pero a costa de sopesar los
riesgos que entraña la navegación, a estas alturas.
Para
gobernar un barco, hay que ser primero grumete, después marinero sin más, y a
copia de navegar, de pasar mil aventuras, la mayor parte de las veces
indeseadas, puede uno llegar a ser oficial, mandar a la marinería.
Pues
bien, hay gente que no queremos comprender que estos pasos preliminares, son
los exigidos naturalmente, para ser buenos marineros, gente que hace muchos
años que llevan un pendiente en la oreja, porque demuestran así, que ya han
atravesado de ida y vuelta, el Cabo de Hornos. En tiempos de antiguos piratas,
corsarios o simplemente marinos, que cruzaban con sus barcos para otros
menesteres, era opcional ponerse ese adorno, como evidencia que aquel era un
marino con agallas. Yo no soy marinero, pero he tenido que navegar más o menos,
unas veces he naufragado por culpa de ir mal aviado, con un mal barco, otras
por tomar malas decisiones, pero es a copia de frustraciones que uno aprende.
Ahora
bien, quién quiere ir aprisa por la vida, se expone a esto y más todavía si
cabe, se arriesga a perder su vida y la de otros, perder el barco y los
pertrechos, todo lo que contiene, en este caso concreto a modo de ilustración,
perder su casa y familia. Llegar a ser por lo menos un mutilado, que no tiene
donde ni como vivir, depende de la caridad de otros. Solo ha llegado a hacer un
pequeño viaje con el barco que lo acoge, y ahora, hecho un pingajo, baja por la
escalerilla del barco soñando que quería ser… ni él mismo lo sabe. La mala
experiencia pasada, le ha hecho ver que no vale para esto, ¡pero, si ni lo ha
intentado…! doscientas millas marinas, cien de ida y otras tantas de vuelta han
sido suficientes para desanimarlo. Los del barco lo ven bajar del barco
cabizbajo, les da pena esta gente, no encontrarán trabajo fácilmente, no se
acomodan a cualquier cosa, son demasiado exigentes.
Los
capitanes ven muchas veces esas cosas, los marineros también pero les da pena
verlos bajar sin voluntad del barco, ellos, que llevan mil cicatrices en el
cuerpo, heridas aun abiertas algunas, miles de millas a la espalda, golpes y
burlas de los más veteranos pasaron, cuando se enrolaron. Pero tienen su
recompensa, su casa es el barco, no tienen nunca rumbo fijo, son mandados, pero
viven en familia como debe ser en un barco, con peleas ha menudo, hasta con
navajazos se han defendido y atacado a otros. Cosas de la marinería, ya se
sabe, así lo establecen los cánones del mar, y en cambio, son felices a su
manera.
Nada
de ir aprisa por la vida, con demasiadas inquietudes y demandas, la vida lleva
su curso y hay que respetarla como es, sin prisa pero sin pausa.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario