PUEDO
AYUDARTE…?
No
hago nada en casi todo el día, estoy jubilado. Hace muchos años ya, pero aun
así, jubilado, siempre he procurado mantenerme activo, en la vida siempre hay
que tener metas, estar ocioso no lleva a nada bueno. En un momento u otro, te
atrapa la soledad en tu desgracia prematura, y es fácil comenzar a frecuentar
bares, beber en demasía por agradar a los que sabes, que te van a aceptar solo
por eso, por beber con ellos e ir con
ellos a los sitios que escojan.
En
una ciudad grande, nadie se conoce o todos pueden llegar a saber de ti, esto,
siempre es algo que me ha intrigado. El como y de que forma no lo sé de cierto,
pero es así, sencillamente indefinible. Mi casa está en un barrio populoso, con
problemas como en casi todas partes, mucha gente parada, mucho tiempo para
hacer malezas los jóvenes, en fin, esas cosas que no vale la pena comentar,
porque la delincuencia, el crimen, siempre han existido, desde el comienzo de
la humanidad, mira sino a Caín y Abel, y esos eran hijos de la primera pareja
humana en la tierra, según dice la Biblia.
Con
el tiempo, he notado que la gente se solidariza con aquellos que lo están
pasando mal, pero mal, mal. La de manifestaciones que hay cada día en una
avenida detrás de mi calle… cuando no son los universitarios son los médicos,
cuando estos no salen, lo hacen la pobre gente que han sido estafadas con las
preferentes, el producto financiero de un banco que se ha demostrado que es un
fraude. La cosa no acaba aquí, esta mañana al despertarme, he escuchado gente
que iba a la carrera por mi calle escondiéndose de los Mossos de Escuadra, la
plataforma de los que luchan contra el desahucio, se ve que se han plantado
delante del portal de una familia que ya estaban sacando las cosas a la calle,
y ellos, con sus camisetas impresas con el eslogan de la plataforma, y con
pancartas, se conoce que han querido evitarlo. En la panadería me han dicho que
una joven le ha dado un estacazo a un guardia con una pancarta y se han liado a
porrazos contra todo lo que se meneaba. ¡Vaya tela chico!, es que, la gente
está desesperada, todo está patas arriba en estos momentos en nuestro país.
Pues
en mitad de estas penosas circunstancias, después de desayunar en mi casa, he
ido como siempre a dar una vuelta y acercarme al mercado a comprar comida, no
me gusta tener en la nevera cosas de varios días, me gusta comprar y cocinarlo,
además, así camino y me toca el aire. Entro por la parte trasera del mercado,
me encuentro a un hombre de edad mediana con la puerta trasera de una furgoneta
abierta, lleva dos cajas bastante voluminosas y de peso, camina con las piernas
abiertas, tratando de abrirse paso con las cajas tapándole la vista. Me da cosa
verlo sufriendo así, de manera que sin impedirle el paso le pregunto Puedo ayudarte en algo… Pues lo cierto es… que sí señor, podría
echarme una mano, hoy llevo bastante material y vengo solo. Pues
nada hombre no te preocupes, venga dame una caja. Que alivio, creía que no llegaba a la
furgoneta, esta vez llevo botes de garbanzos y alubias, y unas cuantas latas de
tomate frito, pesan la leche.
Al
llegar a la furgoneta me apercibo que no debe ser la primera parada que hace
para recoger cosas de los mercados, lleva al fondo un par de sacos de patatas,
otro de cebollas, y verduras en otro tipo de cajas de plástico. Eres transportista… No señor, soy voluntario en un comedor
social que hay al otro lado del barrio, ahora desde aquí, tengo que pasar a
buscar leche, comerciantes que nos ayudan para dar de comer a familias que no
tienen nada. Oye, puedo ayudar yo
también, estoy jubilado y tengo mucho tiempo libre. Pues véngase conmigo, si quiere ayudar este
es el momento, el otro señor que me ayuda está enfermo, lo han tenido que
ingresar en el hospital, el pobre está pachucho. No se hable más, me voy contigo, iba a
comprar algo para comer en el mercado pero ya volveré. No se apure, coma con nosotros, los
voluntarios comemos todos juntos de lo que se cocina para la gente del comedor
social.
De
esta manera, he comenzado a ayudar y me han ayudado, no estoy solo, siempre
estoy ocupado en una labor u otra, ahí se hace mucho por la gente. No solo se
les da de comer, se preparan bolsas con alimentos necesarios como huevos,
aceite, azúcar, yogures, arroz etc. Desde que estoy metido en esta asociación
me siento nuevo, oye, casi no me duele nada, el hecho de tener una obligación
para aquellos que están pasando una tragedia, me mantiene más vivo que nunca.
Es por eso, que he llamado a mi amigo José María, tiene una parada en el
mercado central del pescado, le he dicho a que me dedico ahora y me ha
prometido, que hará cuanto esté en su mano para hacerse con atún, sardinas,
bonito, lo que sea. Le he dicho que también nos sirven cosas congeladas, claro.
Mañana,
Gregorio y yo vamos a verlo, dice que tiene bastante cosa. ¡Que bárbaro… de donde has sacado todo esto! De otros mayoristas de aquí, hará falta que
os hagáis un par de viajes o tres, con qué transporte contáis.
Con una furgoneta pequeña, una Citroen. Con eso no haréis nada hombre, si te puedes
esperar una hora, os lo llevo yo con mi camión. Anda Gregorio, tú ve a lo tuyo chico, yo me
quedo aquí, en espera de que venga el camión frigorífico para llevar todo esto
a casa. Vale Felipe, ya les digo por
el camino que hagan espacio para todo esto.
En
la cocina se han puesto la mar de contentos todos, mañana cocinarán pescado, y
podrán darle a la gente lonchas de atún congelado, para que se la lleven a sus
casas, mejillones, calamares, de todo. Tenemos una nueva vía abierta para
ayudar a los desvalidos, aunque esto trae consigo un nuevo problema, que viene
más gente, unos se lo dicen a otros, y aunque es necesario comprobar que no
tienen ingresos, esto trae consigo un problema de cuentas, se necesita a
alguien que esté ducho en esto y que sea voluntario claro. Comenzamos a estar
desbordados. La solución llega en forma de mujer, una antigua maestra que
enviudó hace tiempo, y que ha oído
hablar de lo que aquí se hace, de cuentas sabe un rato largo, con un ordenador
y un programa de cálculo, que un alma caritativa nos hace llegar gratis, se
pone todo al día. Se llama Alfonsina la señora, es simpática, y conserva la
gracia de la mujerona, que a buen seguro tuvo que ser años atrás.
Al
terminar la jornada de trabajo, la invito a tomar un refresco en una granja
cercana a mi casa, nos hemos hecho buenos amigos. No es nada raro, Gregorio
sale con una chica algo mayor que él, que también es voluntaria en la asociación,
cuando veo que salen del local cogidos de la mano y haciéndose arrumacos, me
dan ganas de darles un par de besos a cada uno, son muy majos.
Alfonsina
está buscando un nuevo piso más pequeño y más práctico, tiene que subir a un
cuarto piso sin ascensor, y esto la marea mucho. Mucho esfuerzo, y los años que
también cuentan, no es que sea una anciana, es de mi edad más o menos, rozamos
los dos los sesenta y siete, hay gente que a esa edad se han quemado mucho, sea
por el trabajo, por la vida que en definitiva les ha tocado vivir, envejecen
antes de hora. A riesgo de que me suelte un moco, le he propuesto que se venga
a mi casa, se quedó parada cuando se lo propuse. Le he dicho que cada cual en
su sitio, a mí me sobra espacio en mi piso, estar acompañado ahora que el
verano toca a su fin, que los días se hacen muy cortos, creo que sería bueno
para ambos. En casa hay dos baños, tres habitaciones, un salón comedor muy
grande, la casa tiene todas las comodidades que uno pudiera desear, hasta
calefacción por gas natural.
Está
claro que no es una decisión que deba tomar a la ligera, lo entiendo, hace
falta que se lo piense, su piso en los tiempos que corren, no lo venderá fácilmente.
Hay que ver adonde llevan las crisis… desde los más pequeños hasta los más
mayores quedamos todos afectados, unos indefensos porque no tienen la culpa de
nada al ser niños, nosotros los mayores, tampoco tenemos la culpa de
despilfarros y corruptelas, que nos llevan a la desesperación y la depresión. Los
de arriba… No si todo va bien, estamos
creciendo en el país. Que nos lo digan a
nosotros, que cada día, estamos atendiendo a más y más gente pobre, ¡que poca vergüenza
tienen estos tíos. Eso sí, cuando llegan las elecciones, salen a la calle a
repartir rosas y claveles, besos y abrazos con la gente, mientras les dan una
papeleta para que los voten, luego desaparecen del campo de batalla, que para
mí, bueno, para nosotros los que estamos ahí, cada día es una guerra nueva
contra nuevos enemigos.
Tres
han plegado de la asociación porque están deprimidos, las últimas semanas se
han pasado el tiempo llorando por las familias que llegan, a algunas las
conocen bien, les ha resultado un palo gordo verlos ahí viniendo a buscar
comida para sus hijos. Menos mal que unos van y otros llegan, así se van
renovando los aires de este local que llega a ser para los que trabajamos aquí,
como nuestra casa.
Alfonsina
se ha venido a vivir a mi piso, por lo menos tiene ascensor, mi piso es un
tercero, y aunque de vez en cuando subo por las escaleras, son fáciles de
subir, es un bloque que solo tiene veinte años de antigüedad, está muy bien
conservado. Alquilamos un taxi grande de estos monovolúmenes, y en tres viajes
a su casa se lo ha traído todo, todo lo necesario de ropa, algunos marcos de
fotos de sus dos hijos y nietos, y un collage que hizo con conchas de mar, que
por cierto es muy bonito. Lo cierto es que al cabo de seis meses de estar
juntos ha saltado a mi cama, pero no para nada de sexo ni eso, solo porque nos
hemos acostumbrado a estar cerca el uno del otro y nos respetamos mucho.
Fíjate, yo que acostumbraba a ver la tele en la cama un rato… pues nada oye, ya
se me ha quitado esta costumbre, ella cuando se acuesta es para dormir, así que
aunque los dos o tres primeros días me costó un poco, al cuarto me arrimé a
ella y me quedé como un niño chico, dormidito como un recién nacido.
Creo
que nuestro trabajo no cesará nunca, hay millones de parados, y aunque no los
hubiera, siempre habrá gente necesitada, como estas familias que vienen cada
día al comedor o pedir alimentos. Y otros que como nosotros estamos necesitados
de cariño, de compañía, de algún amparo. Pero ya sabes… si puedo ayudarte en
algo nos lo dices.
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