jueves, 17 de julio de 2014

TRIBUS PERDIDAS


                                                    TRIBUS PERDIDAS


Que me da una cosa, cuando veo estos reportajes en televisión, de estas tribus de Nueva Guinea, de Papúa, Nueva Zelanda, África, China… que estremecen, de todo el mundo parece mentira, de todo el mundo. Que yo no digo que sean incivilizados, ese es otro tema, también podrían decir lo mismo ellos de nosotros, si nos vieran agolpados en una autopista de cuatro carriles parados tres horas, con un calor que para sí quisiera el demonio en sus calderas, aguantando toda la quina que nos echen para estar en la playa un día, luego tres horas más de vuelta, ¡con lo que contamina eso…!  
Y nosotros somos civilizados, ¿qué te parece esto? Pues eso, que eso de lo civilizado o no es muy discutible, hay tribus en la selva y tribus de ciudad ¿o no?
¡Hombre pero es que nosotros vivimos de una forma más…!  ¿Más qué, más sana, más familiar que ellos? Vale algunos pueblos de estos perdidos no tienen ni gramática, ¿pero son infelices por eso? va a ser que no. Y por si alguien no se ha enterado, aquí, sí, aquí en España, que formamos parte de la unión europea, todavía hay pueblos, yo los llamo tribus con todo respeto, que no tienen luz ni agua corriente, y si hablas con ellos y no tienes el oído fino, te quedas a dos velas.
Decía hace poco un menistro…    Somos el milagro de Europa señoras y señores, sí aunque algunos no lo crean, pueden poner la cara que quieran pero eso es una realidad.  ¡Venga ya hombre! Lo bueno que tienen las gentes de estos sitios a los que me refiero, es, que, como ya están acostumbrados a llevar esta vida, lo demás les sobra todo. Hace años ya, que fui a una aldea en Galicia a pasar unos días con familiares de un amigo, él venía conmigo. No digo el nombre porque aquello ha cambiado mucho, ¿sabes porqué?, pues debido a que algunos capitostes del lugar, cuando se apercibieron de lo hermosa que era aquella aldea, comenzaron a hacerse casas allí.
Mejor que se hubieran quedado en la ciudad, la verdad, aquella aldea era el paraíso terrenal oye, ¡bajaban unas cascadas de las montañas…! bueno, bueno, aquello era para verlo. Los embutidos, los potes que preparaba la tía de mi amigo, oh, de locura. Todas las casas de piedra seca, construidas sin cemento ni hostias, apiladas hábilmente, subías unas escaleras y estabas comodísimo, con el fuego a tierra todo el año encendido, y el ganado debajo del piso de tablas.
Oler, olía, no nos vamos a engañar, en cambio, cuando estabas ya en la casa, a los cinco minutos, el cerebro se hacía a aquellas olores y nada, ya estabas bien, sacaban queso curado en aceite, una hogaza de pan de iba de mano en mano y la bota de vino. A mí, no me des más, claro luego tenía que volver a casa, a la capital, allí tenía el trabajo y los amigos y amigas, quieras que no, eso se echa de menos tarde o temprano.
Por lo demás, ¡dejados de la mano de dios…! y del gobierno claro está. Aquella aldea estaba, donde Cristo perdió la alpargata, no me jodas ¿que iba a hacer allí el gobierno, salvo construirse unos cuantos, casas de fin de semana? Por eso llegó la corriente a la aldea, sino ¿de qué Magín? Yo soy catalán, ellos son gallegos, oye que querías hablar con ellos y era como querer tener un curso rápido de latín, no los entendía ni pa dios. Algunas cosas sí, pero al cabo de unos días, cuando tenía que volver para  mi casa.
Lo mismo que en Galicia, en otras provincias lo mismo, circunstancias que no vienen al caso contar, me llevaron a hacer un viaje a Extremadura, ya lo dice el nombre de la provincia, extrema-dura. La casa de los padres de la amiga con la que fui, era la leche, leche condensada de la buena. ¡Que mansión tío, que lujazo! Y todo… currándose la tierra, ahí es nada, yo que sé cuantas hectáreas tenían esa gente, la locura. Te lo creas o no, a cincuenta kilómetros de allí, una aldea en mitad de la nada, me quedé de piedra, como las que adornaban la entrada del pueblucho aquel.
Le pregunté a mi amiga    ¿Y de que viven esas gentes de aquí?    Del ganado.    No me jodas, ¡pero si aquí no se ve una puñetera vaca por ninguna parte!    Ya, pero quiero decir que tienen ganado porcino, lo que pasa es que tienen las granjas en las afueras.    Y tan afueras que las deben tener.   No te creas, mira. Pues era verdad, apenas corrimos un par de kilómetros más, y vi unas granjas que te cagas de modernas. Pozo de agua propio y todo tenían.    Lo que en el pueblo no tenemos, agua en abundancia.   ¿Qué dices y eso…?     Pues porque hace un par de años, vinieron unos ingenieros para hacer el trazado del tren de alta velocidad. Descubrieron que hay un acuífero que pasa por mitad del pueblo, como esto podía hacer peligrar la construcción de todo el tinglado del tren, excavaron y una vez comenzó a salir el agua a mansalva, trajeron camiones con piedras y hormigón y lo cegaron.
Te lo juro, hay cosas que no se entienden, ¡dejaron al pueblo sin agua corriente por un puñetero tren!, podrían haberlo desviado un poco ¿no?, pues no señor que se joda el prójimo y si quieren agua, que la traigan con cubas desde los pozos de las granjas. Pa quemarlos boca abajo, atados por los pies con cadenas, vamos hombre ¿en que cabeza cabe una cosa así? En la algún mamonazo o mamonazos, que estas cosas siempre hay más de uno.
Y así, hasta unos cuantos cientos de miles de habitantes, de este milagro de la Europa moderna, ¡valla huevos que tienen…! De eso se aprovechan, de estas tribus perdidas, que los unos, los otros y los de más halla dicen en sus propagandas electorales, que todo esto va a cambiar, pero no te dicen en qué dirección si te fijas bien. Eso es como en las pólizas de seguros, que en letra grande te dicen lo que les interesa, luego, viene aquella letra ¡chiquitina,chiquitina…! la que no se puede leer ni con lupa, pues allí está la trampa, fijo.
Me faltan arrestos para algo que he deseado hacer toda mi vida, irme a vivir con los yanomamis, a la Amazonía, todo el día en pelotas, sin preocuparte del mañana, yendo a cazar monos y a pescar peces al rio… Porque bien mirado, ¿Qué ventajas tengo de seguir viviendo de la forma que lo estoy haciendo ahora? El día menos pensado, salgo del cajero automático y me asalta una de esas tribus urbanas, eso si encima no me dan una puñalada encima.
Claro que igual me ven como a un leproso, los blancos siempre llevamos cosas malas encima, enfermedades y rollos de esos, que no gustan a cualquiera.



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