TRIBUS PERDIDAS
Que
me da una cosa, cuando veo estos reportajes en televisión, de estas tribus de
Nueva Guinea, de Papúa, Nueva Zelanda, África, China… que estremecen, de todo
el mundo parece mentira, de todo el mundo. Que yo no digo que sean
incivilizados, ese es otro tema, también podrían decir lo mismo ellos de nosotros,
si nos vieran agolpados en una autopista de cuatro carriles parados tres horas,
con un calor que para sí quisiera el demonio en sus calderas, aguantando toda
la quina que nos echen para estar en la playa un día, luego tres horas más de
vuelta, ¡con lo que contamina eso…!
Y
nosotros somos civilizados, ¿qué te parece esto? Pues eso, que eso de lo
civilizado o no es muy discutible, hay tribus en la selva y tribus de ciudad ¿o
no?
¡Hombre
pero es que nosotros vivimos de una forma más…!
¿Más qué, más sana, más familiar que ellos? Vale algunos pueblos de
estos perdidos no tienen ni gramática, ¿pero son infelices por eso? va a ser
que no. Y por si alguien no se ha enterado, aquí, sí, aquí en España, que
formamos parte de la unión europea, todavía hay pueblos, yo los llamo tribus
con todo respeto, que no tienen luz ni agua corriente, y si hablas con ellos y
no tienes el oído fino, te quedas a dos velas.
Decía
hace poco un menistro… Somos el
milagro de Europa señoras y señores, sí aunque algunos no lo crean, pueden
poner la cara que quieran pero eso es una realidad. ¡Venga ya hombre! Lo bueno que tienen las
gentes de estos sitios a los que me refiero, es, que, como ya están acostumbrados
a llevar esta vida, lo demás les sobra todo. Hace años ya, que fui a una aldea
en Galicia a pasar unos días con familiares de un amigo, él venía conmigo. No
digo el nombre porque aquello ha cambiado mucho, ¿sabes porqué?, pues debido a
que algunos capitostes del lugar, cuando se apercibieron de lo hermosa que era
aquella aldea, comenzaron a hacerse casas allí.
Mejor
que se hubieran quedado en la ciudad, la verdad, aquella aldea era el paraíso terrenal
oye, ¡bajaban unas cascadas de las montañas…! bueno, bueno, aquello era para
verlo. Los embutidos, los potes que preparaba la tía de mi amigo, oh, de
locura. Todas las casas de piedra seca, construidas sin cemento ni hostias,
apiladas hábilmente, subías unas escaleras y estabas comodísimo, con el fuego a
tierra todo el año encendido, y el ganado debajo del piso de tablas.
Oler,
olía, no nos vamos a engañar, en cambio, cuando estabas ya en la casa, a los
cinco minutos, el cerebro se hacía a aquellas olores y nada, ya estabas bien,
sacaban queso curado en aceite, una hogaza de pan de iba de mano en mano y la
bota de vino. A mí, no me des más, claro luego tenía que volver a casa, a la
capital, allí tenía el trabajo y los amigos y amigas, quieras que no, eso se
echa de menos tarde o temprano.
Por
lo demás, ¡dejados de la mano de dios…! y del gobierno claro está. Aquella
aldea estaba, donde Cristo perdió la alpargata, no me jodas ¿que iba a hacer
allí el gobierno, salvo construirse unos cuantos, casas de fin de semana? Por
eso llegó la corriente a la aldea, sino ¿de qué Magín? Yo soy catalán, ellos
son gallegos, oye que querías hablar con ellos y era como querer tener un curso
rápido de latín, no los entendía ni pa dios. Algunas cosas sí, pero al cabo de
unos días, cuando tenía que volver para
mi casa.
Lo
mismo que en Galicia, en otras provincias lo mismo, circunstancias que no
vienen al caso contar, me llevaron a hacer un viaje a Extremadura, ya lo dice
el nombre de la provincia, extrema-dura. La casa de los padres de la amiga con
la que fui, era la leche, leche condensada de la buena. ¡Que mansión tío, que
lujazo! Y todo… currándose la tierra, ahí es nada, yo que sé cuantas hectáreas tenían
esa gente, la locura. Te lo creas o no, a cincuenta kilómetros de allí, una
aldea en mitad de la nada, me quedé de piedra, como las que adornaban la
entrada del pueblucho aquel.
Le
pregunté a mi amiga ¿Y de que viven
esas gentes de aquí? Del ganado. No me jodas, ¡pero si aquí no se ve una
puñetera vaca por ninguna parte! Ya,
pero quiero decir que tienen ganado porcino, lo que pasa es que tienen las
granjas en las afueras. Y tan afueras
que las deben tener. No te creas, mira.
Pues era verdad, apenas corrimos un par de kilómetros más, y vi unas granjas
que te cagas de modernas. Pozo de agua propio y todo tenían. Lo que en el pueblo no tenemos, agua en
abundancia. ¿Qué dices y eso…? Pues porque hace un par de años, vinieron
unos ingenieros para hacer el trazado del tren de alta velocidad. Descubrieron
que hay un acuífero que pasa por mitad del pueblo, como esto podía hacer
peligrar la construcción de todo el tinglado del tren, excavaron y una vez
comenzó a salir el agua a mansalva, trajeron camiones con piedras y hormigón y
lo cegaron.
Te
lo juro, hay cosas que no se entienden, ¡dejaron al pueblo sin agua corriente
por un puñetero tren!, podrían haberlo desviado un poco ¿no?, pues no señor que
se joda el prójimo y si quieren agua, que la traigan con cubas desde los pozos
de las granjas. Pa quemarlos boca abajo, atados por los pies con cadenas, vamos
hombre ¿en que cabeza cabe una cosa así? En la algún mamonazo o mamonazos, que
estas cosas siempre hay más de uno.
Y
así, hasta unos cuantos cientos de miles de habitantes, de este milagro de la Europa
moderna, ¡valla huevos que tienen…! De eso se aprovechan, de estas tribus
perdidas, que los unos, los otros y los de más halla dicen en sus propagandas
electorales, que todo esto va a cambiar, pero no te dicen en qué dirección si
te fijas bien. Eso es como en las pólizas de seguros, que en letra grande te
dicen lo que les interesa, luego, viene aquella letra ¡chiquitina,chiquitina…!
la que no se puede leer ni con lupa, pues allí está la trampa, fijo.
Me
faltan arrestos para algo que he deseado hacer toda mi vida, irme a vivir con
los yanomamis, a la Amazonía, todo el día en pelotas, sin preocuparte del
mañana, yendo a cazar monos y a pescar peces al rio… Porque bien mirado, ¿Qué ventajas
tengo de seguir viviendo de la forma que lo estoy haciendo ahora? El día menos
pensado, salgo del cajero automático y me asalta una de esas tribus urbanas,
eso si encima no me dan una puñalada encima.
Claro
que igual me ven como a un leproso, los blancos siempre llevamos cosas malas
encima, enfermedades y rollos de esos, que no gustan a cualquiera.
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